Agustina Macri y Carla Rodríguez — Destellos de un retrato vivo
«Sé que las historias de mujeres son las que más me interesan, siento que tenemos tantas historias pendientes y tantas cuentas pendientes con la misma historia. Tantas mujeres por sacar a la luz. Tengo una pila en casa de historias de mujeres por contar. La historia real me sostiene, me motiva de más y me estimula de otra manera»
Elena del Olmo 12 de junio 2025

Agustina Macri
A raíz de las vivencias reales de Carla Rodríguez, la cineasta argentina Agustina Macri confecciona su segundo largometraje en una labor de recuperación y valoración de un hito feminista y queer ocurrido en la ciudad de Río Turbio. Tras Soledad, un debut que ya rescataba la historia real de María Soledad Rosas, una activista ecoterrorista argentina, Macri se embarca en el rodaje de la historia de Carla, o Carlita, filmando la lucha por los derechos laborales de las mujeres mineras, la aprobación de la Ley de Identidad de Género que permitía la puesta en regla de los documentos de identidad, y la fortaleza de una comunidad que se arropa, se impulsa y se protege ante la amenaza misógina, homófoba y asesina de los hombres. Macri y Rodríguez nos reciben en el Hotel Princesa Plaza de Madrid para conversar sobre la escritura, el rodaje y la puesta en escena de Miss Carbón.
Miss Carbón retrata las vivencias reales de Carla Rodríguez, la primera mujer trans minera de la Patagonia Argentina. ¿Cómo llegas, en calidad de directora y guionista, a esta historia y cómo se gesta esta colaboración entre las dos?
Agustina: Di con Carla a través de una persona en común que teníamos con la guionista, Erika Halvorsen. Es una historia que yo no conocía ni había escuchado en ningún lado pero, aunque llevo ya varios años viviendo en España, en ese tiempo yo entraba y salía de Argentina y esta persona en común me dijo: «Está este guion que me parece que te encaja perfecto, que te va a encantar» y fue amor a primera vista. Las primeras versiones de este guion fueron de Erika Halvorsen con Mara Pescio, otra guionista argentina, porque comenzaron a escribir juntas aprovechando la pandemia. Erika se apoyaba mucho en Carlita, tenían muchas videollamadas y llamadas para tratar de ver cómo reconstruir esta historia y cuando a mí me llega una de las primeras versiones ya tenía muchísimo trabajo hecho. De ahí, empecé a trabajar muy de cerca con Erika en una nueva versión.
Estábamos siempre cerca las tres, Carlita fue nuestra asesora de lujo, y después, cuando uno empieza a entrar más en el túnel de la preproducción y la producción, existen muchas limitaciones traídas por el presupuesto, las locaciones y los países. Yo nunca lo había hecho así, siempre se viaja por separado, pero como era tan difícil y tan costoso llegar al sitio, hicimos un viaje con el equipo e hicimos un todo en uno, un scouting técnico y artístico. Nos sentamos con Carlita con el ordenador abierto, el guion abierto y el equipo que estaba, todos y todas a debatir y, como decimos siempre: «El guion estaba más vivo que nunca». Era un ser vivo que estaba todo el día en transformación hasta el día de montaje.
Carla: Erika Halvorsen me encuentra en 2018, yo nunca había sido pública y mucho menos había visualizado así mi historia de vida. Ella me ilumina, fue la primera persona que me dio valor. A lo largo de Argentina, todo el mundo sabía que había una trans trabajando en la minería, pero lo mantenían oculto. Erika Halvorsen me ilumina y nace una crónica que publicamos en Revista Anfibia y, desde ahí, comenzó toda la aventura de empezar a escribir el guion, de contar toda mi vida desde el inicio hasta la actualidad. Participé muchas veces en todo lo que es el guion, pero también a su vez llega Merry Colomer, que recibe el guion y acepta llevarlo a la pantalla. Era todo muy complejo, una historia argentina contada en España, pero la luminosidad que tenía la historia podía romper cualquier barrera, como yo también lo he hecho. Era muy fuerte todo. Llega Merry Colomer y se propone contar la historia de Carlita. En ese momento buscamos a la directora, la directora era Agustina, tenemos una videollamada y me lo anuncian, porque yo todavía no lo sabía. Habíamos armado el guion, pero aún no me había enterado de que ya se habían generado las firmas correspondientes y teníamos productora y directora. Entonces me llaman por teléfono, yo estaba ingresando a trabajar, y Agustina se presenta como directora y, a la semana o dos semanas, viajó a Santa Cruz y desde ese abrazo no nos separamos más y seguimos en el mismo camino, en el mismo lugar y hacia el mismo lado.