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Crítica — Una casa llena de dinamita: Cuando despertó, la amenaza nuclear todavía estaba allí

Kathryn Bigelow nos ofrece, en su undécimo largometraje, un tenso thriller que muestra los entresijos de una crisis geopolítica

Marla Jacarilla

Una casa llena de dinamita: Cuando despertó, la amenaza nuclear todavía estaba allí

Una casa llena de dinamita (A House of Dynamite)

Año 2025

País Estados Unidos

Dirección Kathryn Bigelow

Guion Noah Oppenheim

Producción Netflix
First Light Pictures
Prologue Entertainment
Kingsgate Films

Reparto Idris Elba
Rebecca Ferguson
Gabriel Basso
Jared Harris
Tracy Letts
Anthony Ramos
Moses Ingram

Fotografía Barry Ackroyd

Montaje Kirk Baxter

Música Volker Bertelmann

Distribución Netflix

Duración 112 minutos

Fecha de estreno 10 de octubre de 2025

Género Thriller

Sinopsis

Un misil de origen desconocido es lanzado contra Estados Unidos. Desde la Casa Blanca tendrán tan solo dieciocho minutos para impedir que estalle contra Chicago provocando una catástrofe nuclear.

Una casa llena de dinamita (A House of Dynamite)

Año 2025

País Estados Unidos

Dirección Kathryn Bigelow

Guion Noah Oppenheim

Producción Netflix
First Light Pictures
Prologue Entertainment
Kingsgate Films

Reparto Idris Elba
Rebecca Ferguson
Gabriel Basso
Jared Harris
Tracy Letts
Anthony Ramos
Moses Ingram

Fotografía Barry Ackroyd

Montaje Kirk Baxter

Música Volker Bertelmann

Distribución Netflix

Duración 112 minutos

Fecha de estreno 10 de octubre de 2025

Género Thriller

Sinopsis

Un misil de origen desconocido es lanzado contra Estados Unidos. Desde la Casa Blanca tendrán tan solo dieciocho minutos para impedir que estalle contra Chicago provocando una catástrofe nuclear.

A sus setenta y tres años, la directora Kathryn Bigelow demuestra que sigue en plena forma y que ella solita es capaz de dinamitar –valga el juego de palabras– ese cliché según el cual las mujeres sólo pueden dirigir dramas intimistas o documentales de bajo presupuesto. En un recorrido vital tan arriesgado como desconcertante, Bigelow formó parte de un grupo de artistas conceptuales, fue agente de policía, se casó con James Cameron, se divorció de él dos años después y, en 2008, se convirtió en la primera mujer en ganar el Óscar a la mejor dirección por En tierra hostil, film ambientado en la guerra de Irak. Casi ocho años han pasado desde que se estrenara su anterior película, Detroit (2017), y tal vez sea esta la razón por la que el estreno de su nuevo largometraje ha despertado tantas expectativas. 

Es curioso que en España el título original (A House of Dynamite) se haya traducido como «Una casa llena de dinamita» y no como «Una casa de dinamita»; título este mucho más fiel al original, y que sí tiene en países como México o Argentina. Porque una casa construida por completo con explosivos resulta una metáfora mucho más acertada para un país como EEUU. Un país en el que los cimientos, las paredes, las vigas, el techo o los vidrios de las ventanas podrían estallar en cualquier momento, casi por cualquier razón. Un país que sobrevive milagrosamente al polvorín que ha creado a su alrededor, sobre todo ahora que ha elegido a un presidente con perfil psicopático que toma una decisión nefasta cada dos minutos y medio. Un país en el que, no lo olvidemos, aproximadamente un tercio de las personas adultas posee un arma de fuego. 

Pero regresemos al tema que nos ocupa. Podría parecernos que la premisa de Una casa llena de dinamita no es especialmente novedosa: crisis geopolítica, resurrección de la Guerra Fría, posibilidad de apocalipsis inminente, Estados Unidos como centro del universo… ¿Qué pasaría si, un día cualquiera, la amenaza nuclear se convirtiera en un hecho y el país fuese atacado por un misil de procedencia desconocida? ¿Qué pasaría si dicho misil impactara sobre Chicago, tercera ciudad más importante del país, en la que viven casi diez millones de habitantes?

Mediante el uso de una frenética cámara en mano y de dinámicos planos secuencia, Bigelow disecciona los escasos dieciocho minutos que transcurren desde que el misil es detectado hasta que está a punto de estallar. Pero no lo hace exactamente en tiempo real, sino que dilata dicho intervalo y narra esos interminables y tensos minutos desde tres puntos de vista distintos: la sala de crisis de la Casa Blanca, los altos mandos militares y, finalmente, el propio presidente de Estados Unidos (interpretado por Idris Elba en una suerte de émulo de Barack Obama).

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