Marta Medina — Dejarse arrebatar

Considerada una de las mejores películas españolas de todos los tiempos, Arrebato es un film maldito y, al mismo tiempo, único, que ha sido inspiración para muchos y muchas cineastas. Arrebato habla de cine, habla de vampiros, habla de desapariciones, pero, sobre todo, habla del poder mágico e hipnótico de las imágenes proyectadas. Su influencia se extiende a lo largo de más de cuarenta años desde su estreno en 1979, aunque su presencia ha sido como un Guadiana que aparece y desaparece con el paso del tiempo.

En 2010, Andrés Duque filmó el documental Mi arrebato con Iván, con la presencia y colaboración del propio Zulueta. Lo que han hecho Marta Medina y Enrique López Lavigne es muy diferente. Partiendo de material inédito, los super 8 de Iván, y con la colaboración de Jaime Chávarri y Virginia Montenegro, entre otras personas entrevistadas, han construido un film que es una revisitación al Arrebato original: un diálogo entre la película de 1979 y la que ellos están filmando ahora. Una experiencia de cine que nace de un film que ya es, en sí mismo, una experiencia única. Quienes conozcan la película de Iván Zulueta encontrarán en El último arrebato una nueva luz; quienes no conozcan Arrebato, querrán verla cuanto antes. Eusebio Poncela, su protagonista, murió un par de semanas antes del pase en el Festival de San Sebastián,  lo que le dio a la película de Medina y Lavigne una nueva capa emocional. De Eusebio, de Iván, del cine, de todo ello pudimos hablar en San Sebastián con Marta Medina, crítica de cine y ahora codirectora de El último arrebato.