ENTREVISTAS

Nora El Hourch — Sobre el consentimiento

Nora el Hourch reflexiona en su ópera prima sobre las diferentes velocidades de la lucha feminista o el movimiento #metoo, dependiendo del contexto socioeconómico en el que se desarrolle.

María Adell Carmona

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La cineasta francomarroquí Nora El Hourch debuta en el largometraje con HLM Pussy, una estimulante reflexión sobre el consentimiento destinada a la generación adolescente post #metoo que combina, hábilmente, cuestiones de raza, género y clase. Esta historia de amistad femenina adolescente con ecos de Girlhood, de Céline Sciamma, se ha programado en la Sección Talents del Festival D’A y llega a los cines este viernes 12 de abril.

Una película sobre el consentimiento en un entorno muy específico

De hecho, quería hablar sobre el consentimiento en general, pero entre un grupo de amigas que no proceden del mismo entorno social y cultural y que, por tanto, estarán divididas en torno a esta noción de consentimiento. Para eso, creamos un grupo de amigas con unas chicas que vienen de la banlieu y otra que viene de un entorno social más privilegiado para poder hablar de este tema en profundidad, es decir, de las diferencias en las luchas en torno al #metoo. Y por eso, introduje al personaje de Anne, la cuarta “Pussy” como yo la llamo, para mostrar que esta situación es algo que pasa en todas partes todo el tiempo. Realmente no quería escribir una película que transcurriera en la banlieue o en una comunidad árabe, sino que quería hablar sobre el tema del consentimiento en diferentes orígenes sociales. Y sí, esta película es muy autobiográfica en muchos sentidos. Me parezco mucho a Amina, nuestras vidas son similares. Las escenas familiares son escenas que escribí de ese modo, porque las había vivido así. También hay un poquito de mí en cada una de mis actrices. En eso es muy autobiográfico, pero no necesariamente en la parte del consentimiento en este ambiente árabe-musulmán.

La autenticidad de los diálogos

Me encanta escribir diálogos, es mi parte favorita del guion, y creo además que tengo talento para ello. Al menos es lo que me dicen los demás, que estoy dotada para el diálogo. Aunque, de hecho, no soy en absoluto el tipo de directora que quiere que las actrices repitan el diálogo al pie de la letra, les doy bastante libertad. Lo que sucedía es que eran actrices que no habían actuado nunca antes, por lo que quisieron repetir el diálogo palabra por palabra porque les tranquilizaba. El problema es que soy mucho mayor que ellas, por lo que cuando leyeron el guion, me decían en ocasiones: “Nora, esto no se dice así ahora”. Pero yo he escrito como la gente joven. No, no es así. Así que les dije que podían reapropiarse de las palabras, cambiar las que a mí me encantaban y que yo pensaba, ingenuamente, que utilizaban los jóvenes de hoy en día. Y eso es lo que hicieron, ellas participaron mucho en el proyecto, actualizando el vocabulario que yo había escrito. A menudo he escuchado a la gente joven quejarse de que no se le describe bien en las películas, que no se explican las cosas tal y como son en la vida real. Así que me negué a que mi película fuera así y quise que los jóvenes salieran de ver esta película diciendo: “Sí, así es como somos exactamente”, y afortunadamente esto es lo que he recibido como respuesta. Y sí, los diálogos son verdaderos, pero porque son una colaboración con mis pequeñas pussy.

Trabajar con actrices no profesionales

Para mí era muy importante que su amistad fuera sincera en la pantalla. Yo sabía que para conseguir esa sinceridad tenían que conocerse antes, verse varias veces. Así que, cuando finalmente encontré a las tres actrices, empecé a organizar actividades para que se conocieran. Pasamos toda una mañana hablando para conocernos mejor, otro día iban a arreglarse las uñas, se iban de compras o montamos una fiesta de pijamas. Eran estrategias para que cuando se miraran, o cuando se tocaran, surgiera algo entre ellas de forma natural. Era muy importante que esto pasara. Tuve suerte de que esto sucediera porque en un momento pensé: “Puede que no se lleven bien, siguen siendo unas niñas y pueden discutir”. Pero se creó algo mágico a la hora de hacer esta película, y es que creo que mi urgencia, mi propio recorrido  personal les conmovió a todos. Hubo algo que hizo que todo el mundo colaborara a la hora de hacer esta película muy rápidamente, de forma sincera, y que consiguió que creyéramos realmente en su amistad.

¿Una película dirigida a la juventud?

Haciendo esta película, realmente quería dirigirme a la gente joven porque siento que están asumiendo luchas de adultos, un poco como en la película. Luchan con su ingenuidad infantil, su espontaneidad infantil y las herramientas de su generación, que son las redes sociales. Por eso tenía muchas ganas de comunicarme con ellos, para quizás también ayudarlos, darles códigos. Cuando salgo de una proyección de la película con público adolescente, siempre recibo un montón de mensajes en Instagram. Hay muchos que me dicen que les hubiera gustado ver la película antes, incluso hay chicos que me dicen que tienen la impresión de que tal vez algún día hicieron algo que no debían. Sólo hablar de ello me da escalofríos. Creo también que es una película que resuena en todo tipo de público, en los padres, en los abuelos. Hay mucha gente mayor que me dice que está encantada de que las jóvenes retomen la lucha por el feminismo porque para ellas ha significado toda su vida y creen que hay que seguir. Creo que la película resuena en todo el mundo, pero es cierto que realmente puede provocar algo en la gente joven, quizás pueda despertarle, ayudarle, salvarle. Y por eso siempre he hecho campaña para que la película se vea lo más posible en los colegios, en los institutos… pero es algo que es muy difícil de organizar.

El papel de las redes sociales en los feminismos contemporáneos

Sí, creo que, de hecho, como la justicia, al menos en Francia, funciona muy lentamente, existe esta alternativa, que de hecho es un arma de la que nos podemos apoderar. Porque si queremos combatir este problema, esta lacra, si queremos que las cosas cambien, tenemos que hablar de ello. Y para hablar de ello, tenemos que actuar. Y para actuar, existen las redes sociales. Y la película muestra claramente que esto está sucediendo en todas partes y todo el tiempo, a través de este vídeo que aparece, que es de Las Tesis, un colectivo feminista chileno. Esta es una forma de invadir el mundo de ese feminismo, y de esa lucha que puede cambiar cosas, creo que actualmente las redes sociales son la única arma que realmente puede cambiar las cosas. Lo vimos con el #metoo, que, de hecho, nació y se propagó por las redes, y llegó a todos lados. Todo el mundo se ha beneficiado de ello y, de hecho, gracias a las redes podemos estar conectadas entre nosotras por todo el mundo. Así que creo que, finalmente, las redes sí son necesarias para estas luchas.

Un #metoo “de dos velocidades”

De hecho, yo misma crecí en dos mundos diferentes. Como le pasa a Amina, mi padre quería realmente que fuera francesa y no me legó nada de su cultura marroquí.  De todos modos, ahí sigue estando: tengo mi nombre, mi rostro, mis rasgos… En mi etapa escolar estuve muy ligada al entorno de la banlieue, y ahí tenía realmente dos tipos de amistades. Cuando yo misma fui víctima de una agresión, me di cuenta de que, cuando hablaba de ello, no resonaba del mismo modo en unos que en otros. Así que, cuando empecé a concienciarme y luchar contra ello, empecé también a cuestionarme mucho este tema. También me relaciono mucho con este contexto porque cada verano hago talleres en comunidades desfavorecidas para enseñar a los jóvenes a hacer películas. Y ahí, viendo sus reflexiones sobre el tema, lo que piensan sobre ello, me dije que no había duda, que el #metoo no está integrado del mismo modo en absoluto. Entonces comprendí que no podemos pedir a dos personas que vienen de diferentes orígenes sociales, culturales y económicos que luchen con la misma intensidad, ni que otorguen la misma prioridad en sus vidas a una lucha como esta. Es por todo esto que tenía muchas ganas de hablar sobre este tema. Mi doble cultura significa que tengo un pie entre estos dos mundos que no se conocen, que se juzgan, y, por eso mismo, hago de puente entre ellos, los veo a los dos al mismo tiempo, lo que me ha permitido ser más fiel a la realidad y querer hablar, precisamente, de estos dos feminismos, o de este feminismo de dos velocidades.

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