FILMORRETRATOS

Hanna Schygulla — Una mujer liberada

Produce cierto vértigo pensar que Hanna Schygulla lleva más de cincuenta años en el mundo del cine con la misma ilusión de los primeros años, pero con la experiencia acumulada en una carrera que empezó cuando tenía 26 años y que ahora, cerca de los 80, contempla con una absoluta serenidad.

Redacción

Conocer su edad y saber cuál es su lugar en el cine de hoy es lo que la llevó a aceptar el papel de la madre de Peter von Kant en la fiel, pero personal revisión que François Ozon ha hecho del clásico de Fassbinder, Las amargas lágrimas de Petra von Kant. Hanna Schygulla estuvo en el Festival de San Sebastián presentando la película y allí tuvimos ocasión de charlar con ella sobre el paso del tiempo y los cambios en el cine y en el mundo, mientras descubríamos a una mujer que aún tiene ganas de mirar el futuro con optimismo y con una sonrisa inteligente en los labios.

Fassbinder en el corazón

Reducir la carrera de esta actriz y cantante a su relación con Rainer Werner Fassbinder es desconocer completamente la intensa vida creativa que ha tenido a lo largo de tantos años. Pero es un hecho –y eso no puede obviarse– que el descubrimiento y la consagración le llegó de la mano del director alemán.

Hanna Schygulla nació en 1943 en una ciudad de la Alta Silesia, zona polaca ocupada por los nazis durante la segunda guerra mundial. Tenía dos años cuando su madre se la llevó a Múnich donde estudió arte dramático. Hanna se unió a la compañía de teatro Action-Theater, que poco después se escindió en un grupo de teatro underground llamado precisamente Anti-Theater. Fue aquí donde Schygulla empezó a hacer cine, participando en 1968 en el corto El novio, la actriz y el proxeneta, de Jean-Marie Straub, donde coincidió con un joven actor que pronto se rebelaría contra el mundo y se revelaría como un auténtico genio: Rainer Werner Fassbinder.

«Siempre sentí que Fassbinder era un ser especial, tenía una atracción increíble, un magnetismo más animal que intelectual», ha dicho Schygulla en muchas ocasiones recordando su relación profesional y de amistad profunda con el cineasta. Una relación que no empezó enseguida. Tras dejar la escuela de arte dramático, estuvieron un año sin verse hasta que Fassbinder la llamó para sustituir a una actriz que había sufrido un accidente. Este fue el principio de una colaboración que se prolongaría durante 13 años en 16 películas inolvidables y varias series de televisión.

Su primer filme juntos fue El amor es más frío que la muerte, de 1969. Durante los cuatro años siguientes, Hanna Schygulla participó en diferentes papeles en todas las películas de Fassbinder. En 1971, Atención a esta prostituta tan querida les permite dar el salto internacional y, en 1972, les llega la consagración con El mercader de las cuatro estaciones‘ y, sobre todo, con Las amargas lágrimas de Petra von Kant, donde Hanna era Karin, la joven modelo manipuladora de la Petra del título que interpretaba Margit Carstensen. Tres años después, Fassbinder la convierte en la fascinante protagonista de Effi Briest, una película basada en la novela homónima de Theodor Fontane, donde crea un personaje que llena de delicadeza y belleza, en el estricto código moral prusiano durante los tiempos de Bismarck .

Es en ese momento cuando empieza a trabajar con otros directores europeos: Wim Wenders, Volker Schlöndorff, Carlos Saura, Jean Luc Godard, Ettore Scola, Margarethe von Trotta, Marco Ferreri… Pero cuando Fassbinder la llamaba, ella siempre respondía. En 1979, para hacer El matrimonio de Maria Braun, en 1980, para la impresionante serie ‘Berlin Alexanderplatz‘ y, en 1981, para la que sería su última colaboración, Lili Marleen. Poco después, Fassbinder, el director que decía “a dormiré cuando esté muerto”, se sumergió en el sueño eterno en junio de 1982. Hanna, como Ingrid Caven, como Barbara Sukowa, como tantas otras, se quedaron un poco huérfanas.

En este punto, y antes de avanzar en la carrera y la vida de Hanna Schygulla, vale la pena recordar el texto “Atención a esas actrices tan queridas. La puesta en escena del cuerpo de la actriz”, escrito por María Adell en el libro colectivo Rainer Werner Fassbinder. Amor y rabia publicado en 2019. En este texto, Adell define la figura de Schygulla en el cine de Fassbinder como “Una feminidad exuberante, teatralizada, erótica y ostentosa que ofrece, además, reveladores momentos de actuación-dentro-de-la-actuación en los que la actriz es, a la vez, performer«. El icono de Schygulla dentro de la filmografía fassbinderiana tiene un erotismo letárgico, pasivo, en el que la desnudez tiene un rol clave, mezclado con un inimitable estilo actoral que combina cierto grado de amateurismo con altas dosis de autoconciencia, dando como resultado personajes sumidos en un estado de perpetuo sonambulismo, claramente desconectados de lo que les rodea. No es difícil intuir en la Schygulla de las primeras películas con Fassbinder, en su lacónico erotismo, su belleza normativa y ligeramente vulgar –como ella misma se definía: “entre una muñeca y una diva del cine mudo en las callejuelas de Múnich”–, así como en su glamour, el punto de partida para un gran número de figuraciones femeninas posteriores de la filmografía del director alemán.

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