Marta Gómez, Paula Iglesias, Sara Blanco — Un proyecto colectivo (de mujeres)

“Queríamos reapropiarnos de la palabra ‘sinsorga’, tantas veces usada para descalificar a las mujeres, y convertirla en bandera de libertad y dignidad. El documental es un homenaje a todas aquellas mujeres que se atreven a cuestionar lo establecido”

Llámame Sinsorga se estrenó en el ZINEBI de Bilbao el lunes pasado y este viernes llega a las salas de cine. Es un documental observacional y participativo que sigue, a lo largo de más de un año, la construcción de La Sinsorga, un centro cultural en el casco viejo de Bilbao dirigido por Irantzu Varela y Andrea Momoitio. El centro rehabilita una antigua tienda de vestidos de novia, lo que le otorga una dimensión simbólica muy interesante: pasar del amor romántico a la sororidad entre mujeres. Pero lo que hace más especial el proyecto es que las dos amigas se propusieron hacer toda la obra de reconstrucción únicamente con mujeres: obreras, fontaneras, carpinteras, albañiles, electricistas. Marta Gómez y Paula Iglesias siguen a este grupo de mujeres, las acompañan, participan en esa construcción de un espacio nuevo y lo dejan retratado en un divertido y potente documental: Llámame Sinsorga.

Al día siguiente de su estreno en Bilbao pudimos hablar con las tres responsables de la productora Al Borde Films. Estaban a punto de irse a Madrid al preestreno, pero nos dedicaron generosamente su tiempo. Estaban encantadas de hablar con Filmtopia, un proyecto con el que La Sinsorga y la productora tienen mucho en común. Sara Blanco estuvo poco rato, tenía otro compromiso, pero con Marta y Paula la conversación por Zoom fue larga, divertida y muy interesante.

¿Cómo se genera este proyecto tan especial?

Sara. A Irantzu Varela y a Andrea Momoitio las conocíamos hace tiempo, ya habíamos trabajado juntas previamente. Ellas se acercaron a nosotras para contarnos su idea. Habían alquilado un espacio porque querían hacer un centro cultural y querían documentar su reconstrucción. Más allá de lo que implica la idea de un centro así, a nivel cultural, ideológico y social, lo que nos decidió fue cómo querían hacerlo. “Queremos hacer esta transformación únicamente con mujeres”. Ya no tuvimos dudas. La primera intención era mostrar cómo las cosas se pueden hacer de manera diferente, pero eso fue cambiando a medida que surgían los problemas.  Hacerlo íntegramente con mujeres fue imposible y eso cambió un poco el discurso: de “vamos a demostrar que se pueden hacer las cosas de forma distinta” a “ni poniendo todas las ganas lo hemos podido hacer.” Está claro que hay espacios a los que a las mujeres nos cuesta acceder.