Crítica — Los peores: ¿Qué sucede con los y las intérpretes no profesionales de una docuficción cuando se acaba el rodaje?
La ópera prima de Lise Akoka y Romane Gueret ofrece una oportuna y positiva reflexión meta sobre el trabajo con menores en el cine social.
Los Peores (Les Pires)
Año 2022
País Francia
Dirección
Lise Akoka
Romane Gueret
Guion
Lise Akoka
Romane Gueret
Elénore Gurrey
Producción
Les Films Velvet
Marine Alaric
Frédéric Jouve
Reparto
Johan Heldenbergh
Timéo Mahaut
Matthias Jacquin
Loïc Pech
Mallory Wanecques
Dominique Frot
François Creton
Mélina Vanderplancke
Fotografía Éric Dumont
Montaje Albertine Lastera
Sonido Jean Umansky
Distribución Flamingo
Duración 99 min
Fecha de estreno 7 de junio de 2024
Los Peores (Les Pires)
Año 2022
País Francia
Dirección
Lise Akoka
Romane Gueret
Guion
Lise Akoka
Romane Gueret
Elénore Gurrey
Producción
Les Films Velvet
Marine Alaric
Frédéric Jouve
Reparto
Johan Heldenbergh
Timéo Mahaut
Matthias Jacquin
Loïc Pech
Mallory Wanecques
Dominique Frot
François Creton
Mélina Vanderplancke
Fotografía Éric Dumont
Montaje Albertine Lastera
Sonido Jean Umansky
Distribución Flamingo
Duración 99 min
Fecha de estreno 7 de junio de 2024
En Una vez fuimos Kids (2021), Eddie Martin investigaba qué había sucedido con los y las protagonistas de esta película de Larry Clark que marcó el cine indie de los noventa. La propuesta ponía en el punto de mira el vínculo entre cine y menores que ejercen puntualmente de intérpretes, sobre todo si provienen de entornos desfavorecidos, una predilección de muchas personas cineastas en su práctica de un cine realista que transmita la «autenticidad» en bruto del contexto que retratan.
Los peores arranca con un casting de intérpretes no profesionales menores de edad por parte de un equipo comandado por un cineasta belga, Gabriel (Johan Heldenbergh), que quiere rodar en el barrio de Picasso, una zona de pisos de protección oficial en Boulogne-sur-Mer. «Siempre contratan a los peores», comenta una chica cuando se entera de los niños y niñas que han escogido para salir en el filme. El primer largo de Lise Akoka y Romane Gueret parte de un corto anterior, Chasse royale (2015) y de su experiencia como expertas en castings y coaching de intérpretes infantiles. Aquí adoptan un dispositivo autorreferencial con un punto de comedia para abordar las buenas o malas prácticas de la llamada docuficción, sobre todo en relación con las criaturas. Los peores funciona así como una insólita variante de cine dentro del cine. Estamos en una ficción sobre el rodaje de una docuficción que sigue cómo afecta la irrupción del equipo de una película en un contexto social especialmente vulnerable.
LOS PEORES FUNCIONA ASÍ COMO UNA INSÓLITA VARIANTE DE CINE DENTRO DEL CINE. ESTAMOS ANTE UNA FICCIÓN SOBRE EL RODAJE DE UNA DOCUFICCIÓN QUE SIGUE CÓMO AFECTA LA IRRUPCIÓN DEL EQUIPO DE UNA PELÍCULA EN UN CONTEXTO SOCIAL ESPECIALMENTE VULNERABLE.
Pero Los peores no adopta el claro tono de denuncia del documental de Martin, que acaba retratando a Larry Clark como un adulto privilegiado que se introduce en un entorno desprotegido desde una actitud de depredación artística y sin asumir las consecuencias que todo ello tenía para los niños y niñas. A Akoka y Gueret les interesa precisamente trabajar con este tipo de intérpretes/personajes menores que todavía no tienen suficiente visibilidad en el cine para plasmarlos desde una autenticidad que no huye de la autocrítica. La película se centra sobre todo en dos personajes, el pequeño Ryan (Timéo Mahaut), con toda su energía en bruto, y la adolescente Lily (Mallory Wanecques, con una carrera en marcha después de debutar en este film), que convive con una sexualidad emergente y el luto por un hermano fallecido demasiado joven. A su lado, encontramos a la reflexiva e irredenta Maylis (Mélina Vanderplancke) y Jessy (Loïc Pech), el prototipo de chaval tan chulesco como frágil. La película les plasma en esa tensión entre la supuesta realidad donde viven y la ficción que están rodando, para comprobar también cómo les afecta el rodaje de ficción… pero no el real.
Akoka y Gueret ponen en escena diferentes situaciones problemáticas por las que pasa una docuficción. Por ejemplo, cuando se genera un escenario de ficción en el que se enfrentan dos menores y la situación real escala hacia un momento de violencia o incomodidad que no debería haberse producido, pero que encanta al director. Aquí sucede en la secuencia en que un chaval se ve obligado a repetir: «Tu madre es una puta» a Ryan, que en la «vida real», está experimentando un proceso de reencuentro con su progenitora, de quien la separaron los servicios sociales. O en la escena de intimidad entre Lily y Jessy, que también tiene sus consecuencias a pesar de las medidas tomadas. Akoka i Gueret asumen la contradicción de enfocar finalmente en positivo esta mirada con sustrato crítico a los efectos del rodaje de una docuficción en sus protagonistas. Pero antes de la conclusión triunfante, abren las puertas a un debate con algunas figuras secundarias sobre los tópicos y estigmatizaciones que generan este tipo de películas.