Rosalie Varda y Florence Tissot — Agnès Varda. Fotografiar, filmar, reciclar
Florence Tissot: “La exposición del CCCB es bastante diferente de la exposición de París, es más completa, más grande. Incorpora toda la dimensión del arte contemporáneo de Agnès Varda, que corresponde a su tercera vida.”
Pocas veces podemos disfrutar de una exposición tan completa, apasionante y divertida como la que se acaba de inaugurar en el CCCB de Barcelona. Agnès Varda. Fotografiar, filmar, reciclar no es sólo una exposición sobre una directora excepcional, sin que es el retrato de una mujer que atraviesa setenta años de historia del cine, del mundo, de la sociedad y del arte. La exposición es una ampliación de la que se presentó en la Cinemathèque de París en noviembre del año pasado con el nombre de Viva Varda!, comisariada por Florence Tissot.
Agnès Varda. Fotografiar, filmar, reciclar nos permite conocer la figura de Agnès Varda desde muchos ángulos y abarcar toda su vida. Descubrirla. Todo esto ha sido en parte gracias al trabajo de Rosalie Varda, hija de la directora que se ha encargado de la dirección artística de la muestra, además de ceder muchos de los documentos personales y privados que conservaba su madre. Rosalie es más que una hija o una conservadora. Rosalie era parte de la vida de Agnès. En la entrevista que nos concedió el día de la inauguración, Rosalie comete un error muy significativo, cuando afirma “hace quince años que trabajo”, se detiene y rectifica: “trabajaba”. Es una prueba de que esta mujer, dedicada a conservar la memoria de sus padres, Agnès Varda y Jacques Demy (en realidad su padrastro), sigue manteniendo un hilo sentimental y profesional en presente con ella y con su obra. Cine-Tamaris, la productora que fundó Agnés Varda, con el nombre de un árbol tropical que le gustaba mucho, tuvo siempre una imagen icónica muy reconocible, la gata Zgougou mirando a cámara. Rosalie mantiene la productora, mantiene el nombre, aunque confiesa que ya no tiene gatos. La última, Nini, murió poco después de la muerte de Agnès en 2019. Probablemente de tristeza.
En la inauguración de Barcelona pudimos hablar con Rosalie Varda y Florence Tissot, y compartimos con ellas su entusiasmo y su amor a Agnès Varda.
El título de la exposición en Barcelona
Florence: La exposición de Barcelona tiene un título diferente a la de París que se llamaba Viva Varda! El CCCB quería insistir en el carácter polimorfo de la obra de Agnès Varda, el hecho de que ella atravesó distintas formas artísticas muy diferentes: fotografía, historia del arte, cine, arte contemporáneo. Era importante para ellos mostrar cómo había podido tener esta polivalencia y este interés incesante por diferentes formas artísticas.
Rosalie: La exposición Viva Varda!, que empezó en la Cinemathèque Française en París y que ahora llega al CCCB de Barcelona, es formidable. Es una manera de compartir la vida de Agnès, su obra, sus películas. Para mí es algo muy importante. Hace más de diez años, quince en realidad, que trabajo a su lado, que trabajaba a su lado. Produje sus films, produje las exposiciones. Es evidente que mi profesión ahora mismo es la de compartir la obra de Agnès Varda y de Jacques Demy, mis padres. Estoy muy contenta.
Cosas nuevas en la exposición de Barcelona
F: La exposición del CCCB es bastante diferente de la exposición de París, es más completa, más grande. Incorpora toda la dimensión del arte contemporáneo de Agnès Varda, que corresponde a su tercera vida. En París no teníamos espacio para presentarla. En cuanto al trabajo del CCCB y de Imma Merino, ellos han querido recalcar la relación particular de Agnès Varda con Catalunya, recordando el gran viaje que Agnès Varda hizo a mediados de los años cincuenta por Catalunya, España y Portugal. Ella tenía una relación muy especial con sus vecinos, unos españoles que habían huido del régimen de Franco. Toda esta historia está presente aquí. Así como su gusto por la pintura de Tàpies y Dalí. Eso es una novedad en Barcelona en relación con la exposición de París.
El trabajo de documentación
F: Agnès Varda era una gran coleccionista. Guardaba todo, sus archivos, sus proyectos no realizados. Fue difícil escoger qué mostrábamos en esta exposición porque hay un fondo de archivo extraordinario. Fue necesario hacer un guion. Para nosotras lo importante era destacar dos polos importantes de su obra. El hecho de que tuvo a la vez, y siempre, una gran comprensión de la sociedad y sus transformaciones políticas y, al mismo tiempo, quiso renovar el lenguaje cinematográfico. La exposición se construyó sobre estos dos polos que se entremezclan siempre en su obra y son determinantes.
Lo más interesante
R: En esta exposición hay tres cosas que me interesan mucho. La primera es mostrar el arte contemporáneo con sus instalaciones, Borde de mer, Le tombeau de Zgougou, y sobre todo Les veuves de Noirmoutier, que es una instalación para mí muy importante, una instalación que mezcla el documental, algo que a Agnès le gustaba mucho, su vida personal en tanto que viuda, y el concepto de una instalación. También hay una serie de fotografías que hizo aquí, en Catalunya, en 1955 cuando vino de viaje, y su compromiso político. Ella acogió a una familia de refugiados políticos, la familia Lorca que había huido de Franco, y vivió con ella varios años. Su hijo Ulises fue para Agnès una fuente de inspiración importante. En la exposición hay salas de proyección donde se pueden ver cortometrajes. Me parece que es una exposición extremadamente rica para descubrir la obra de Agnès Varda.
F: Yo prefiero la última parte que se focaliza en el feminismo porque pienso que si hablamos hoy de la herencia de Agnès Varda es porque es muy importante como mujer que supo trazar su camino en un medio mayoritariamente constituido por hombres. Habló muchas veces del lugar de las mujeres en el cine. Pero también las cuestiones feministas están presentes en su cine por la manera cómo renovó los personajes femeninos, les dio un lugar muy importante en sus films y también por la manera cómo renovó las relaciones de las mujeres y los hombres. Creo que pudo tratar el tema del feminismo a la vez de una manera muy explícita, pero también mucho más ambivalente. Encuentro que esto es apasionante.
Despertar la curiosidad de las nuevas generaciones
R: Yo les diría que lo extraordinario es que Agnès ha atravesado el siglo y las tecnologías. Empezó en 1949 como fotógrafa, hizo su primera película en 1954, tenía 26 años, y acabó su vida en 2019 con instalaciones de arte contemporáneo. Les diría, venir a ver cómo se puede ser libre, curiosa, comprometida, feminista, alegre y hacer una obra rica, una obra muy personal, haciendo ficción, documental, instalaciones de vídeo. Esta exposición en el CCCB muestra de verdad toda su carrera y al mismo tiempo su rigor. Su compromiso. ¿Qué decir a las nuevas generaciones? Venir a descubrir cómo se puede ser libre. En esta exposición se ve muy bien su recorrido. No sé si eso les dará ganas a las nuevas generaciones de venir, pero a mí me da muchas ganas de descubrirla.
F: Lo que puede gustar hoy de la obra de Agnès Varda a las nuevas generaciones, no es tanto que fuera una precursora de la nouvelle vague, o que inventara un nuevo cine, sino que su obra está atravesada de cuestiones sociales, como la marginación, la pobreza, la exclusión, la ecología, el superconsumismo, sin olvidar el feminismo. Son cuestiones muy actuales. Pienso que es a través de estos temas que las nuevas generaciones se reconocen en esta mujer joven que ha abierto las fronteras y también ha cambiado las jerarquías entre las artes, entre las Bellas Artes y el arte popular.
Agnès Varda como referente
R: Creo que Agnès Varda es una referente y una guía, una especie de guía. Porque era una mujer libre, porque ha tenido una larga vida, ha atravesado la tecnología, el siglo. Hizo ficción, documental, largometrajes, cortometrajes, imagen digital. Sus intervenciones eran muy fuertes. Representa también para las nuevas generaciones una forma de hacer las menos concesiones posibles, un compromiso. Siempre ha impulsado a los otros diciendo a las jóvenes generaciones: «Filmar, atreveros, lanzaros». Nunca daba nada por perdido. Creo que por eso todas sus palabras escuchadas hoy en día son muy fuertes. En la exposición, al final hay un muro audiovisual, con entrevistas de Agnès. Es algo extraordinario escucharla en los años 60, 70, 80, 90. Es una larga vida. Y para la gente hoy, creo que es eso lo que cuenta. Para mí es eso lo que cuenta. También su parte artística, cada vez y en cada proyecto sabía encontrar el modo de narración que le convenía. Si se mira su filmografía, es muy diferente. No tiene miedo de hacer un cortometraje si el tema da para un corto, o una ficción. Hay una forma de libertad. Creo que la libertad es la palabra que más gusta a las nuevas generaciones.
Por dónde empezar a conocerla
R: Para empezar yo diría que es interesante ver Los espigadores y la espigadora porque es una manera de entrar en el documental y es una película bastante personal, que sigue estando muy viva ahora mismo. Después, Sin techo ni ley, Las playas de Agnès porque es un poco su vida. No sé, hay que verlos todos, Cleo de 5 a 7, Jacquot de Nantes, es un film maravilloso, Jacquot de Nantes es una carta de amor para Jacques Demy.
F: Si hay que fijarse en tres películas en particular de Agnès Varda quizás una sería Cleo de 5 a 7, uno de sus films más grandes que pone en escena el despertar de una mirada femenina. Otro film inevitable, que además fue uno de sus mayores éxitos de público, es Sin techo, ni ley en el que filma a una mujer de una manera inédita en el cine, como nunca se había visto antes. Yo tengo un cariño muy particular a una película, quizás menos conocida, se llama La felicidad, la rodó a mitad de los años sesenta y es muy ambivalente, muy poética, nos habla de los clichés, de cómo en la vida estamos condenados a las imágenes tópicas de representación de la familia, la vida cotidiana, el amor, los sentimientos. Esta película aborda de manera traviesa y, a veces, irritante, esa imagen que nos construye a todos. Y quizás, porque es muy difícil limitarse a tres, me gustaría citar un cuarto film, que es aún menos conocido, pero que es un descubrimiento. Es una película que se rodó en Estados Unidos, se llama Documenteur, la rodó en 1980 con muy pocos medios. Esa era la inteligencia de Agnès Varda, hacer una película con muy poco dinero. Es su film más conmovedor, y la película que ella prefería, porque cuenta su propia ruptura conyugal. Es muy impresionante por la manera como llega a articular las imágenes con las palabras, la literatura con la fotografía. Agnès Varda tiene un gran sentido literario, mucha habilidad y mucho humor en la manera como juega con las palabras en el cine.
Compartir la vida de Agnès
R: Yo empecé a trabajar con Agnès en 2003. Dejé mi profesión, hacía vestuario, lo dejé para estar a su lado. En cierto modo todo esto es mi familia. Es como si compartiera fotos, algún autorretrato, unas cuantas películas. Me ha gustado mucho trabajar con Florence Tissot, la comisaria de la exposición. Me ha gustado mucho compartir con ella la vida de Agnès. Hoy lo que tengo ganas es de compartirlo con los visitantes.
Y con Imma Merino, que ha hecho un texto, con Mercedes Álvarez, que ha hecho una instalación de montaje. Encuentro muy interesante la mezcla de artistas contemporáneos que pueden tener un diálogo con su obra.
El legado
R: Lo que más me ha gustado compartir con mi madre es su curiosidad y una forma de humor, de alegría de vivir, no juzgar nunca a los otros, ella nunca juzgó a los demás, tenía mucho respeto por la gente. También una manera de viajar juntas, de estar juntas que ha sido la más hermosa experiencia que he tenido en mi vida. Es un regalo haber trabajado con ella, haber estado a su lado. Hoy con mi hermano, Mathieu Demy, nos ocupamos del legado Agnès Varda y es algo formidable. Descubro todavía hoy la riqueza de su obra, que no hemos terminado de estudiar y de comprender.