Marisa Paredes — Una gran dama del cine
La noticia ha conmocionado a todo el mundo, y nos ha conmocionado a nosotras en Filmtopia que la recordamos en la presentación del proyecto en Madrid, cuando Marisa, junto con Chema Prado, nos acompañó y arropó con su deslumbrante presencia. Marisa Paredes ha muerto. Ha sido algo inesperado, absurdo. ¿Cómo puede morir alguien que representa la historia del cine, el teatro y la televisión en nuestro país desde hace más de cincuenta años? Porque Marisa Paredes es y será siempre parte fundamental de nuestra historia. Una parte única e irrepetible.
Marisa no siempre fue la elegante y estilizada mujer de cabellos rubios o blancos y hermosamente despeinados. Marisa fue en su juventud una joven, desinhibida, de cabellos grises, ese fue uno de sus rasgos personales, y formas redondeadas. El nacimiento de su hija María le cambió el físico, pero no la forma de ser, irónica, inquieta, rebelde.
Las primeras imágenes que tenemos de ella están vinculadas a la televisión, al famoso e inolvidable Estudio 1. Pero Marisa llevaba ya tiempo haciendo teatro y había participado en alguna película. La televisión la hizo popular, empezó a aparecer en las revistas de cine y del corazón. Se convirtió en un modelo de vida y de entender el mundo y el trabajo. En TVE, cuando sólo había una cadena, un Estudio 1 con Marisa Paredes era algo que no te podías perder.
En el cine empieza muy pronto, una de las primeras películas en las que su físico tan especial destaca fue Las salvajes en Puente San Gil, de Antonio Ribas en 1966. Un año después conoce a Antonio Isasi Isasmendi con el que mantiene una larga relación de la que nacerá su hija María, en 1975. Marisa era una rara avis en la España de los sesenta, no sólo en lo personal, también en su elección de trabajos. Desde el principio demostró que estaba dispuesta a apoyar a los nuevos talentos: Opera prima de Fernando Trueba, Sus años dorados de Emilio Martínez Lázaro o Entre tinieblas de Pedro Almodóvar.
Marisa fue chica Almodóvar mucho antes de ser chica Almodóvar. En Entre tinieblas su Sor Estiércol, de tendencias masoquistas y pasión por prácticas de faquir, fue una de las más celebradas de las monjas del convento de las tinieblas. Tenía 38 años. Almodóvar se quedó con su presencia y la llamaría más tarde para protagonizar algunas de sus mejores películas.