Crítica — Música: La música de los clásicos
Revisión de una tragedia clásica con una mirada muy contemporánea.
Música (Musik)
Año 2023
País Alemania
Dirección Angela Schanelec
Guion Angela Schanelec
Producción
Faktura Film
Les Films de l’Après-Midi
Heretic
Reparto
Aliocha Schneider
Agathe Bonitzer
Fotografía Ivan Markovic
Música
Hustle Hans
Doug Tielli
Distribución Atalante
Duración 108 min
Fecha de estreno 1 de mayo del 2024
Sinopsis
Abandonado al nacer en las montañas griegas una noche de tormenta, Jon es acogido y adoptado por unos pescadores, sin llegar a conocer a sus padres biológicos. Años después, tras ser encarcelado como responsable de un accidente mortal, Jon conoce a Iro, celadora de su prisión. Ella parece buscar su compañía, le cuida, le graba música y una unión muy fuerte se establece entre ellos. Pero Jon empieza a perder visión progresivamente… Desde ese momento, y a pesar de los obstáculos, comenzará a vivir su vida con toda plenitud.
Música (Musik)
Año 2023
País Alemania
Dirección Angela Schanelec
Guion Angela Schanelec
Producción
Faktura Film
Les Films de l’Après-Midi
Heretic
Reparto
Aliocha Schneider
Agathe Bonitzer
Fotografía Ivan Markovic
Música
Hustle Hans
Doug Tielli
Distribución Atalante
Duración 108 min
Fecha de estreno 1 de mayo del 2024
Sinopsis
Abandonado al nacer en las montañas griegas una noche de tormenta, Jon es acogido y adoptado por unos pescadores, sin llegar a conocer a sus padres biológicos. Años después, tras ser encarcelado como responsable de un accidente mortal, Jon conoce a Iro, celadora de su prisión. Ella parece buscar su compañía, le cuida, le graba música y una unión muy fuerte se establece entre ellos. Pero Jon empieza a perder visión progresivamente… Desde ese momento, y a pesar de los obstáculos, comenzará a vivir su vida con toda plenitud.
Enfrentarse a una película de la directora alemana Angela Schanelec requiere una predisposición a vivir una experiencia emocional que va más allá del cine. Esto es particularmente evidente en su último trabajo, Música, donde juega con el silencio, la palabra y el canto como elementos narrativos.
Música adapta a la contemporaneidad la tragedia griega de Edipo de Sófocles, pasándola por el tamiz de la mirada de una mujer alemana del siglo XXI. Grecia y Alemania son dos presencias fuertísimas en la película, unidas en el personaje de Jon, el moderno Edipo. Grecia es el paisaje rocoso, la lengua tan rocosa como el paisaje, la sombra del mito; Alemania es la música barroca, el romanticismo latente que nos remite a Hölderlin, a Goethe, el canto.
Se me ocurren muchas referencias posibles viendo esta hermosa película: Robert Bresson, por ejemplo, reconocible en los dos actores protagonistas, Aliocha Schneider y Agathe Bonitzer, tan adolescentes y etéreos como estáticos y monocordes, marca de estilo del autor de El dinero o Una mujer dulce. O las tragedias griegas de Jean-Marie Straub y Danièlle Huillet, despojadas de emociones, secas pero conmovedoras, rodadas con actores no profesionales y siempre en escenarios naturales.
JON, SOLO CON SU HIJA, EMPIEZA A CANTAR, A SUBLIMAR SU DOLOR A TRAVÉS DE LA MÚSICA SIN SABER, NUNCA LO SABRÁ, QUE HA MATADO A SU PADRE Y QUE LA MADRE DE SU HIJA ES SU PROPIA MADRE.
Todas estas referencias son pequeñas muletas que la crítica busca para enfrentarse a una obra que, en realidad, evoca muchas cosas, pero no se parece a nada ni a nadie. El estilo característico del cine de Schanalec, hecho de largos planos en los que los personajes se mueven como en un ballet —buen ejemplo de esto es la secuencia de la mesa de ping pong en la prisión, que la directora ha escogido como motivo de uno de los preciosos carteles del film—, se enriquece con las elipsis de tiempo en las que pasan años sin que veamos envejecer a los protagonistas siempre iguales, obligando al espectador a rellenar los espacios con su imaginación.
La tragedia de Edipo se intuye más que se ve porque nunca se explicita. Iro y Jon se conocen, se aman y tienen una hija. Pero un día, cuando la niña tiene siete años, Iro hace una llamada. No podrá soportar lo que descubre. Jon, solo con su hija, empieza a cantar, a sublimar su dolor a través de la música sin saber, nunca lo sabrá, que ha matado a su padre y que la madre de su hija es su propia madre.
Música utiliza a Bach o Vivaldi en conjunción con las canciones de un poeta canadiense de ahora mismo, Doug Tielli, creando una atmósfera de cuento, de relato ensimismado, de sueño. Música es un film que hay que sentir. Más que verlo, hay que oírlo, más que entenderlo, hay que vivirlo. Para disfrutarlo de verdad hay que aceptar sus propias convenciones, entrar en su juego y dejarse llevar.