Crítica — Fin de fiesta: Una persona no es un juguete
Tras veinticinco años como productora, Elena Manrique da el salto al largometraje con Fin de fiesta, un film difícil de clasificar en el que se atreve a denunciar el clasismo y el racismo de una clase privilegiada que se cree con derecho a todo.
Fin de fiesta
País
España
Bélgica
Año 2024
Dirección Elena Manrique
Guion Elena Manrique
Producción
La Claqueta PC
Perdición Films
La Cruda Realidad
Think Studio
Menuetto Films
Reparto
Sonia Barba
Beatriz Ajorna
Edith Martínez-Val
Fotografía Joaquim Philippe
Montaje Laurent Dufreche
Música Argia
Distribución A Contracorriente Films
Duración 90 min
Fecha de estreno 31 de enero del 2025
Sinopsis
Un emigrante africano se esconde en el cobertizo de una casa señorial andaluza. Desde ahí contempla la vida cotidiana y la dinámica entre la señora de la casa y su joven asistenta. Un día es descubierto por la señora, y un tiempo después por la criada, pero ambas se lo ocultan a la otra, hasta que un imprevisto destapa el secreto.
Fin de fiesta
País
España
Bélgica
Año 2024
Dirección Elena Manrique
Guion Elena Manrique
Producción
La Claqueta PC
Perdición Films
La Cruda Realidad
Think Studio
Menuetto Films
Reparto
Sonia Barba
Beatriz Ajorna
Edith Martínez-Val
Fotografía Joaquim Philippe
Montaje Laurent Dufreche
Música Argia
Distribución A Contracorriente Films
Duración 90 min
Fecha de estreno 31 de enero del 2025
Sinopsis
Un emigrante africano se esconde en el cobertizo de una casa señorial andaluza. Desde ahí contempla la vida cotidiana y la dinámica entre la señora de la casa y su joven asistenta. Un día es descubierto por la señora, y un tiempo después por la criada, pero ambas se lo ocultan a la otra, hasta que un imprevisto destapa el secreto.
El nombre de Elena Manrique estaba asociado hasta ahora a la producción ejecutiva de títulos importantes del cine español, como Celda 211, El laberinto del fauno o El orfanato. En paralelo a su trabajo en estos films, Manrique realizó cortos, mediometrajes y un cierto cine experimental, antes de decidirse a dar el salto al largometraje con Fin de fiesta. A sus cincuenta años, Elena Manrique ha conseguido hacer realidad su sueño con un film difícil de clasificar en un género concreto.
Un poco de comedia negra, otro poco de cine social, Fin de fiesta es el ácido retrato de una clase social privilegiada que a pesar de su aparente modernidad y progresía sigue siendo igual de clasista, racista y dominante que sus antepasados. Carmina, interpretada con frialdad y cinismo por Sonia Barba, es la mujer más rica del pueblo y tiene un inmenso poder heredado de su familia. Vive en una gran casa rodeada de un hermoso jardín, con la única compañía de Lupe (Beatriz Arjona), una joven criada para todo a la que explota, maltrata y utiliza sin ninguna consideración. Carmina sabe que la necesita, pero se cree con derecho a que la sirvan.
A esta magnífica casa llega una mañana Bilal, un joven africano recién desembarcado de una patera que encuentra refugio en el cobertizo del jardín mientras huye de la guardia civil. La primera parte del film cuenta cómo Carmina descubre a Bilal y, tras el primer susto, decide ayudarlo y protegerlo porque ella “es muy comprensiva y estuvo apuntada a Caritas”. Lo que no sabe Bilal es que esa falsa protección implica su conversión en juguete y esclavo de Carmina. Ella promete ayudarlo a llegar a Francia, pero ahora no “porque es muy peligroso”, mientras le mantiene encerrado con llave en el cobertizo sin que Lupe se entere de su existencia.