LIBROS

Agnès Varda — Pasión por la vida y la obra de Agnès Varda

La editorial Circe publica una gran biografía de quien fue, durante sesenta y cinco años, fotógrafa, directora de cine y artista plástica; una mujer adelantada a su tiempo por su enfoque siempre franco y agudo sobre el sexismo, el aborto, la explotación laboral, los derechos de las personas migrantes y las relaciones interraciales.

Imma Merino

La lectura de Una pasión complicada me ha llevado a repensar el reto de abordar La vida y la obra de Agnès Varda, subtítulo del libro escrito por la crítica e historiadora de cine estadounidense Carrie Rickey que, con su edición original en inglés publicada en 2024, ahora edita Circe dentro de su colección de biografías. Digo esto porque, como estudiosa de la obra de Varda —que inevitablemente lleva a referirse también a su vida—, a veces pienso que nadie ha dicho ni dirá nada más sustancial, claro y afinado que ella misma, al menos en cuanto a lo que la inspiraba, la búsqueda renovada de formas propias, la construcción de películas que dialogan con su trabajo previo como fotógrafa (que, en el fondo, nunca dejó de ser) y con las instalaciones que ocuparon buena parte de sus últimos años, convirtiéndola en la artista que quizás siempre fue. Esto teniendo en cuenta el luminoso e ingenioso libro Varda por Agnès, una especie de collage con textos e imágenes que, publicado por primera vez en 1994, fue reeditado en 2022 añadiendo un segundo volumen que reúne reflexiones de la autora sobre las obras creadas posteriormente hasta 2019, año en que falleció. Y también, claro, la lección magistral sobre su propia obra que ofreció en la película que, presentada en la Berlinale semanas antes de su muerte, lleva el mismo título: Varda por Agnès.

Sin embargo, todas las personas que, con textos y piezas audiovisuales, han interpretado su obra, han intentado (y lo seguirán haciendo quienes continúen esa tarea) aportar una pieza a un rompecabezas que nunca podrá completarse del todo: siempre quedará un hueco por llenar. Esta, de hecho, es una idea muy «vardiana»: siempre faltan piezas —para abarcar una realidad, un personaje, una obra, una vida— y, manteniendo a la vez la curiosidad por conocer, hay que aceptar que no todo puede saberse ni explicarse. Ni siquiera ella lo sabía todo sobre sus propias imágenes: de ahí que, como cuenta en Los espigadores y la espigadora… dos años después (2002), se sorprendiera cuando el crítico Philippe Piazzo le dijo que sus manos en Los espigadores y la espigadora (2000) le recordaban cómo filmó la piel de Demy en Jacquot de Nantes (1991).

En todo caso, Carrie Rickey aporta sus piezas interpretativas sobre la obra de Varda, relacionándola orgánicamente con su vida, la cual narra de manera fluida, con un destacado trabajo de investigación y con el testimonio de una gran variedad de personas que se relacionaron con la autora de Cleo de 5 a 7 (1962). Lo hace con afecto por la obra y la personalidad de Varda, a quien conoció, como tantos otros que hemos escrito sobre una mujer que, siendo accesible sin buscar nunca halagar, inspiraba simpatía, algo que sigue haciendo a través de su presencia parcial en las imágenes y en la voz narrativa con la que a menudo las acompaña.

A veces me he preguntado si la pasión por Varda no ha complicado el trabajo de quienes —sobre todo mujeres, sin duda— hemos analizado su obra con el deseo de reivindicarla, teniendo más o menos presente su vida. Complicado, en el sentido de que, me parece, puede costar tomar cierta distancia crítica. Sin embargo, es precisamente esa pasión la que ha impulsado su estudio, con la intención de hacerle justicia: el reconocimiento y el creciente interés por Varda llegaron después de mucho tiempo en que se la definía como pionera de la nouvelle vague, pero quedaba a la sombra de la fuerte presencia de los cineastas hombres del movimiento. Más allá de la nouvelle vague, Varda siguió haciendo su obra, aunque no sin dificultades y a menudo sin demasiada visibilidad. Como bien explica Rickey, Varda tuvo muchas complicaciones para producir y realizar muchas de sus películas, sin poder llevar a cabo varios proyectos. Podía parecer extraño que hablara tanto de dinero hasta que uno lo comprendía: siempre tuvo que esforzarse para encontrar financiación. Agnès Varda. Una pasión complicada da buen testimonio de ello, así como de las complicidades que hicieron posible una obra concebida con gran pasión creativa y mucha tenacidad.

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