Sandrine Bonnaire — La inteligencia de una actriz y directora
“El mejor instrumento de trabajo para una actriz es la vida”.
Sandrine Bonnaire tenía 15 años cuando se dio a conocer de la mano de Maurice Pialat en A nuestros amores, pero fue Agnès Varda la que la lanzó a la fama con la Mona de Sin techo ni ley en 1984. Luego vinieron Chabrol, Doillon, Techiné, Sautet, una larga lista de directores que recorre cuarenta años de cine y de vida. El deseo de denunciar la injusticia y el abandono de la administración pública respecto al problema del autismo la llevó a dirigir Mi nombre es Sabine, un documental muy personal centrado en la figura de su hermana Sabine. Una de sus últimas interpretaciones ha sido en Dance First, de James Marsh, en la que encarna a Suzanne, la mujer del dramaturgo Samuel Beckett. El film se estrenó en el Festival de San Sebastián donde pudimos hablar con ella.
Mirar atrás
Me siento muy feliz de continuar en este trabajo, muy feliz de estar aún en la profesión porque hay intérpretes que tienen éxito y después, no se sabe por qué, desaparecen, no duran en el tiempo. He tenido la suerte de trabajar con grandes directores, yo existo también a través de su talento. Es gracias a ellos que he podido durar.
Empezar muy joven o esperar un poco
Todo depende del papel que interpretas. Es verdad que empecé muy joven, pero como interpretaba a una chica joven, no era un problema. Yo era muy inocente en la profesión. Nunca estudié teatro, llegué un poco por azar a esta profesión. Pero creo que el tiempo, efectivamente, es beneficioso, porque creo que el mejor instrumento de trabajo para una actriz es la vida. Es lo que funciona a la hora de interpretar personajes que han vivido tal situación, o tal otra. Eso es mucho más interesante cuando eres más mayor.
Agnès Varda
El mejor recuerdo que tengo de Agnès Varda es su libertad, su libertad y su audacia. Es una mujer que construía sus films de una manera muy libre, que no dependía de nadie y por eso sus películas muestran esta libertad, a veces fantástica, a veces áspera. Agnès Varda es una verdadera poeta de la imagen.
Sabine y la injusticia
De hecho, cuando hice este film sobre Sabine, quería sensibilizar los poderes públicos y quería denunciar un sistema que no funciona bien, en lo que respecta al autismo. Yo no me dije: «Quiero hacer una película porque quiero ser directora». Fue el mensaje el que me llevó a hacer esta película. Era Sabine, y Sabine es una heroína para mí, una heroína de la vida. Intenté construir el film de una manera lo más cinematográfica posible, porque es un documental y, en esto, Agnès Varda fue muy importante porque ella ponía una dosis de verdadera cinefilia en sus documentales. Yo quería hacer algo, no como Agnès, porque no tengo su talento, pero la primera idea era la de lanzar un mensaje, denunciar la injusticia que se hizo con Sabine.
Seguir denunciando
¿Y sabes una cosa?, aprovecho para decirlo, he perdido a mi madre hace tres semanas, estaba en una residencia, un lugar para las personas mayores, y hubo una negligencia respecto a ella. Mi madre ha muerto, también, por razones que me dan ganas de continuar luchando, de no callarme sobre todo esto. Es todo un sistema que no funciona. Hay que respetar a nuestros mayores y sobre todo en instituciones como estas que normalmente están hechas para esto. Hay que intentar comprender porque el sistema en general no funciona. Efectivamente creo que hay que sensibilizar a todos, las residencias y todo lo que las rodea. (limpiar de mis pequeñas intervenciones)
Suzanne, la mujer de Beckett
De hecho, es una mujer, es gracias a ella que él tuvo la carrera que tuvo. Era su mánager, le forzaba a escribir, le acompañaba siempre en su trabajo y en su vida personal. Es una mujer que se endureció porque no era feliz. Él fue terrible con ella, tenía una doble vida, ella tuvo que soportar esta traición. Al final encontraron una manera de estar juntos, pero con un amor muy particular. Me gusta mucho este personaje porque es muy digno, muy valiente. Habría podido dejarlo, pero ella sabía que la necesitaba, por eso se quedó hasta el final. Sin ella, creo que nunca habría escrito todo lo que escribió.