Crítica — Green Border: La violencia fronteriza de la Europa fortaleza
Agnieszka Holland firma un drama de denuncia sobre el maltrato deshumanizador del que son víctimas los refugiados en los límites entre Polonia y Bielorrusia.
Green Border
Año 2023
País
Polonia
Francia
República Checa
Bélgica
Dirección Agnieszka Holland
Guion
Maciej Pisuk
Gabriela Łazarkiewicz-Sieczko
Agnieszka Holland
Producción
Metro Films
Astute Films
Blick Productions
Marlene Film Production
Beluga Tree
Reparto
Jalal Altawil
Maja Ostaszewska
Tomasz Włosok
Behi Djanati Atai
Mohamad Al Rashi
Dalia Naous
Maciej Stuhr
Agata Kulesza
Fotografía Tomasz Naumiuk
Montaje Pavel Hrdlička
Música Frédéric Vercheval
Distribución Vercine Distribución
Duración 153 min
Fecha de estreno 14 de junio del 2024
Sinopsis
En los bosques traicioneros y pantanosos que conforman la llamada “frontera verde” entre Bielorrusia y Polonia, los refugiados de Medio Oriente y África que intentan llegar a la Unión Europea están atrapados en una crisis geopolítica cínicamente diseñada por el dictador bielorruso Alexander Lukashenko. En un intento de provocar a Europa, los refugiados son atraídos a la frontera mediante propaganda que promete un paso fácil a la UE. Las vidas de Julia, una activista recién reclutada que ha renunciado a su vida confortable, Jan, un joven guardia fronterizo, y una familia siria, se entrelazan, como peones que son en esta guerra oculta.
Green Border
Año 2023
País
Polonia
Francia
República Checa
Bélgica
Dirección Agnieszka Holland
Guion
Maciej Pisuk
Gabriela Łazarkiewicz-Sieczko
Agnieszka Holland
Producción
Metro Films
Astute Films
Blick Productions
Marlene Film Production
Beluga Tree
Reparto
Jalal Altawil
Maja Ostaszewska
Tomasz Włosok
Behi Djanati Atai
Mohamad Al Rashi
Dalia Naous
Maciej Stuhr
Agata Kulesza
Fotografía Tomasz Naumiuk
Montaje Pavel Hrdlička
Música Frédéric Vercheval
Distribución Vercine Distribución
Duración 153 min
Fecha de estreno 14 de junio del 2024
Sinopsis
En los bosques traicioneros y pantanosos que conforman la llamada “frontera verde” entre Bielorrusia y Polonia, los refugiados de Medio Oriente y África que intentan llegar a la Unión Europea están atrapados en una crisis geopolítica cínicamente diseñada por el dictador bielorruso Alexander Lukashenko. En un intento de provocar a Europa, los refugiados son atraídos a la frontera mediante propaganda que promete un paso fácil a la UE. Las vidas de Julia, una activista recién reclutada que ha renunciado a su vida confortable, Jan, un joven guardia fronterizo, y una familia siria, se entrelazan, como peones que son en esta guerra oculta.
Desde su debut en los setenta, Agnieszka Holland ha convertido su filmografía en un acto de compromiso con la denuncia de la deshumanización de la Europa contemporánea. Green Border conecta con otras de sus películas, centradas en visibilizar la falta de libertad en la Polonia comunista o el horror del nazismo. Este último filme responde a la voluntad de no cerrar los ojos ante una realidad brutal y contemporánea que tiene lugar en el umbral de una Europa que se blinda contra los refugiados e inmigrantes que llaman a sus puertas huyendo de guerras y miserias.
Holland localiza esta realidad en la frontera entre su país y Bielorrusia, que se ha convertido en una zona de confrontación entre ambos países. El presidente bielorruso Aleksandr Lukashenko atrae a personas que quieren llegar a Europa con promesas falsas para después ahuyentarlos hasta el otro lado de la frontera con Polonia, donde son recibidos con evidente hostilidad hasta el punto de devolverlos al otro lado de las vallas de alambre, fuera de la Unión Europea. Este es el contexto que Holland describe en Green Border a partir de tres perspectivas diferentes: el de una familia de Siria y una mujer afgana que cierran filas para intentar permanecer en Polonia; la de los militares entrenados en el odio a estos refugiados («no son personas, son armas de Putin y Lukashenko», los adoctrinan en los cuarteles) representados a través de un joven soldado a punto de convertirse en padre, Jan (Tomasz Włosok); y el de las redes de resistencia que se organizan para ayudar a estas figuras vulnerables a pesar de la persecución del gobierno polaco.
DURANTE EL SEGUIMIENTO DE LAS TRIBULACIONES DE LOS REFUGIADOS, LA PELÍCULA SE ADENTRA, NO SÓLO DE FORMA LITERAL, EN TERRITORIOS PANTANOSOS EN LO QUE A LA REPRESENTACIÓN DEL HORROR RESPECTA.
La directora trenza un drama en blanco y negro que avanza al ritmo angustioso de un grupo de personas desesperadas por permanecer en Polonia mientras huyen de todo tipo de controles o son deportadas a uno y otro lado de la frontera. Es en el seguimiento de las tribulaciones de los refugiados donde la película se adentra, no sólo de forma literal, en territorios pantanosos en lo que a la representación del horror respecta. Holland quiere transmitir la desesperación de sus protagonistas, la violencia y las humillaciones que sufren en su intento por permanecer en una Unión Europea, cuyos responsables no son capaces de respetar los mínimos derechos humanos. Sobre todo en una secuencia en concreto, Green Border se sitúa en esa espinosa frontera entre la denuncia pertinente y la recreación innecesaria en la desgracia ajena para concienciar a la audiencia del sufrimiento ajeno. De hecho, es lo que ocurre con una de las protagonistas, Julia (Maja Ostaszewska), la psicóloga que es testigo impotente de esta escena y a partir de ahí se implica en un grupo de apoyo a los refugiados.
Esta subtrama resulta la más potente de la película. Green Border entronca en parte con un cine de Europa del Este muy crítico y pesimista en el retrato de unas democracias en crisis ya sea a causa de la corrupción o de políticas autoritarias. La propia reacción del gobierno polaco, en manos del partido ultraconservador cuando Holland estrenó el filme en la Mostra de Venecia, consistió en acusar a la directora, entre otras cosas, de hacer propaganda nazi. Sin embargo, la cineasta no se abandona a una visión pesimista de su país y de la deriva intolerante de buena parte del viejo continente. Y contrapone al acoso de los derechos humanos de los más débiles la creación de redes de resistencia por parte de iniciativas ciudadanas que terminan supliendo la función de las administraciones.