REPORTAJES

Mujeres directoras del Cine Latinoamericano en el Siglo XXI: ¿Espejismo o espléndida realidad? (II)

La primera entrega de este rápido y no exhaustivo estudio sobre el cine dirigido por mujeres en Latinoamérica concluía en el año 2000. Ahora toca fijarse en las más recientes, aquellas que han debutado o consolidado su carrera en este primer cuarto del siglo XXI: una auténtica explosión colectiva de cineastas latinas, de la que son prueba las casi veinte entrevistas que hemos realizado en Filmtopia con directoras que ruedan su primer largometraje o afianzan su trayectoria en estos 25 años.

Nuria Vidal

la teta asustada

La teta asustada (2009) de Claudia Llosa

Estamos hablando de cineastas nacidas entre 1970 y el año 2000, que viven realidades muy distintas en cada país. Las cinematografías más clásicas —México y Argentina— son las que concentran un mayor número de directoras, algo lógico si tenemos en cuenta su historia. Sin embargo, en este inicio del siglo XXI, Chile y Colombia han experimentado un crecimiento enorme, mientras que en Venezuela y Cuba prácticamente han desaparecido. Por otro lado, cinematografías antes inexistentes están dando excelentes directoras y apuntan a un futuro prometedor: Costa Rica, Perú, Panamá, Ecuador, Paraguay. Es evidente que en este florecimiento del cine dirigido por mujeres en América Latina ha influido mucho el programa Ibermedia, creado en 1998 con el objetivo de fomentar la coproducción y distribución de películas iberoamericanas.

No hay un común denominador en el cine de estas mujeres, ni siquiera dentro de un mismo país, donde se manifiestan tendencias y corrientes muy distintas. Su cine no es homogéneo en ningún caso: son cineastas que abordan los temas desde perspectivas distintas, con la única constante de tener un claro protagonismo femenino. Son relatos de mujeres urbanas o rurales, históricos o de género; a veces reivindicativos, casi siempre de denuncia frente a violencias o abusos, pero en otras ocasiones simplemente descripciones del placer de contar pequeñas historias  cotidianas de mujeres que quieren ser algo más que madres, esposas, abuelas, hermanas o novias, y que desean vivir su sexualidad sin miedos ni represiones.

Sí se pueden detectar, no obstante, dos rasgos comunes en contextos muy alejados: la creciente incorporación de actrices que se atreven a ponerse detrás de la cámara para contar sus propias historias, como es el caso de Dolores Fonzi o Manuela Martelli, y la tendencia a trabajar en tándem directora-productora, alternando funciones de una película a otra: Mariana Rondón-Marité Ugás, Fernanda Valadez-Astrid Rondero, Cecilia Atán-Valeria Pivato.

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