Crítica — Un sueño más largo que la noche: Un final feliz
Filmin estrena la restauración en 4K del clásico feminista de Niki de Saint Phalle, una reinterpretación de los cuentos de hadas tradicionales que muestra la faceta de cineasta que desarrolló en paralelo a su obra plástica.

Un sueño más largo que la noche (Un rêve plus long que la nuit)
País Francia
Año 1976
Dirección Niki de Saint Phalle
Guion Niki de Saint Phalle
Producción Auditel
Reparto
Laura Duke Condominas
Laurence Bourqui
Laurent Condomidas
Niki De Saint Phalle
Jean Tinguely
Marina Karella
Fotografía Bernard Zitzermann
Montaje
Nicole Garnier
Dominique Cazeneuve
Música Peter Whitehead
Distribución Filmin (España)
Duración 82’
Fecha de estreno (restauración 4K) 30 de mayo 2025
Sinopsis
La joven princesa Camélia, transformada mágicamente en adulta, debe atravesar un paisaje fantasmagórico y surrealista lleno de seres encantados, duendes fantásticos y demonios de aspecto humano. A lo largo de su viaje hacia la edad adulta, navega por un campo minado de patriarcado, enfrentándose a una serie de espantosos encuentros en este caprichoso y surrealista nuevo mundo.
Un sueño más largo que la noche (Un rêve plus long que la nuit)
País Francia
Año 1976
Dirección Niki de Saint Phalle
Guion Niki de Saint Phalle
Producción Auditel
Reparto
Laura Duke Condominas
Laurence Bourqui
Laurent Condomidas
Niki De Saint Phalle
Jean Tinguely
Marina Karella
Fotografía Bernard Zitzermann
Montaje
Nicole Garnier
Dominique Cazeneuve
Música Peter Whitehead
Distribución Filmin (España)
Duración 82’
Fecha de estreno (restauración 4K) 30 de mayo 2025
Sinopsis
La joven princesa Camélia, transformada mágicamente en adulta, debe atravesar un paisaje fantasmagórico y surrealista lleno de seres encantados, duendes fantásticos y demonios de aspecto humano. A lo largo de su viaje hacia la edad adulta, navega por un campo minado de patriarcado, enfrentándose a una serie de espantosos encuentros en este caprichoso y surrealista nuevo mundo.
A día de hoy, está más que claro que la Historia, tal y como la hemos aprendido durante siglos, ha sido escrita por hombres blancos. Esto ha llevado a que en la Historia del arte y la cultura se haya ignorado (de manera activa o pasiva) la existencia de un sinnúmero de obras creadas por personas con identidades disidentes, entre ellas, mujeres. El trabajo de la historiografía feminista consiste entonces en recuperar estas obras, en redirigirir la mirada hacia lo olvidado y arrojar luz sobre aquello que se ha mantenido en la oscuridad, trascendiendo la mera idea de inclusión en el canon para dejar ver las grietas que ahora intentamos reparar y para encontrar, en el propio germen de estas obras, una voluntad de lucha contra la cosmovisión heteropatriarcal. Por ello, en lo que al cine respecta, las labores de restauración se hacen indispensables en el proceso de recuperación de piezas que, por una u otra razón, se han perdido o han estado escondidas durante mucho (quizás incluso demasiado) tiempo.
Tal es el caso de Un sueño más largo que la noche, primer y único largometraje en solitario de Niki de Saint Phalle. La pintora y escultora fue una figura destacada en el ámbito del arte contemporáneo y feminista que se impulsó en la segunda mitad del siglo XX (en concreto, en las décadas de 1960 y 1970). Sin embargo, mucho menos conocida resulta su faceta como realizadora cinematográfica que, aunque breve, explora a través del lenguaje fílmico muchas de las motivaciones ya presentes en su obra plástica. Restaurada en 4K a partir de los negativos originales de 16 mm –bajo la supervisión de su sobrina Arielle de Saint Phalle–, la cinta sucesora de Daddy (1973, realizada junto a Peter Whitehead) revisita un género en el que las mujeres a menudo han sido protagonistas más no narradoras de sus propios relatos: el cuento de hadas. Camélia es una niña que se adentra en un reino desconocido, donde, tras ser convertida en una mujer adulta, pasará a conocer la realidad oscura detrás de la fantasía. De esa manera, el viaje de Camélia será uno que la lleva del sueño al despertar, de las restricciones de los supuestos ideales que, según estas historias, marcan la vida de las mujeres a la liberación personal y colectiva.
A propósito del énfasis en la colectividad, que se refleja en escenas donde las mujeres se reúnen y resisten a los peligros del patriarcado, resulta interesante destacar cómo en la propia realización del film también se halla este espíritu de creación que trasciende el individualismo y el mito de autor, eminentemente masculino. Además del trabajo en conjunto con su pareja, el también artista Jean Tinguely, en el equipo destaca la presencia de mujeres delante y detrás de la cámara: desde la hija de ambos, Laura Duke Condominas, en el papel protagónico, hasta el diseño de vestuario a cargo de Marie Beltrami y Paula Sandoval, o el montaje a cuatro manos de Nicole Garnier y Dominique Cazeneuve.
Lo anterior, además, apunta a una multidisciplinariedad característica tanto de la obra de Niki de Saint Phalle como del arte y cine de vanguardia en general, donde la imagen cinematográfica se mezcla con esculturas, dibujos, animación (por ejemplo, la secuencia del “milagroscopio”) o incluso vínculos con la performance y la danza. Esto también la acerca a otras artistas y cineastas como Maya Deren o Ulrike Ottinger, en cuyas obras destaca el pulso experimental y la intención de juego, apuntando a una liberación absoluta de las normas.
En Un sueño más largo que la noche esto se relaciona también con la experiencia infantil: con la idea del cine y el arte como patio de juegos, donde la creatividad alcanza su máxima expresión. Las formas fílmicas se liberan, permitiendo una experimentación con el movimiento y una ruptura con la narración tradicional. Pero, además, Saint Phalle conecta con Ottinger en la idea de construir utopías feministas en pantalla: universos suspendidos en el tiempo, donde las mujeres dejan atrás las reglas del mundo heteropatriarcal y deciden crear uno propio, gobernado por el deseo femenino. “Deseo, luego existo”, decía Angela Carter, quien dedicó su obra literaria a reinterpretar los cuentos clásicos infantiles desde una lente feminista. En el cuento de hadas de Saint Phalle las mujeres existen, desean y se narran a sí mismas. Por fin, un verdadero final feliz.