Crítica — Ruido: Reclamando una voz propia, en femenino, en el mundo del ‘freestyle’
El primer largometraje de Ingride Santos se adentra en la subcultura urbana de nuestro país para seguir la lucha de la protagonista, una joven afrodescendiente, por hacerse un hueco en este escenario.
Eulàlia Iglesias
27 de noviembre 2025
Ruido
Año 2025
País España
Dirección Ingride Santos
Guion
Ingride Santos
Lluís Segura
Producción
Filmin
Sábado Películas
Playtime Movies
La Corte
Reparto
Latifa Drame
Judith Alvarez Vargas
Aasari Bibang
Lobo Estepario
Fotografía Beatriz Sastre
Montaje Fernanda Gascón
Música Cookin' Soul
Distribución Filmax
Duración 83 min
Fecha de estreno 28 de noviembre
Género Drama musical
Sinopsis
Lati encuentra refugio en el rap tras la muerte de su padre y, dos años después, sueña con triunfar en el mundo de las batallas de freestyle. Sin embargo, su madre, una mujer rigurosa, no tolera esta vocación porque la considera peligrosa y vulgar. Lati se entrenará a escondidas con Judy, una antigua promesa del freestyle, que la ayudará a enfrentarse a sus propios límites, descubriendo que la verdadera batalla no se libra sólo en el escenario, sino también dentro de ella.
Ruido
Año 2025
País España
Dirección Ingride Santos
Guion
Ingride Santos
Lluís Segura
Producción
Filmin
Sábado Películas
Playtime Movies
La Corte
Reparto
Latifa Drame
Judith Alvarez Vargas
Aasari Bibang
Lobo Estepario
Fotografía Beatriz Sastre
Montaje Fernanda Gascón
Música Cookin' Soul
Distribución Filmax
Duración 83 min
Fecha de estreno 28 de noviembre
Género Drama musical
Sinopsis
Lati encuentra refugio en el rap tras la muerte de su padre y, dos años después, sueña con triunfar en el mundo de las batallas de freestyle. Sin embargo, su madre, una mujer rigurosa, no tolera esta vocación porque la considera peligrosa y vulgar. Lati se entrenará a escondidas con Judy, una antigua promesa del freestyle, que la ayudará a enfrentarse a sus propios límites, descubriendo que la verdadera batalla no se libra sólo en el escenario, sino también dentro de ella.
«El barrio lo puedes amar u odiar, pero no te lo puedes inventar», sentencia en Ruido Judy (Judith Alvarez Vargas), la mentora de la protagonista, Lati (Latifa Drame), que está aprendiendo la esencia del rap. Lati es una joven de Barcelona que hace prácticas para trabajar como higienista bucodental mientras intenta hacerse un hueco en la escena del freestyle. Su primera incursión en el rap improvisado ha sido un fracaso. En un territorio tan hipermasculinizado como el de la cultura urbana, y en un formato artístico que da protagonismo a las batallas de gallos, cuya base es lanzar invectivas personales a los oponentes, Lati es recibida con una lluvia de rimas machistas y racistas en cuanto abre la boca para cantar en un encuentro. La falta de práctica le juega una mala pasada y se retira. Pero, lejos de abandonar, la chica decide buscar una “sherpa”, como dice ella, que la acompañe en su ascenso: Judy.
Desde su irrupción en los años setenta en los guetos de Nueva York, el hip hop se ha convertido en el patrón de expresión artística más universal para jóvenes de entornos metropolitanos de todo el mundo que se sienten marginados por razones socioeconómicas, urbanas y culturales. Ruido, el primer largometraje de Ingride Santos, incide en un imaginario, el de la cultura urbana en nuestro país, poco frecuentado por el cine. Y aún menos desde el punto de vista del filme: el de una chica afrodescendiente que quiere hacerse un hueco en un mundo muy vertebrado por expresiones de la masculinidad hegemónica.
Santos lleva años interesándose por esta subcultura. Su corto Beef (2019), producido por Isabel Coixet, ya se ambientaba en este entorno. Y eso se nota en una película que alcanza algunos de sus mejores momentos cuando se adentra en los encuentros de freestyle y deja espacio para que las actuaciones brillen en su integridad, sin limitarlas a que funcionen como paisaje de fondo. Ruido plasma el viaje de una chica que cumple con todas las características para triunfar en este entorno, pero se encuentra con dos retos a superar: el machismo imperante en la escena y la oposición de su madre, Aminata (Asaari Bibang), que considera esta actividad “haram”, sobre todo por la influencia de la familia de Mali, su país de origen. El filme busca así hablar de una realidad doblemente invisibilizada: por un lado, la experiencia de las chicas en la cultura urbana; y por otro, la de las jóvenes afrodescendientes que experimentan discriminación y conflicto cultural tanto fuera como dentro de casa.