Sharon Lockhart — El 13º Festival Márgenes de Madrid dedicó su retrospectiva a la artista y cineasta norteamericana
"Incluso en las películas en las que no hay lenguaje, como 'Lunch Break', 'Exit' O 'Eventide', se da a la gente una plataforma, un escenario para honrarlos", Sharon Lockhart.
Abandonando cualquier convención del cine narrativo, la artista y cineasta americana Sharon Lockhart nos traslada al espacio de una cancha de baloncesto. Quietos, con un único plano que permanece fijo durante los sesenta minutos que dura el metraje, nos situamos frente al grupo de estudiantes mientras realizan las series de entrenamiento diarias. Compuesto por siete planos secuencias, la directora trabaja con una base observacional, que, como una mosca en la pared, captura unos instantes, previamente coreografiados, de la vida cotidiana de los sujetos. Reconfigurando el espacio y tiempo, con una composición de plano que dota de gran importancia al mundo que se extiende más allá de los límites de la lente, Lockhart pone el foco en el comportamiento humano. Con una mirada poética al presente, la cineasta depura la técnica fílmica hasta el primitivismo, difuminando la línea entre fotografía y cinematografía, dándose a lo sensorial y planteando una reflexión acerca del cuerpo y del espacio que habita.
La decimotercera edición del Festival Internacional de Cine Márgenes, volcado en el cine y las artes visuales contemporáneas, materializó la primera retrospectiva del trabajo cinematográfico de Lockhart. La convicción artística y la más pura libertad creativa que el festival lleva por bandera hizo de la visita de Lockhart una realidad. En la planta superior de la Filmoteca Española, la artista nos recibe, disculpándose por el jet lag que sobrelleva con un café en la mano, para conversar en calidad de cineasta sobre las perspectivas culturales, la experiencia sensorial del espectador y la construcción de una plataforma para las voces silenciadas.
«Cada película es diferente. Volviendo a una de las primeras, Goshogaoka, es sobre un deporte americano practicado en Japón. Es todo sobre estas rutinas repetitivas, ejercicios, tomados como movimientos cotidianos, aunque fueran coreografiados«. Y continúa: «Cuando rodé Goshogaoka pensaba en el cine etnográfico y me interesaba hacer una película en otra cultura y ser un individuo americano mirando a otra cultura. Observar una cultura a través de un deporte estadounidense era lo que me interesaba y ficcionar, en un supuesto documental, esos ejercicios coreografiados, esas rutinas«. El cine etnográfico, de carácter documental, realiza un estudio en torno al área en la que se da un determinado comportamiento humano: la cancha de baloncesto en Goshogaoka, los patios de Lodz de Podwórka o los pasillos de Lunch Break son espacios donde, día a día, se reiteran una serie de movimientos, comportamientos, clave para un reflejo, y una posible disección, de la realidad de las jugadoras del equipo, de los niños polacos o de los trabajadores del astillero
En Teatro Amazonas, Lockhart propone un ejercicio en el que el espectador es consciente de la mirada ajena sobre él, de otro espectador que mira al frente, a la pantalla, igual que hace él. Abarcando lo performático, la artista explica: «Teatro Amazonas se hizo después de Goshogaoka, es casi como una continuación. Lleva al límite la idea de mirar a otra cultura, es una cultura mirando a otra, literalmente. Creo que todas mis películas tratan de que el público mire y sea parte activa de ellas, pero Teatro Amazonas es el siguiente nivel».