Crítica — Alpha: El estigma que no cesa
En su tercer film, Julia Ducornau retrata los efectos de una misteriosa enfermedad a través de los ojos de una adolescente.
Marla Jacarilla
20 de noviembre 2025
Alpha
Año 2025
País Francia
Dirección Julia Ducournau
Guion Julia Ducournau
Producción
Mandarin Production
Kallouche Cinéma
Frakas Productions
Reparto
Mélissa Boros
Tahar Rahim
Golshifteh Farahani
Emma Mackey
Finnegan Oldfield
Fotografía Ruben Impens
Montaje Jean-Christophe Bouzy
Música Jim Williams
Distribución Caramel Films
Duración 128 minutos
Fecha de estreno 21 de noviembre de 2025
Género Drama, fantástico
Sinopsis
Alpha tiene 13 años y vive con su madre. Toda su vida cambiará cuando, tras una fiesta, llegue a casa con un inesperado tatuaje en el brazo.
Alpha
Año 2025
País Francia
Dirección Julia Ducournau
Guion Julia Ducournau
Producción
Mandarin Production
Kallouche Cinéma
Frakas Productions
Reparto
Mélissa Boros
Tahar Rahim
Golshifteh Farahani
Emma Mackey
Finnegan Oldfield
Fotografía Ruben Impens
Montaje Jean-Christophe Bouzy
Música Jim Williams
Distribución Caramel Films
Duración 128 minutos
Fecha de estreno 21 de noviembre de 2025
Género Drama, fantástico
Sinopsis
Alpha tiene 13 años y vive con su madre. Toda su vida cambiará cuando, tras una fiesta, llegue a casa con un inesperado tatuaje en el brazo.
Tras un sorprendente debut en 2016 con Crudo, cinco años más tarde la directora francesa Julia Ducournau se alzó con la Palma de Oro por su segundo largometraje: Titane. Esta vez, y a su paso por la última edición del Festival de Cannes, Ducournau no ha logrado la misma unanimidad, pero sí que ha despertado una interesante polémica. Como ya hizo en sus dos films anteriores, Ducournau aborda en Alpha las mutaciones del cuerpo, la vulnerabilidad humana y las relaciones familiares. En este caso, en un film que, aunque sigue revisitando a su manera el body horror, se sirve esta vez de un enfoque más melodramático, más alegórico y también, por qué no decirlo, más humanístico.
Alpha es una adolescente que vive con su abnegada madre, enfermera en un hospital. Tras una fiesta en la que bebe demasiado, Alpha regresa a casa con una “A” tatuada en su brazo. Lo que podría haber sido una simple –aunque peligrosa– gamberrada, se convertirá en una herida que nunca cicatrizará, en el punto de partida de una oscura pesadilla. Su madre estallará en pánico al pensar en la posibilidad de que la aguja utilizada para tatuar a su hija estuviera contaminada, los monstruos familiares que se hallaban adormecidos despertarán (encarnados en la figura del tío Amin) y la vida de Alpha dará un vuelco irreversible.
En Alpha, la sombra del sida es alargada y, aunque dicha palabra no se pronuncia ni una sola vez, las reminiscencias resultan evidentes. La enfermedad que se extiende imparable a lo largo del film convirtiendo a las personas en mármol provoca el mismo pánico, el estigma que se expande cual mancha de aceite es similar, los grupos de riesgo son los mismos. En definitiva, las coincidencias son demasiadas como para pasarlas por alto.