Crítica — Hotel Royal: El acoso machista como película cercana al terror
El segundo largometraje de ficción de Kitty Green después de The Assistant reincide en el lado tenebroso de las dinámicas cotidianas del machismo, esta vez a través de las convenciones sociales del ocio masculino en los bares.
Hotel Royal (The Royal Hotel)
Año 2023
País Austràlia
Dirección Kitty Green
Guion Kitty Green, Oscar Redding
Producción See-Saw Films, Screen Australia, South Australian Film Corporation, Screen NSW, HanWay Films, Cross City Films, Alma Margo
Reparto Julia Garner, Jessica Henwick, Herbert Nordrum, Bree Bain, Ursula Yovich, Hugo Weaving, James Frecheville, Daniel Henshall, Toby Wallace, Baykali Ganambarr
Fotografía Michael Latham
Montaje Kasra Rassoulzadegan
Música Jed Palmer
Distribución FYP Media
Duración 91 min
Fecha de estreno 15 de març del 2024
Sinopsis
Hanna y Liv son dos amigas estadounidenses que viajan como mochileras por Australia. Tras quedarse sin dinero, Liv convence a Hanna para que acepte un trabajo temporal detrás de la barra de un pub llamado The Royal Hotel, en una remota localidad minera de la Australia profunda.
Hotel Royal (The Royal Hotel)
Año 2023
País Austràlia
Dirección Kitty Green
Guion Kitty Green, Oscar Redding
Producción See-Saw Films, Screen Australia, South Australian Film Corporation, Screen NSW, HanWay Films, Cross City Films, Alma Margo
Reparto Julia Garner, Jessica Henwick, Herbert Nordrum, Bree Bain, Ursula Yovich, Hugo Weaving, James Frecheville, Daniel Henshall, Toby Wallace, Baykali Ganambarr
Fotografía Michael Latham
Montaje Kasra Rassoulzadegan
Música Jed Palmer
Distribución FYP Media
Duración 91 min
Fecha de estreno 15 de març del 2024
Sinopsis
Hanna y Liv son dos amigas estadounidenses que viajan como mochileras por Australia. Tras quedarse sin dinero, Liv convence a Hanna para que acepte un trabajo temporal detrás de la barra de un pub llamado The Royal Hotel, en una remota localidad minera de la Australia profunda.
Con Wake in Fright (1971), Ted Kotcheff ofrecía una respuesta australiana al cine de terror y exploitation de los Estados Unidos que en los años setenta convirtió la América profunda en un territorio hostil hacia cualquier urbanita o forastero recién llegado, en una película que dibujaba uno de los retratos más desgarradores y estremecedores de la cultura del alcohol a través del personaje de John, un joven profesor que queda atrapado en un pueblo de la Australia interior y cae en un progresivo descenso en la degradación más devastadora.
Más de cincuenta años después, el paisaje humano de la Australia interior que retrata Kitty Green a Hotel Royal no parece haber cambiado tanto con respecto al de la obra maestra de Kotcheff. La directora de The Assistant (2019) toma como punto de partida el documental Hotel Coolgardie (Pete Gleeson, 2016), alrededor de dos mochileras finlandesas que van a parar a un pueblo al sudoeste de Australia, Coolgardie. El municipio, una antigua y próspera explotación minera, entró en decadencia hace décadas y ahora se limita a sobrevivir del turismo y de un puñado residual de mineros que aún trabajan allí. Esta particularidad demográfica da lugar a un ecosistema masculino muy concreto, el de una comunidad conformada básicamente por hombres sin familia ni raíces en el lugar, tampoco muchas distracciones, que han convertido el bar de la zona en su único espacio de ocio y socialización. Y toman a las chicas que trabajan allí como un entretenimiento a su servicio, «carne fresca» que acosan verbal y físicamente.
Green ha convertido este punto de partida sociológico en una película que plasma la cultura de la violación desde una muestra hiperlocalizada. Aquí las protagonistas son una pareja de amigas estadounidenses, Hannah y Liv, que se han embarcado en un viaje a las antípodas con la voluntad de escapar de su lugar de origen. La directora no da muchas pistas de los motivos ni el pasado de las chicas. Su condición de «backpackers», turistas de bajo presupuesto y largo recorrido, las hace por un lado identificables por una franja importante de público, y de otro las sitúa en una condición de vulnerabilidad necesaria para convertirse en el objetivo de la violencia social y sexual masculina: son mujeres jóvenes, de fuera, sin dinero y sin vínculos familiares próximos. El hecho de que sean mochileras también explica que pasen de vivir la fiesta sin fin de Sídney a servir copas en un antro de mala muerte en el desierto australiano: es un trabajo temporal y habitual entre este perfil de viajeras.
HOTEL ROYAL NARRA CÓMO ESTA EXPERIENCIA DE AVENTURA JUVENIL SE VA CONVIRTIENDO EN EL INICIO DE UNA PESADILLA. DURANTE BUENA PARTE DEL FILM, GREEN SE DEDICA A GENERAR UNA ATMÓSFERA DE PROGRESIVA VIOLENCIA E INQUIETUD SOBRE LAS DOS CHICAS QUE SITÚA LA PELÍCULA SIEMPRE AL BORDE DEL TERROR.
Hotel Royal narra cómo esta experiencia de aventura juvenil va convirtiéndose en el inicio de una pesadilla. Durante buena parte del film, Green se dedica a generar una atmósfera de progresiva violencia e inquietud sobre las dos chicas que sitúa la película siempre al borde del terror. El trabajo tras la barra de un bar en un pueblo aislado se convierte en una especie de ratonera. El propietario las explota sin apenas miramientos y los clientes habituales han normalizado el trato denigrante hacia las camareras, que consideran «carne fresca» a su servicio. Tienen que aceptar violencia verbal, insinuaciones de todo tipo y amenazas encubiertas. No amoldarse a estos deseos se entiende como una provocación o una forma de desconsideración. La directora entrelaza esta dinámica propia de una masculinidad tóxica exacerbada por el aislamiento con la cultura del alcohol que se practica en el lugar. Las protagonistas también corren el peligro de caer en esta espiral adictiva y alienante que las haría más propensas a la depredación.
En Hotel Royal se hace palpable esta tensión inquietante relacionada con una amenaza que no sabes hasta qué punto cristalizará, y que puede proceder de cualquiera de los diferentes personajes masculinos que pululan por el bar. Captar y encapsular en toda su intensidad y a la vez indefinición las dinámicas de acoso sobre las mujeres es el principal mérito del film. Pero también se convierte en una limitación cuando Green no parece saber cómo avanzar una vez ha creado esta atmósfera. ¿Es necesario que la amenaza latente se concrete y desencadene una serie de acontecimientos terribles o la gracia está en plasmar una forma de violencia que no tiene por qué ser física para que resulte igualmente denunciable? Green no parece tener claro cómo resolver este dilema. Puede que por ello el desenlace, a pesar de resultar coherente y equilibrado, deja un sabor insatisfactorio. Como si, a falta de una opción mejor, hubiera echado mano de una fórmula catártica e impecable desde el discurso feminista para cerrar los diferentes conflictos abiertos.