Crítica — Blondi: Más amiga que madre

Dolores Fonzi es sin duda una de las mejores actrices argentinas. Aunque lleva veinticinco años actuando, su nombre empezó a sonar con fuerza en España gracias a Truman, de Cesc Gay. Desde entonces la hemos visto entre otros títulos en Paulina, La cordillera o Distancia de rescate. En el último festival de San Sebastián, la descubrimos en una nueva faceta: la de directora.

Fonzi se ha tomado su tiempo antes de ponerse detrás de la cámara. No ha sido hasta sentirse segura con un guion coescrito con Laura Paredes, responsable con Laura Citarella del magnífico guion de Trenque Lauquen, que Dolores Fonzi se ha decidido a dar el paso. Y lo ha hecho rodeada de un grupo de intérpretes que garantizan la solidez del filme.

Blondi es la historia de una madre y un hijo. Una madre joven, Blondi, la misma Dolores Fonzi, que tuvo a Mirko, Santiago Rovito, a los 15 años. Cuando los conocemos, Mirko tiene poco más de veinte años y está a punto de irse a Europa. Pero su madre no lo sabe y él no encuentra el momento de decírselo. Aunque Blondi y Mirko parecen una pareja, Fonzi elude en el relato cualquier connotación incestuosa. Hay una alegría, una frescura y una ingenuidad en la relación que les permite pasar por amigos sin ninguna sombra de dudas.

Pero la vida de Blondi y Mirko no es un camino de rosas. Martina, hermana de Blondi, está pasando por una crisis en su matrimonio, la abuela vive a su aire. Blondi se mueve entre ellas intentando no perder el centro, es decir, no perder a Mirko. En este mundo de mujeres, los hombres cumplen sus funciones: Eduardo, el marido de Martina interpretado por Leonardo Sbaraglia, es tan aburrido, rutinario y previsible que provoca en su mujer, la estupenda Carla Peterson, el deseo de huir a una comuna de hippies new age desfasados.

Mirko, en cambio, se verá obligado a aportar el grado de responsabilidad que ni su madre, ni nadie de la familia, parece tener. En este sentido, esta historia me trajo a la memoria Las chicas Gilmore, donde Rory es la hija sensata de Loreleai, una madre tan joven e irresponsable como Blondi. Pero si la serie de Amy Sherman-Palladino, era una comedia amable, Blondi se mueve en el terreno más resbaladizo de la tragicomedia.

Nunca cae en el drama, pero lo roza sin que se note. Divierte y emociona, te hace sentir cercano a estos personajes, basculando de la madre al hijo para volver a la madre. Inteligente y sutil, en Blondi se habla de maternidades adolescentes, de abortar o no abortar, de matrimonios en crisis, de dependencias afectivas y de problemas económicos. Cosas muy importantes. Pero Fonzi lo hace sin tomárselo demasiado en serio, con ligereza, con humor, incluso riéndose un poco de sí misma.

Presentada en el Bafici del 2023, Blondi llega a nuestras pantallas avalada por un éxito de público en su país. Contar con la financiación de Amazon le ha permitido tener un presupuesto holgado –basta con escuchar la estupenda banda sonora del filme en la que hay temas como Sunday Morning y All Tomorrow’s Parties de Velvet Underground y Nico– para realizar una ópera prima que nos lleva a pensar que estamos ante una carrera que dará muchos frutos.