Crítica — Esto no es Suecia: Demasiados cambios

La vida cotidiana es una gran fuente de inspiración para las series. Da igual que sean americanas, francesas, inglesas o españolas. La vida cotidiana de la gente común es un espectáculo reconfortante para los espectadores. O no, todo depende del grado de identificación, todo depende del nivel de reconocimiento con las ridículas situaciones a las que nos exponemos cada día y que no siempre nos gusta ver de una forma directa reflejadas en una pantalla. Es precisamente este grado de cierto masoquismo, y al mismo tiempo sensación de superioridad, lo que ha hecho que una serie como Aquí no hay quien viva se convierta en una de las ficciones televisivas españolas más potentes y longevas. O explica hasta cierto punto el fenómeno de Cuéntame. No sé si Aina Clotet era consciente cuando empezó a pensar en la serie que acabaría siendo Esto no es Suecia que podía entrar en una dinámica imparable: su creación tiene la semilla de la continuidad, como la vida misma, no termina cuando acaba el último capítulo.

La novedad de la serie de Aina Clotet (y la personalizo en ella porque lo abarca todo: idea, guion, dirección, actriz, productora) es la de fijarse en una clase social y en una edad que no es muy habitual en nuestra ficción televisiva, más centrada en lo que podemos llamar clases populares o en historias de cine negro. Esto no es Suecia tiene como protagonistas a treintañeros o cuarentones de profesiones liberales, ideas progresistas y muchos problemas en el armario. Unos personajes que ella conoce muy bien y de los que se siente con derecho (y lo tiene) a reírse y a cuestionarlos.

Mariana y Sam son una pareja moderna con dos hijos, Lia, una niña de cinco años, incordio, pepito grillo de la familia, la única que es capaz de decir y hacer lo que siente, y Max, un bebé de un año. Mariana ha estado alejada de su profesión ocupada con los niños, mientras Sam prosperaba en su trabajo de diseñador de robots. Pero ahora han decidió hacer algunos cambios en su vida: dejan el centro de Barcelona para vivir en Vallvidrera, en medio de un entorno natural, el bosque de Collserola, donde sus hijos podrán disfrutar de la naturaleza, aunque esa naturaleza esté llena de jabalíes, los cerditos, como les llama Mariana. Y lo más importante, han intercambiado los roles: Mariana recupera su vida profesional y Sam pide un año sabático para cuidar a los niños. Muchas alteraciones en un solo capítulo en el que los conocemos a ellos y a sus vecinos. Una sueca rubia y maravillosa con dos hijos que tienen fascinada a Mariana, los padres del colegio, las profesoras, las amigas, los compañeros de trabajo…

Mariana es el centro y el espejo de esta historia, el personaje funciona como reflejo deformado de todo lo que la rodea: quiere ser y hacer lo mejor, pero no tiene criterio propio, se deja arrastrar por lo que se dice en la terapia, por lo que cree que debe ser, no por lo que es. En este sentido, es muy arriesgado por parte de Aina Clotet meterse en la piel de una mujer que no despierta la simpatía, que cae mal, a la que no acabas de entender y, sin embargo, sientes profundamente cercana aunque no tengas treinta y tantos años, ni tengas niños pequeños, ni vivas en un bosque lleno de jabalíes. La entiendes, porque la mayoría de nosotros somos como ella, reflejos de nuestro entorno.

En la serie se habla indistintamente catalán, castellano, sueco o inglés según las situaciones, en una clara voluntad de mostrar en la ficción lo que sucede en la vida cotidiana de Barcelona, donde se cambia de idioma en una misma conversación con total naturalidad. Esta mezcla de idiomas en cierto modo se traduce también en el lenguaje cinematográfico que alterna la comedia negra y el humor más hiriente con pequeñas dosis de cine de terror o de melodrama, sin por ello perder, sino al contrario, ganar en credibilidad.

Aina Clotet ha tenido muchos colaboradores importantes para llevar a cabo la serie. El primero y fundamental, Marcel Borrás, su compañero en la vida real, que interpreta un Sam pusilánime y atemorizado frente a los retos de la nueva masculinidad que no acaba de asimilar. Mar Coll, en la dirección, ha sido un excelente apoyo para mirar con un cariño no exento de crítica a esas clases medias que tan bien retrató en Tres días con la familia. En cuanto al reparto, junto con profesionales como Nora Navas o Enric Auquer, Aina ha contado con un grupo de amigos que prestan su autenticidad a las sesiones de terapia y a las distintas y ridículas situaciones en las que Mariana se mete continuamente.

Esto no es Suecia’ es una serie importante, con proyección de futuro, que ha cosechado varios premios internacionales, el premio Conecta Fiction Best Pitch Award del Festival de Göteborg y el Premio Prix Europa 2023, otorgado por el Parlamento Europeo, a la mejor ficción de televisión, además de estar nominada como mejor serie de comedia en los Premios Feroz. Esto no es Suecia, es Barcelona aquí y ahora. Bienvenida sea.