Crítica — Bread & Roses: Pan, Trabajo y Libertad

Hace mucho tiempo que el concepto de “cine militante” ha desaparecido de nuestro  contexto político-cultural. Pero no se me ocurre otra manera mejor para definir el valor de este documental afgano que se llama Bread & Roses, pero en rigor debería llamarse Bread, Work and Freedom (pan, trabajo y libertad). Y educación, y respeto, y dignidad.

“Bread, Work and Freedom” era el grito que lanzaban las mujeres afganas que, tras la vuelta de los talibanes al poder en agosto de 2021, vieron como todas sus conquistas de los últimos años se perdían irremediablemente. “Desde el 15 de agosto de 2021 miles de mujeres han salido a las calles de Kabul pidiendo pan, trabajo y libertad. Centenares de ellas han sido arrestadas, torturadas y asesinadas. Muchas siguen desaparecidas”. Estas palabras al final del documental son un recordatorio de que lo que acabamos de ver no es una ficción inventada, ni siquiera un documental al uso, donde la manipulación de las imágenes es necesaria. Lo que acabamos de ver es un grito de rebeldía.

Si hablo de “cine militante” es porque este cine no tiene en cuenta la calidad de la imagen. Lo que quiere es ser reflejo inmediato de una determinada situación, tiene una urgencia en dejar constancia de algo que está pasando. Y eso es lo que hacen las mujeres afganas con sus móviles: filmar pequeños vídeos de sus reuniones clandestinas, sus manifestaciones, sus enfrentamientos con la policía y sus monólogos desesperados cuando están solas en la intimidad de sus casas.

Sahra Mani ha recopilado muchos de estos vídeos para construir con ellos el relato de un año en la vida de las mujeres afganas de Kabul que ven cómo su mundo se desmorona y ellas desaparecen del paisaje. Son testimonios directos, sin manipular, sin remontar. Filmados algunos con cierto cuidado, otros en plena batalla, todos cargados de emoción.

Para darle un cierto orden al relato, Sahra Mani sigue a tres mujeres a través de sus filmaciones. Zahra, la dentista, se casó con Omid, un hombre que la quiere y al que quiere, el 14 de agosto del 2021. Ninguno de los dos sabía que un día más tarde, su mundo iba a desaparecer. Zahra, obligada a ejercer su profesión de manera clandestina, se convierte en una de las principales líderes del nuevo y valiente movimiento de las mujeres afganas con la colaboración de Omid y de otros hombres, conscientes de que el mundo talibán significa la muerte.

Sharifa es una joven funcionaria que vive con sus padres. El nuevo régimen la priva de su derecho a trabajar, de su derecho a ser, y la encierra en una casa muy tradicional. A Sharifa sólo le queda el recurso de enseñar a su madre a leer y ayudar a su sobrino en sus estudios mientras mira por la ventana y graba sus sensaciones y su desamparo. Hasta que decide salir y unirse al movimiento que se está gestando entre las mujeres.

La tercera es Reahla, una activista muy combativa obligada a escapar del país. Refugiada en una casa de acogida en Pakistán, Reahla se duele de no poder estar en su tierra, de todo lo que están pasando allí, pero también de la vida que lleva en este supuesto refugio que no es sino una cárcel sin barrotes.

Las tres son ejemplos de muchas otras mujeres, abogadas, enfermeras, maestras, forzadas a abandonar su trabajo, cubrirse con un burka y dejar la sociedad privada de la mitad de su población. Las mujeres afganas no deberían existir. Pero existen y luchan y quieren que su combate se conozca en el mundo.

La presencia de Jennifer Lawrence, la protagonista de Los juegos del hambre, como productora, y el hecho de que Bread & Roses cuente con el apoyo de Apple TV+, permitirá que el documental se vea en todo el mundo. Recordar que lo que narra el film sucede ahora mismo es muy importante para ayudar a las mujeres afganas en su lucha. Estamos en pleno siglo XXI, pero en Afganistán las mujeres han vuelto a las tinieblas del pasado.