Crítica — Sorda: Maternidades que cuestionan la normatividad

Como sociedad descarnadamente capacitocentrista que somos, damos la espalda a todas aquellas personas que no cumplen unos estándares muy concretos. Condicionantes como tu país de procedencia, tu género, tu sexo biológico o tu color de piel pueden, por supuesto, complicarte la vida, pero lo tendrás muchísimo más difícil si a ello le añadimos cualquier tipo de diversidad funcional. Este es el caso de Ángela, que como mujer sorda ha de hacer frente a numerosos problemas en su día a día. A pesar de contar con amistades, progenitores y un marido que la quiere, su cotidianidad está plagada de innumerables dificultades, fruto de la escasa sensibilización de la sociedad hacia las personas con sordera –a las que, o bien ignora, o bien victimiza–. Cuando Ángela se quede embarazada, dichos problemas se volverán incluso más patentes. Según el doctor que supervisa su embarazo, la criatura tiene un 50% de posibilidades de ser sorda. Las pruebas se realizan una vez el bebé ha nacido, pero a veces no son concluyentes y hay que esperar. Dicha espera, por supuesto, generará tensión entre Ángela y Héctor, su marido oyente. Ambos quieren lo mejor para el bebé, como es obvio, pero Ángela, como cualquier madre, también quiere establecer un vínculo con la criatura que lo resista todo.

No son pocos los momentos de este film en los que se pone sobre la mesa la falta de interés por parte de la sociedad en aprender la lengua de signos. No son pocos los momentos de este film en los que tomamos conciencia de todas las barreras que, como personas oyentes, ponemos constantemente a aquellas que no lo son. Especialmente destacable –por lo dura, descarnada, indignante e insoportable– es la secuencia del parto, que deja patente que la violencia obstétrica a menudo ejercida por el personal médico durante los partos es mucho más acusada cuando son mujeres sordas las que dan a luz.

Esta es, a grandes rasgos, la historia que nos narra Sorda, la ópera prima de Eva Libertad (también guionista del filme), basada en un cortometraje homónimo que dirigió en 2021 y que fue nominado a un Goya. Ambos, el corto y el largo, están protagonizados por Miriam Garlo, hermana de la directora y sorda desde los siete años de edad.