FESTIVALES

Festival de Sitges — Aquelarres imaginados

La comunidad de cineastas mujeres en el género es cada vez más potente e indudable. Así lo demuestran algunos de los filmes más destacados de la 58.ª edición del Festival de Sitges: propuestas radicales que, dentro y fuera de la Sección Oficial, establecen líneas de subversión y comparten un espíritu de transformación desde la mirada feminista. Aquí repasamos algunas de ellas.

Daniela Urzola

Camp

CAMP (Avalon Fast)

¿Qué habrá sentido la primera mujer que vio El hada de las coles (1896)? El cortometraje de Alice Guy-Blaché es un hito por muchas razones: no sólo se considera la primera película narrativa de la historia, sino que, además, dirigida y protagonizada por una mujer, es quizás la primera en establecer una línea de identificación que empieza por la cineasta, sigue con la actriz y acaba en la espectadora. Un diálogo libre entre miradas femeninas que se vería truncado por el auge de una industria que durante décadas estaría controlada por el male gaze. Estas inquietudes aquí planteadas no son arbitrarias, las suscita una escena que se repite varias veces en La torre de hielo: cuando la joven Jeanne contempla, desde las sombras de detrás del proyector, a La Reina de las Nieves, interpretada por Cristina (Marion Cotillard), una actriz que parece tenerla bajo un hechizo. La adaptación ficticia del cuento de Hans Christian Andersen le sirve a Lucile Hadžihalilović para estudiar la compleja relación de fascinación mutua entre estas mujeres. En medio de los decorados del plató surge una historia que, como el personaje titular del relato, es tan deslumbrante como perversa. La deconstrucción del cuento de hadas se convierte así en una excusa para volver a traer al centro la mirada femenina.

No es esta la única obra vista en el Festival de Sitges que comparte un punto de partida similar. Prueba de ello es, nada más y nada menos, la gran ganadora de la edición: La hermanastra fea, de Emilie Blichfeldt. Como en el filme de Hadžihalilović, aquí la trabajada estilización visual contrasta con una realidad anclada en la crudeza de un subgénero como el body horror. Tomando como inspiración el cuento clásico de La Cenicienta, Blichfeldt vira la mirada hacia los “personajes secundarios” para hablar sobre los imposibles cánones de belleza occidentales en la línea de otras cineastas de género como Coralie Fargeat con La sustancia (2024) o Jen y Sylvia Soska en American Mary (2012). Jeanne (La torre de hielo) y Elvira, la supuesta “hermanastra fea”, encarnan dos retratos de la obsesión, si bien el objeto de esta es distinto para cada una. Así, es posible identificar una de tantas líneas de diálogo entre el cine realizado por mujeres que destacamos de esta edición, como también lo es la sororidad imaginada entre las protagonistas de Mother’s Baby (Johanna Moder) y Si pudiera, te daría una patada (Mary Bronstein) –esta última protagonizada por Rose Byrne, ganadora del premio a la mejor interpretación femenina–, unidas por la experiencia abrumadora, incluso a veces perturbadora, de la maternidad en diferentes etapas.

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