Crítica — How to have sex: Os lo advierto, no hay escapatoria
La británica Molly Manning Walker se alzó como ganadora de la sección Un certain regard del Festival de Cine de Cannes con su primer largometraje. La audaz y desgarradora How to have sex nos muestra, desde los ojos de Tara, las atrocidades intrínsecas a los ritos de paso adolescentes.
How to have sex
Año 2023
País Regne Unit
Dirección Molly Manning Walker
Guion Molly Manning Walker
Producción Ivana MacKinnon, Konstantinos Kontovrakis, Harriet Harper-Jones, Emily Leo y Abiola Rufai-Awójídé
Reparto Mia McKenna-Bruce, Lara Peake, Enva Lewis, Samuel Bottomley, Daisy Jelley, Eilidh Loan i Shaun Thomas
Fotografí Nicolas Canniccioni
Montaje Christo Pandit i Fin Oates
Música James Jacob
Distribución Avalon
Duración 91 minuts
Fecha de estreno 15 de març de 2024
Sinopsis
Tres jóvenes británicas se embarcan en lo que deberían ser las vacaciones de su vida antes de entrar en la universidad.
How to have sex
Año 2023
País Regne Unit
Dirección Molly Manning Walker
Guion Molly Manning Walker
Producción Ivana MacKinnon, Konstantinos Kontovrakis, Harriet Harper-Jones, Emily Leo y Abiola Rufai-Awójídé
Reparto Mia McKenna-Bruce, Lara Peake, Enva Lewis, Samuel Bottomley, Daisy Jelley, Eilidh Loan i Shaun Thomas
Fotografí Nicolas Canniccioni
Montaje Christo Pandit i Fin Oates
Música James Jacob
Distribución Avalon
Duración 91 minuts
Fecha de estreno 15 de març de 2024
Sinopsis
Tres jóvenes británicas se embarcan en lo que deberían ser las vacaciones de su vida antes de entrar en la universidad.
La voz, a través del sistema de megafonía de la consulta, anuncia el nombre de la chica que, con la respiración acelerada, se levanta de su asiento: «Amy Scott». Reticente, se para en seco durante unos segundos mientras una cantidad irreal de escenarios aparecen en un hipotético horizonte. El montaje se torna frenético y las voces del médico, la directora del centro educativo y la agente de policía se solapan, y fluctúan pasando de la frialdad propia de la más frívola burocracia, a la inseguridad ante la peor de las violencias y a la delicadeza de una profesional acostumbrada a la frágil valentía de las víctimas. Desde el cortometraje Good thanks, you? (2020), la cineasta británica Molly Manning Walker retrata a través de los ojos de su protagonista y desde una ficción espejo de la más macabra realidad, cada segundo de vergüenza, horror y parálisis que componen la vida de una mujer cuyo cuerpo ya no siente suyo.
La gravedad de How to have sex se encuentra en la mirada de Tara que, tímida, rehúye los reclamos de un desconocido que le observa desde el balcón adyacente. Su cuerpo, inquieto ante el atrevimiento y emocionado por la atención inesperada, no para de equilibrarse, en un pie y luego en otro, mientras sus manos juguetean con los balaustres del balcón. Mia Mckenna Bruce, con un BAFTA confirmando su estatus de rising star, lidera esta escapada rebelde de tres amigas a la costa mediterránea antes de entrar en la universidad. La búsqueda de los ritos de paso adolescentes (ligados al alcohol, la fiesta y las relaciones sexuales esporádicas) concluye en la compresión de que las redes de apoyo masculino, apologistas de violencias misóginas por la camaradería desde la más tierna infancia, son inquebrantables y toman de rehén (o cómplice) a mujeres sedientas de validar su identidad a través de los afectos masculinos. Tara, Skye y Em personifican las dinámicas presentes en las amistades femeninas subordinadas al deseo masculino, rememorando, sin duda, a esa amiga que está dispuesta a airear tus mayores intimidades si eso derivase en una carcajada de un chico al que no dejarías sujetar tu copa mientras usas el lavabo.
TARA, SKYE Y EM PERSONIFICAN LAS DINÁMICAS PRESENTES EN LAS AMISTADES FEMENINAS SUBORDINADAS AL DESEO MASCULINO: REMEMORANDO, SIN DUDA, A ESA AMIGA QUE ESTÁ DISPUESTA A AIREAR TUS MAYORES INTIMIDADES SI ESO DERIVASE EN UNA CARCAJADA DE UN CHICO AL QUE NO DEJARÍAS SUJETAR TU COPA MIENTRAS USAS EL LAVABO.
La violación, fruto de los incansables tanteos de Paddy y la inseguridad de Tara, fomentada por una estigmatización aún vigente de la virginidad, ocurre fuera de plano. La chica tumbada en la arena, envuelta en el pináculo de la incomodidad sensorial, mientras el chico le quita con ansia la parte de abajo del bikini. La mano de Tara hurga, buscando anclaje, en la arena. El muchacho, incapaz de ver la ofensa en sus: «Creía que eras la divertida» o «No puedo evitarlo cuando estás meneándote delante de mí» se sentirá caballeroso al abrazar a Tara, temblorosa por la gélida brisa marina. La cámara, siendo la cineasta la única que no abandona a Tara, se centra en los brazos de la joven protegiendo su propio cuerpo del frío y de la mirada viciosa de Paddy, mientras, con los ojos abiertísimos, toma consciencia de la parálisis que toma el control de su cuerpo. A continuación, envueltos en los neones de la fiesta isleña, miramos por primera vez desde la perspectiva de Tara, observando la espalda desnuda de Paddy que, andando por delante de la joven, sueña con las sábanas sucias de la cama de un baratísimo Airbnb.
Em, cuya perspectiva del viaje es más propia de una romcom tras enrollarse con Paige, compañera de apartamento del agresor, descifra en el comportamiento de Tara una aflicción que Skye, prisionera de una búsqueda infinita de validación en la mirada masculina, ignora. Las miradas consternadas, vacías y alertas a los atrevimientos de Paddy son incontables y construyen un relato que ataca las dinámicas sociales que sustentan la repugnante cultura de la violación. Walker, más de cuarenta años después, dialoga con la estadounidense Martha Coolidge y su Not a pretty picture (1976). La cinta rescatada y estrenada por Atalante en salas españolas el pasado 1 de marzo desgarra a la audiencia con unas últimas declaraciones antes de que aparezcan los créditos: «Estoy buscando algo que quizás no exista». Tara se seca las lágrimas en el duty free mientras busca desesperadamente la alegría que volver a casa brinda a cualquier turista. Skye, ajena a las violencias que acechan en cada esquina (o incapaz de asumirlas), adelanta las noches de fiesta que tienen por delante en su Inglaterra natal. No hay escapatoria y, con un esfuerzo para evitar el ahogo, Tara corre a coger su avión, alegre de dejar atrás una pesadilla que retomará tan pronto como se enfunde en un ajustado vestido, se tome tres vodkas con limón y salga ahí fuera, al escaparate del deseo masculino. Coolidge ya nos despedía con una mujer entre lágrimas, que no es capaz de disipar el miedo que le genera el tacto de un hombre.