Laura Citarella — Hacer cine contra viento y marea
El Festival U-22 ha tenido este año como invitada internacional a la directora argentina Laura Citarella, que presentó en el Auditorio de la Fundación Miró su ópera prima ‘Ostende’, acompañada del cortometraje ‘El affaire Miu Miu’. En esta entrevista conversamos con ella sobre sus películas y también sobre su labor como productora en El Pampero Cine.
Marla Jacarilla
30 de octubre 2025
Laura Citarella en el Festival U-22 (Foto Izel Serra)
Cuando Laura Citarella se dio a conocer en 2022 ante el público español con la desbordante Trenque Lauquen, no era en absoluto una debutante en el mundo del cine. Además de varios cortometrajes, ya había dirigido su ópera prima Ostende y codirigido dos largometrajes más: La mujer de los perros (junto con Verónica Llinás) y el documental Las poetas visitan a Juana Bignozzi (junto con Mercedes Halfon). A todo esto, podemos sumar su amplísima experiencia como productora en El Pampero Cine, una gran familia en la que todos sus miembros dirigen, escriben, actúan, producen y hacen lo que sea necesario para sacar adelante sus películas. Películas como Trenque Lauquen o como La flor (Mariano Llinás, 2018), considerada hasta el momento como la película más larga del cine argentino (ochocientos ocho minutos que se pasan en un suspiro). Películas realizadas tal vez con pocos medios, pero con muchísima imaginación, talento y sentido del humor. Películas tan pequeñas a nivel presupuestario como inmensas a nivel de calidad cinematográfica. Sin duda alguna, los miembros de El Pampero Cine nos ofrecen con sus films un insuperable ejemplo de autosuficiencia, versatilidad y resiliencia que, en tiempos de recortes sangrantes en la cultura –ejemplificados de modo literal en la motosierra de Javier Milei–, resultan más necesarias que nunca.
Con una madre bioquímica y un padre ingeniero, ¿de dónde surge la pasión por el cine?
En realidad es muy raro, porque mi padre y mi madre vienen de las matemáticas y ni a mi hermano ni a mí se nos dieron muy bien las matemáticas; pese a que la producción de cine, que también hago, tiene un mundo financiero. Pero es más logístico, ingenieril, que matemático. Pero desde nuestra infancia nos incentivaron a desarrollar nuestra creatividad. Mi familia venía de Trenque Lauquen, mi abuelo era carpintero y mi abuela modista. Mi padre y mi madre fueron la primera generación en ir a la universidad. Desde los sectores sociales de los que venían pudieron comprarse sus casas, tener trabajo, ascender económicamente… Pese a eso también hay muchos casos de gente que terminó empeñando sus vidas para conseguir ese progreso y quizás no hicieron del todo lo que les gustaba. Mi papá era músico también, porque su papá era músico. Y mi papá desde muy chico tocaba el piano con su papá y al día de hoy sigue tocando, y toca muy bien. Por eso a mi hermano y a mí desde nuestra infancia se nos guio hacia otro tipo de disciplinas, otro tipo de actividades con más sensibilidad, y eso naturalmente nos alejó muchísimo –a mi hermano, que es músico, y a mí, que soy cineasta– de la idea de continuar el legado matemático de mi familia.
En nuestra infancia vivíamos en La Plata. En aquel momento no había rutas directas, así que estaba a dos horas de Buenos Aires. Nos llevaban todos los fines de semana a ver un recital, un concierto y después a comer. Todo el tiempo había actividades fuera de nuestra ciudad, mucho incentivo y contacto con todo un mundo que no era el de mi padre y mi madre, pero del que disfrutaban. En mi casa siempre fue muy importante la música. Mi hermano tomó la música como su profesión. Yo la tomé como un hobby y encontré en el cine mi lugar de pertenencia.