Claudine Nougaret — El sonido como creación
“Se hace sonido para una imagen, pero es necesario que la imagen deje espacio al sonido”.
El Festival Docs Barcelona de este año entregó su premio Docs de Honor a la pareja de documentalistas franceses formada por Claudine Nougaret y Raymond Depardon. El premio reconoce no sólo el trabajo de ambos como referentes indiscutibles del documentalismo, sino que también ha servido para destacar la figura de Claudine Nougaret, la primera mujer ingeniera de sonido de Francia. Nougaret nació en Montpellier en 1958. Su primera formación fue musical, pero muy pronto derivó su interés hacia el sonido en el cine, siendo prácticamente la única mujer que estudió esta rama en la Escuela Louis-Lumière de París. En una profesión dominada por la presencia masculina, Claudine se dio a conocer a los 24 años con la película El rayo verde de Éric Rohmer. A finales de los años ochenta conoció a Raymond Depardon con el que lleva trabajando y viviendo desde entonces. Juntos fundaron en 1992 la productora Palmeraie et Désert con la que han producido todos sus documentales de una manera independiente.
Su preocupación por impulsar la presencia de mujeres en las profesiones técnicas del cine la llevó a crear en 2021 el premio CST a la mejor técnica joven del Festival de Cannes, con una especial atención a los cargos de directora de fotografía, ingeniera de sonido y dirección artística donde la paridad en los equipos todavía está lejos de ser una realidad. Las candidatas al premio de este año han sido Evgenia Alexandrova, directora de fotografía de Les Femmes au Balcon de Noémie Merlant; Ella Courvoisie, dirección artística de Vingt Dieux!, de Louise Courvoisier; Armance Durix, ingeniera de sonido de Les Femmes au Balcon, de Noémie Merlant; Louise Le Bouc Berger, dirección artística de Le Royaume, de Julien Colonna; Astrid Tonnellier, dirección artística de Diamant Brut, de Agathe Reidinger.
Claudine Nougaret es una mujer franca, tranquila, muy directa, a la que tuvimos el placer de entrevistar en su visita a Barcelona donde se mostraba encantada de recibir el premio Docs de Honor: “Normalmente nunca me dan un premio, se los dan a Raymond. Por una vez he sentido que tenían ganas de reconocer mi trabajo y me siento muy agradecida”.
Especializarse en el sonido
Era una apasionada de la música, estudié musicología. Empecé a trabajar en una sala de cine como acomodadora y proyeccionista, y estudié para ser ingeniera de sonido. Como no era una buena intérprete musical, encontré mi vocación en el registro de los ruidos de la vida. Cuando descubrí la música concreta, encontré un gran placer en capturar los pequeños sonidos, los pequeños ruidos que componen nuestro universo sonoro. Llegué por la música.
Pocas mujeres técnicas
La primera dificultad era que, en general, yo siempre era la única mujer entre hombres. Esto ha sido así hasta hace poco tiempo. Hoy soy vicepresidenta de la Comisión Superior de Técnicos, la más grande asociación de técnicos de Francia, somos 900 técnicos. Hace cuatro años, yo era la única mujer en la oficina. Ahora somos cuatro. Se avanza lentamente. La principal dificultad es la rareza de mujeres técnicas. En el cine francés, el 80% de los cargos técnicos son hombres. En las escuelas de cine hay tantas mujeres como hombres, pero luego, desaparecen.
El premio CST a la mejor técnica joven del Festival de Cannes
Hemos creado un premio en el Festival de Cannes a la mejor técnica joven del festival, que nos sirve para hacer una fotografía anual del empleo de las mujeres en el cine francés. Las cifras desde hace cuatro años no evolucionan nada. En el campo de las directoras, guionistas o productoras, si hay más mujeres, pero en los trabajos técnicos de los que llamamos de exterior, casi no hay mujeres. Además, muchas directoras y productoras contratan principalmente a hombres. Necesitan un papá, aún ahora piensan que se arriesgan mucho contratando a mujeres. Las mujeres se ven reducidas a películas de poco presupuesto.
El premio CST a la mejor joven técnica del Festival de Cannes es un premio para mujeres de menos de cuarenta años en selección oficial, para la imagen, el sonido o el decorado. Las cifras de cada año nos permiten hacer una fotografía del empleo de las mujeres en el cine francés. No es una muestra exhaustiva, porque efectivamente, si hablamos en términos de empleo, hay muchas ayudantes. Pero nosotras hablamos de puestos de responsabilidad.
El rayo verde
El rayo verde se rodó como un documental sobre Marie Rivière. Era totalmente improvisado. En un documental tienes tiempo de encontrar el sonido, es por eso por lo que se tiene esa percepción sobre la calidad del sonido, porque se deja al espectador escuchar, no hay cortes de plano contra plano. Son largos planos secuencia. ¿Cómo hice este film? En la época, Éric Rohmer me prohibió utilizar micros de transmisión, así que lo hice todo con un solo micro. La verdad es que no sé cómo lo hice. No estoy segura de que lo pudiera hacer hoy, pero era una película llena de entusiasmo. Éramos dos, Sophie Maintigneux en la fotografía, que tenía 24 años, y yo que también tenía 24 años. Estábamos verdaderamente arrastradas por la pasión del cine.
Raymond Depardon
Después de la película de Éric Rohmer me proponían hacer películas yo sola. Yo pensaba: ¿Por qué a mí, una mujer, me proponen hacer películas yo sola y los hombres tienen un equipo? Me hacía un poco la difícil. Cuando me propusieron hacer una película con Raymond en la fotografía que se iba a rodar en China, yo ya había estado antes en China, he sido siempre una gran viajera, dije que no quería hacer ese guion, que no estaba bien. Pero pedí encontrarme con Raymond Depardon para saber si me entendería con él. Y nos entendimos tan bien que no nos hemos separado nunca más.
Acabar con las jerarquías
El cine francés es un cine muy jerarquizado. Yo me formé respetando esta jerarquía durante mucho tiempo. Hacía el sonido, después el sonido y la producción, pero el director era Raymond. Influía mucho en las decisiones, pero nunca aparecía. En el 2008, justo después del estreno de La vie moderne, tuve una grave enfermedad, me dijeron que me quedaba poco de vida y me dije que, a partir de ese momento, quería firmar las películas. Ahora aparezco, basta ya de estar detrás. Me costó mucho tiempo aceptar esto porque estaba formada para obedecer y callarme mientras me dejaran hacer el sonido. Yo creo que hacer el sonido es mucho más difícil que producir. Producir es agradable, desde el momento que firmas un cheque a alguien, es amable contigo. Cuando haces el sonido, nadie te da facilidades para hacerlo, es mucho más difícil.
Libertad e independencia
Creamos nuestra propia productora para ser independientes y no depender del deseo de un productor. Pagar a un productor se llevaba la mitad del presupuesto. Como habíamos fundado una familia, eso nos permitía ser libres. Éramos nosotros los que decidíamos cuando nos íbamos, cuando volvíamos. Hemos podido ocuparnos de la infancia de nuestros hijos de una manera más privilegiada que mucha gente.
¿Qué es primero, la imagen o el sonido?
En un rodaje clásico hay cincuenta personas que se ocupan de la imagen y dos que se ocupan del sonido. En un rodaje clásico es la imagen la que prima. En nuestro cine, la imagen es muy fuerte porque la personalidad de Raymond es fuerte y tiene un gran talento, pero no puede trabajar en el cine directo sin escuchar. Somos equivalentes, y muy diferentes del resto del cine francés.
Dejar espacio al sonido
Hacer sonido para una imagen quiere decir que no hago sonido para la radio, no hago sonido por sí mismo. Es un trabajo de equipo, pero para eso, hace falta que la imagen te deje espacio para trabajar. Y eso es algo que no aceptan muchas personas que se dedican a la imagen. La formación de los técnicos está centrada en un cien por cien sobre la imagen. Después del realizador, es el director de fotografía el que es dios para el equipo. Y si no deja espacio para el sonido, no se puede trabajar. La gente del sonido está obligada a luchar todo el tiempo para ganar un poco de espacio y, si eres mujer, es aún más duro.
El sonido de la realidad
Llegamos al sonido con nuestro pasado, con lo que hemos vivido, pero tenemos un micrófono. El micrófono no es una oreja. Por eso tenemos por fuerza una subjetividad, puedo estar más atraída por el sonido de una pequeña campana, que por un niño o por la fricción del cuerpo. Cada uno tiene su manera de registrar. Si coges dos ingenieros de sonido y los colocas en la misma escena, no tendrán el mismo sonido. Es el ser humano. Incluso si no hablamos de electrónica, la realidad es única para cada uno.
Preservar las lenguas
Es una realidad que cada quince días en el planeta hay una lengua que desaparece. Gracias a la Fundación Cartier para el Arte Contemporáneo pudimos ir a filmar la desaparición de lenguas en distintos continentes. Principalmente en Europa y América del Sur. Encontramos personas que eran las únicas depositarias de una lengua, no había más mujeres en edad de procreación y eso significaba que la lengua iba a desaparecer. Eran lenguas que venían de las cavernas, con sonido guturales, algo muy hermoso, muy único. Era una musicalidad completamente distinta a la de nuestras culturas europeas. Trabajamos casi un año en estas desapariciones. Tuvimos la suerte de poder hacer esto gracias a la idea de un director de museo. Esta libertad no la habríamos tenido con la gente de las televisiones. Porque la delicadeza del tema de la desaparición de las lenguas seguramente no les habría parecido interesante.
El momento preferido
El momento es justo antes del rodaje. Sabemos que vamos a hacer una película, es un momento privilegiado. Somos muy pocos los que conocemos el secreto, sabemos que estamos en el despertar de la creación. Yo adoro eso, es mi momento preferido. Hay mucha tensión sobre la financiación, las posibilidades, sobre las personas que encontraremos, siempre me ha gustado eso. No me gusta nada el momento del estreno. El estreno te pide analizar el film en lugar de los periodistas. A nosotros nos gusta saber qué es lo que piensa la gente, lo que le interesa para hacer seguir haciendo cine, para avanzar. Y, en realidad, nos preguntan muchas cosas que no ayudan a avanzar.
Referentes
Creo que estamos ante el principio de una posibilidad de paridad. La película Journal de France que hicimos Raymond y yo era verdaderamente paritaria, pero ahí nos dimos cuenta de que la prensa no comprende nada. Hacíamos debates, explicábamos como filmábamos y, al final, siempre había un periodista o alguien del público que preguntaba: «Pero ¿qué ha hecho Raymond?», cuando yo también había realizado el film. En el inconsciente cultural de la gente es imposible que las mujeres sean las autoras de una obra. Es por eso que he participado en la creación del premio a la joven técnica, porque es importante tener referentes. Mis referentes son casi todas montadoras, no técnicas. Las mujeres técnicas que yo conocía antes que yo eran dragones: terribles, autoritarias, cínicas, no te daban ganas de hacer lo que hacían ellas. Eran mujeres sin hijos, con vidas privadas muy complicadas. Yo he tenido la suerte de tener una vida privada plena, una carrera plena. Pero quizás soy un poco única.
Feminismo
Yo fui feminista antes de ser ingeniera de sonido. Era feminista al final de los años 70, cuando se promulgó la Ley Veil, la ley sobre el aborto en Francia. Formaba parte del movimiento autónomo, vengo de una familia de cinco chicas y tres chicos. Estaba por fuerza muy metida. Mucho antes de hacer mi trabajo ya era feminista y nunca he querido renunciar. Hoy las actrices nos cuentan que todo es muy difícil. Pero, perdón, hace mucho tiempo que esperamos que lo digan, que están en la mierda, perdonad la expresión. Me acuerdo de algunas que decían “feminismo nunca” y que ahora lloran delante de una cámara. Por fin. Pero es largo, será muy largo.
El premio Docs de Honor
Lo primero es que me parece muy bien que haya premios para el conjunto de la carrera de documentalistas porque, en general, los documentalistas están aplastados por la gente que hace ficción. Pero hay algo más. Normalmente nunca me dan premios, se los dan a Raymond. Yo estoy detrás, yo organizo todo. Por una vez he sentido que tenían ganas de reconocer mi trabajo y me siento muy agradecida.