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Crítica — ‘Hacks’ Temporada 4: Los límites de la comedia

El desenlace de la tercera temporada de Hacks, la fabulosa serie creada por Lucia Aniello, Paul W. Downs y Jen Statsky, nos dejó con el corazón en un puño. ¿Sería definitiva la confrontación entre Deborah (Jean Smart) y Ava (Hannah Einbinder), la pareja con más química de la historia de la televisión reciente? La también excelente cuarta temporada ha resuelto esta duda y nos ha trasladado a un espacio nuevo, el de los entresijos de la creación de un ‘late night’, ampliando los temas recurrentes de la serie y avanzando otros nuevos.

María Adell Carmona

Hacks

Año 2025

País EE.UU.

Creadores Lucia Aniello
Paul W. Downs
Jen Statsky

Producción Max

Reparto Jean Smart
Hannah Einbinder
Paul W. Downs
Megan Stalter
Helen Hunt

Fecha de estreno 14 de marzo de 2025

Sinopsis

Deborah y Ava se enfrentan en esta cuarta temporada al desafío de presentar y escribir, respectivamente, un 'late night show' televisivo en 'prime time'.

Hacks

Año 2025

País EE.UU.

Creadores Lucia Aniello
Paul W. Downs
Jen Statsky

Producción Max

Reparto Jean Smart
Hannah Einbinder
Paul W. Downs
Megan Stalter
Helen Hunt

Fecha de estreno 14 de marzo de 2025

Sinopsis

Deborah y Ava se enfrentan en esta cuarta temporada al desafío de presentar y escribir, respectivamente, un 'late night show' televisivo en 'prime time'.

Es difícil hacer reír. Y es aún más difícil hacer reír con un humor que sea arriesgado, inteligente, inesperado, que transite caminos inexplorados. Es también complicado hacer reír si eres una mujer y tienes que luchar contra el mito, extendido durante décadas, de que la comedia es cosa de hombres. A pesar de los múltiples ejemplos que demuestran lo contrario —y que sólo en EE.UU., país en el que se desarrolla Hacks, se evidencian con nombres como los de Lucille Ball, Goldie Hawn, Lily Tomlin, Gilda Radner, Carol Burnett, Joan Rivers o Kristen Wiig, por mencionar sólo a unas pocas —, ese prejuicio persiste. De la naturaleza de la comedia (¿qué hace reír? ¿por qué unos chistes funcionan y otros no?), de su evolución (de la necesidad de abandonar los gags seguros y gastados para lanzarse al terreno más pantanoso de la sinceridad y la vulnerabilidad), de la brecha generacional (qué fantástica idea tuvieron Aniello, Downs y Statski al combinar la lógica de la buddy movie con la rapidez verbal de una screwball comedy protagonizada no por una pareja heterosexual, sino por mujeres de distinta clase, edad e identidad sexual), y de lo que significa ser mujer en un mundo de hombres, han dado buena cuenta las tres primeras temporadas de Hacks. La serie creada por Aniello, Downs (quien tiene además un papel relevante en la misma, interpretando a Jimmy, el sufridor representante de la diva encarnada por Jean Smart y de Ava —Einbinder—, su jefa de guionistas) y Statsky, sigue en su cuarta temporada explorando nuevos horizontes y profundizando en su reflexión sobre la comedia. En esta ocasión, el espacio es distinto a los anteriores: Deborah, la diva de la comedia que, en las dos primeras temporadas, vive un éxito inesperado con un nuevo espectáculo diseñado y escrito conjuntamente con Ava, la guionista millennial que, tras muchos tira y afloja, la ha conectado con el nuevo signo de los tiempos, ha conseguido cumplir el que fue su sueño durante décadas, negado por su condición de mujer. Deborah es, al fin, la presentadora de un popular late night show televisivo, mientras que Ava es su jefa de guionistas. Esto permite a las personas creadoras de Hacks incidir en uno de los temas que ya sobrevolaban la anterior temporada: la contradicción irreconciliable que supone ser una creadora en una maquinaria industrial como es el cine o la televisión. Así, sobre todo en su primera parte, la cuarta temporada de Hacks se convierte en un debate sobre la defensa de la independencia creativa en un entorno regido, rigurosamente, por los resultados comerciales o las obligaciones corporativas. Este debate lo encarnan, evidentemente, Deborah, a la que le ha costado tanto llegar donde está, que no puede permitirse perder lo que tiene, y que está dispuesta a ceder, pese a perder autenticidad, y Ava, cuya juventud e impulsividad la llevan a resistirse activamente a dejarse llevar por la corriente. 

Este tira y afloja entre Deborah y Ava, a las que Jean Smart y Hannah Einbinder encarnan con la combinación habitual de ingenio, rapidez verbal y vulnerabilidad conmovedora, permite a las personas creadoras de Hacks hablar de una industria que conocen muy bien, y que han visto mutar ante sus ojos, y reflexionar, por tanto, acerca de su presente y de su futuro como personas creadoras de comedia. Así, la inclusión de un personaje como Dancing Mom (una irreconocible y divertidísima Julianne Nicholson), estrella invitada del programa de Deborah, y una influencer pasada de vueltas, famosa por sus bailes en TikTok, permite apuntar la transformación profunda de un ecosistema mediático en el que, tal vez, la comedia televisiva (y las cómicas como Deborah, e incluso el propio formato late night) está en peligro de extinción. Como siempre, como en cada temporada, en el epicentro de Hacks, una serie divertidísima, y abrumadoramente bien escrita, están sus intérpretes: Smart y Einbinder están acompañadas de un elenco coral encabezado por Downs, como Jimmy, y por una estratosférica Megan Stalter como Kayla, los cuales protagonizan una de las secuencias más enloquecidas y divertidas de esta temporada (el intento de recomponer la sobriedad de Dancing Mom para que salga a actuar al programa) que tiene lugar en A Slippery Slope, el maravilloso noveno episodio. Dicho episodio es el ejemplo perfecto del control tonal que tienen tanto las personas creadoras como los y las intérpretes de Hacks, que hacen perfectamente posible pasar de la locura cómica de la escena con Dancing Mom a momentos de conmovedora profundidad emocional como el que protagonizan Deborah y Ava al final del mismo. En el corazón de Hacks sigue estando, por tanto, la compleja relación entre Deborah y Ava, Smart y Einbinder, una pareja de actrices con una química desbordante. No es extraño, pues, que la temporada acabe con un episodio, situado en Singapur, que no parece tanto un regreso a los orígenes como una superación definitiva de los mismos.

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