Crítica — Los domingos: Ángeles y demonios
Con ‘Los domingos’, su tercer largometraje, la cineasta vasca Alauda Ruiz de Azúa se ha convertido en la segunda directora española en ganar la Concha de Oro en el Festival de San Sebastián, después de que Jaione Camborda la consiguiera en 2023 con ‘O corno’. Y lo ha hecho con un film desconcertante, incómodo y abierto a múltiples interpretaciones, sobre una adolescente que provoca un cataclismo familiar al expresar su deseo de convertirse en monja de clausura, y que supone un paso de gigante en la trayectoria de la directora.
María Adell Carmona
23 de octubre 2025
Los domingos
Año 2025
País España
Dirección Alauda Ruiz de Azúa
Guión Alauda Ruiz de Azúa
Producción
Buena Pinta Media
Colosé Producciones
Encanta Films
Movistar+
Sayaka Producciones
Reparto
Blanca Soroa
Patricia López Arnáiz
Miguel Garcés
Nagore Aranburu
Fotografía Bet Rourich
Montaje Andrés Gil
Distribución BTeam
Duración 115 minutos
Fecha de estreno 24 de octubre de 2025
Género Drama
Sinopsis
Ainara, una joven idealista y brillante de 17 años, ha de decidir qué carrera universitaria estudiará. O, al menos, eso espera su familia que haga. Sin embargo, la joven manifiesta que se siente cada vez más cerca de Dios y que se plantea abrazar la vida de monja de clausura. La noticia pilla por sorpresa a toda la familia, provocando un abismo y una prueba de fuego para todo el mundo.
Los domingos
Año 2025
País España
Dirección Alauda Ruiz de Azúa
Guión Alauda Ruiz de Azúa
Producción
Buena Pinta Media
Colosé Producciones
Encanta Films
Movistar+
Sayaka Producciones
Reparto
Blanca Soroa
Patricia López Arnáiz
Miguel Garcés
Nagore Aranburu
Fotografía Bet Rourich
Montaje Andrés Gil
Distribución BTeam
Duración 115 minutos
Fecha de estreno 24 de octubre de 2025
Género Drama
Sinopsis
Ainara, una joven idealista y brillante de 17 años, ha de decidir qué carrera universitaria estudiará. O, al menos, eso espera su familia que haga. Sin embargo, la joven manifiesta que se siente cada vez más cerca de Dios y que se plantea abrazar la vida de monja de clausura. La noticia pilla por sorpresa a toda la familia, provocando un abismo y una prueba de fuego para todo el mundo.
En su escueta pero contundente trayectoria cinematográfica, Alauda Ruiz de Azúa parece decidida a explorar temas complejos, difíciles de interpretar de un modo unívoco. Después de retratar en Cinco lobitos (2022), su ópera prima, los claroscuros de la maternidad y el peso asfixiante de los roles familiares adquiridos (madre, hija, esposa), y de atreverse a abordar, en la magnífica miniserie Querer (2024), un asunto tan aterrador, y aún hoy día tabú, como las violaciones dentro del matrimonio, en Los domingos Ruiz de Azúa explica la historia de Ainara, una adolescente bilbaína de familia acomodada que, para sorpresa de quienes la rodean, afirma que quiere convertirse en monja de clausura. Es a partir de la expresión de ese deseo, que una conmovedora Blanca Soroa (toda una revelación) encarna con la combinación de pasión y delirio de un arrebato místico, que el frágil andamio familiar que la rodea empieza a tambalearse. En un extremo de esta lucha por la vida y el futuro de la adolescente está su tía Maite (Patricia López Arnaiz, arrolladora), una profesional que trabaja en el sector cultural, con un hijo pequeño y un matrimonio en crisis que, obcecadamente, quiere que su sobrina siga el camino que tanto trabajo ha costado labrar para las mujeres en nuestro país: universidad, trabajo, viajes, amigos… autonomía y libre albedrío, al fin y al cabo. En el extremo opuesto se encuentra el padre de Ainara, Iñaki (Miguel Garcés, excelente en un papel muy poco agradecido), un viudo con tres hijas y una nueva pareja, superado por las circunstancias y cuya inacción y pasividad ante el inesperado deseo de su hija sólo demuestran que hace tiempo que claudicó de su papel como progenitor.
Ruiz de Azúa analiza esta situación endiablada (una palabra apropiada para un film sobre, entre otras cosas, la fe cristiana) con la distancia, el rigor y la objetividad de una metódica cirujana. Si alguna espectadora espera una postura contundente y definitiva en relación con cuestiones como las creencias espirituales o el sentimiento religioso, seguramente se sentirá decepcionada. La arriesgada propuesta del film es presentar las diferentes posturas del conflicto y otorgarles un tratamiento similar, dando espacio para que las personas representantes de cada una de ellas expliquen sus motivos y razonen el porqué de su posición. La consecuencia de esta estrategia, como se demostró en las dispares críticas (casi todas positivas) y comentarios que el film suscitó tras su exitoso paso por el Festival de San Sebastián, en el que ganó la Concha de Oro, es que nos encontramos ante una obra que puede ser interpretada de forma muy distinta según las vivencias y bagaje personal, así como las inclinaciones ideológicas, de cada espectadora. En una época con tendencia a las opiniones extremas y los discursos unívocos, Los domingos parece una obra a contracorriente de los tiempos que corren, aunque se le puede achacar, tal vez, que deje demasiado sola no sólo al personaje de la tía, sino a la postura que representa. Patricia López Arnaiz defiende con uñas y dientes a un personaje femenino repleto de contradicciones y que, en su obcecada cruzada personal contra la voluntad de su sobrina, comete múltiples errores. Sin embargo, nada de lo que hace (ni los motivos, totalmente legítimos, por los que lo hace) justifican un desenlace que es difícil no leer como una suerte de castigo, o corrección, hacia un modelo de mujer (profesional, atea, independiente) cuyos claroscuros y fallos son subrayados de tal modo que facilitan que sea tildada de intolerante en vez de ser percibida, como muchas veces a lo largo de la película lo es, como la voz de la razón.