Crítica — La sustancia: Más joven, más bonita, más perfecta. Como tú, pero mejor
Después de su debut en 2017 con 'Revenge', la directora francesa Coralie Fargeat regresa con 'La sustancia', un desmesurado film que hará las delicias de toda persona aficionada al body horror más extremo.
La sustancia
Año 2024
País Reino Unido
Dirección Coralie Fargeat
Guion Coralie Fargeat
Producción
Working Title
A Good Story
Universal Studios
Blacksmith
Reparto
Demi Moore
Margaret Qualley
Dennis Quaid
Edward Hamilton-Clark
Gore Abrams
Oscar Lesage
Fotografía Benjamin Kracun
Montaje
Jerome Eltabet
Coralie Fargeat
Valentin Féron
Música Raffertie
Distribución Elastica Films
Duración 140 min
Fecha de estreno 11-10-2024
Sinopsis
Elisabeth Sparkle parece tenerlo todo: belleza, dinero, un programa de televisión que ven millones de personas... Pero hay una cosa que la fama nunca perdona, especialmente a las mujeres, y eso es el paso de los años. Cuando Elisabeth cumple medio siglo, su mundo se empieza a hundir y sólo parece haber una solución posible.
La sustancia
Año 2024
País Reino Unido
Dirección Coralie Fargeat
Guion Coralie Fargeat
Producción
Working Title
A Good Story
Universal Studios
Blacksmith
Reparto
Demi Moore
Margaret Qualley
Dennis Quaid
Edward Hamilton-Clark
Gore Abrams
Oscar Lesage
Fotografía Benjamin Kracun
Montaje
Jerome Eltabet
Coralie Fargeat
Valentin Féron
Música Raffertie
Distribución Elastica Films
Duración 140 min
Fecha de estreno 11-10-2024
Sinopsis
Elisabeth Sparkle parece tenerlo todo: belleza, dinero, un programa de televisión que ven millones de personas... Pero hay una cosa que la fama nunca perdona, especialmente a las mujeres, y eso es el paso de los años. Cuando Elisabeth cumple medio siglo, su mundo se empieza a hundir y sólo parece haber una solución posible.
Hay algo de justicia poética –y también, por qué no decirlo, de triple salto mortal–, en el hecho de que la actriz Demi Moore se haya atrevido a protagonizar la que será, sin duda, una de las películas más polémicas del año. A sus 61 años y después de más de 40 trabajando, la que fue la actriz mejor pagada de Hollywood en 1995 interpreta ahora el papel más arriesgado de su carrera en La Sustancia, un film que hace del exceso (de sátira, de descomposición, de sangre, de minutaje) su seña de identidad.
Ya desde los títulos de crédito iniciales, la directora Coralie Fargeat nos demuestra cuáles son sus intenciones. Vemos un plano cenital, la colocación de una estrella en el paseo de la fama de Hollywood con el nombre de nuestra protagonista: Elisabeth Sparkle. El tiempo que pasa, inexorable. La estrella de terrazo rosa que, inevitablemente, se acaba manchando, agrietando y, en definitiva, estropeando sin remedio. Una secuencia sin palabras que se convierte en perfecta metáfora de lo que también sucede con las celebridades de Hollywood, especialmente cuando son mujeres.
Elisabeth Sparkle presenta Sparkle Your Life With Elisabeth, un popular programa de fitness en televisión, pero acaba de cumplir 50 años y su productor (insuperable Dennis Quaid en el papel más grotesco de su carrera) considera que los espectadores necesitan sangre –y sobre todo carne– fresca, que nadie es irremplazable y mucho menos Elisabeth. Sparkle, que sabe que la fama es frágil y ve peligrar su carrera, encontrará una radical solución para evitar su declive profesional. La sustancia que da título al film la desdoblará creando una versión supuestamente mejorada (y, sobre todo, rejuvenecida) de sí misma. Y aquí será cuando entre en escena Sue (interpretada por Margaret Qualley), joven doppelgänger de Elisabeth que, con su energía, su cuerpo turgente y sus ansias por triunfar no dudará en saltarse los protocolos de seguridad a la hora de utilizar la susodicha sustancia. Pump it up with Sue será el nuevo programa líder de audiencia, cueste lo que cueste.
HAY ALGO DE JUSTICIA POÉTICA –Y TAMBIÉN, POR QUÉ NO DECIRLO, DE TRIPLE SALTO MORTAL–, EN EL HECHO DE QUE LA ACTRIZ DEMI MOORE SE HAYA ATREVIDO A PROTAGONIZAR LA QUE SERÁ, SIN DUDA, UNA DE LAS PELÍCULAS MÁS POLÉMICAS DEL AÑO.
No es posible borrar las huellas que deja el paso del tiempo en los cuerpos, pero a pesar de ello, las actrices lo intentan con tesón. Con tesón, con bótox, con cremas milagrosas, con operaciones de cirugía estética, con horas y horas de gimnasio, tratando de aparentar 30 años cuando ya han cumplido los 50 o incluso los 60. Porque claro, la vejez es inexistente en Hollywood, especialmente la de las mujeres, y si quieres seguir en el candelero ha de parecer que para ti no pasan los años.
Imagino que para Moore este papel ha sido el mayor reto de su carrera; pero también, de algún modo, puede que haya resultado terapéutico e incluso catártico. Hace poco, la actriz confesaba en una entrevista que, tras tener a su segunda hija, se obsesionó tanto por perder el peso que había ganado durante el embarazo, que llegó a recorrer en bicicleta 96 kilómetros al día. Puede que por eso haya visto en La sustancia la oportunidad perfecta para exorcizar sus fantasmas y gritar a los cuatro vientos que las mujeres, incluso cuando son actrices, también tienen derecho a envejecer. Que, en el siglo XXI, la sexualización e instrumentalización del cuerpo femenino tendría ya que dejar de ser la tónica general. Especialmente, en el mundo del cine.
En el año 2017, la directora Coralie Fargeat llamó la atención de crítica y público con Revenge, una ópera prima enmarcada en el subgénero rape & revenge que se llevó en el Festival de Sitges el premio a la mejor dirección. Siete años más tarde, su segunda película se alza con el premio al mejor guion en el Festival de Cannes. La sustancia es una obra tan parca en diálogos como plagada de referentes y guiños cinematográficos (El retrato de Dorian Gray, Vértigo, Inland Empire, Videodrome, Carrie, Basket Case, 2001: Una odisea del espacio…). Un filme deliberadamente kitsch que satiriza con contundencia la frivolidad del mundo de Hollywood y la obsesión enfermiza por el aspecto físico y la eterna juventud. Una obra dantesca que lleva el body horror al extremo y acaba desembocando en el gore más excesivo a ritmo sincopado de música electrónica. En definitiva, no es un film que busque complacer a todos los paladares. No es sutil ni poético, pero tampoco lo pretende. Ni siquiera es lo que se espera de una película de autor. Es, eso sí, una obra tremendamente arriesgada y que pone a prueba nuestra mirada como espectadores y espectadoras. Una muestra innegable de que los tiempos están cambiando.