Berlinale — Festival de Berlín 2025: Cambio de paradigma
El festival de Berlín celebró su 75.º aniversario envuelto en un cambio en la dirección. La primera edición de Tricia Tuttle como responsable del festival se saldó con una sección oficial desigual, en la que destacó una programación que casi alcanza la paridad entre directores y directoras, y en la que destacaron las películas dirigidas por mujeres en clave fantástica.
Si hay que hablar de la Berlinale a partir de nombres de mujeres, el primero debe ser el de Tricia Tuttle, que asumió la dirección del Festival de Berlín desde esta edición. La estadounidense es la primera mujer en ocupar el cargo. Al menos sobre el papel, se enfrentaba a dos retos mayúsculos. El primero era el de comandar un certamen profundamente anclado en su idiosincrasia germana. El segundo, sustituir a Carlo Chatrian, que, aunque no fue del agrado de todo el mundo ―sobre todo, diría, de la crítica y de las autoridades autóctonas―, había posicionado la Berlinale en consonancia con las líneas más radicales del cine contemporáneo. En el haber de Chatrian hay, entre otras cosas, la ampliación del foco de lo cinematográfico, abriéndolo a la filosofía o a la literatura, de la mano de películas que desafían la lógica de la puesta en escena tal y como la solemos pensar, como son Orlando de Paul B. Preciado o Une famille de Christine Angot. Ambas películas se habían podido ver en una sección, Encounters, que pretendía acoger propuestas radicales o, si se quiere, fuera de lo convencional. Tras la marcha de Chatrian y con la llegada de Tuttle, Encounters desapareció y se instauró una nueva sección dedicada a las óperas primas (Perspectivas).
Las líneas maestras de la propuesta de Tuttle se expresaban así en una decisión como esa, que se refleja también en una sección oficial poco ambiciosa si atendemos a la voluntad de comprender el cine a partir del riesgo o la política a partir de las formas.
