SEMINCI — Reflejos frágiles: Crónica de la 70.ª edición de la Semana de Cine de Valladolid
Una edición marcada por relatos en búsqueda de una representación del dolor, el abuso y las cicatrices en la piel de las mujeres, a la vez que contadas producciones evidencian la necesidad de una salida a la oscuridad que plaga estas cintas.
Elena del Olmo
6 de noviembre 2025
Premiadas y premiados en la Seminci 70
La 70.ª edición de la SEMINCI concluye con la entrega de la Espiga de Oro a The mastermind, una heist movie que parte de un hombre a la deriva, de la desesperación visible en los ojos anhelantes de James Blaine, un carpintero falto de capital y ambición. El último largometraje de Kelly Reichardt traza una disyuntiva entre el robo de obras de arte y el desmoronamiento del núcleo familiar: en los primeros minutos, James merodea por el museo de Framingham, atento a la obra de Arthur Dove, uno de los primeros artistas abstractos estadounidenses. Un plano detalle se centra en la mano del hombre, que se desliza por una vitrina, agarra suavemente una figurita de un soldado tallado en madera y la esconde en la funda de sus gafas mientras sus dos hijos y Terri, su mujer, descansan en la estancia contigua. El individualismo masculino traza una separación imborrable entre James y su familia, ajena a los planes del carpintero, mientras un paneo, con la cámara colocada en el centro de la mesa, registra la conversación entre James, Terri, y los padres de este. Una elección formal evidencia la última unión entre los personajes, relaciones erosionadas por las acciones de un hombre que ignora su propia fragilidad.
El pickpocket de Reichardt, parte de la Sección Oficial del certamen, desdibuja los lugares comunes de los robos premeditados, como la obra del propio Arthur Dove se abstrae de las estructuras del cine negro, relegando el peso a un personaje que, materializando su fantasía, se encuentra con cuadros en las manos, una casa vacía y una última conversación por teléfono con Terri, en la que este le pide dinero por última vez. Las noticias visibles a través de la televisión y la radio sugieren el clima político convulso propio de la década de los setenta, que es puesto en diálogo con el panorama actual. La cinta, en sus últimos instantes, abandona a su suerte al público ante un plano general, estático, de las fuerzas de seguridad del Estado inmersas en una violenta burla a una serie de activistas recién detenidos y detenidas, en una escena donde la presencia de la cámara no disuelve la mofa. The mastermind construye la figura de un padre de familia americano, infeliz y pasivo, que se lanza sin salvavidas a la búsqueda de algo que no existe.