Crítica — On the Go: Una road movie queer, arriesgada y libre

Esta inclasificable ópera prima de María Gisèle Royo y Julia de Castro se presentó en la sección Cineastas del Presente del Festival de Locarno del 2023 donde obtuvo una Mención Especial del Jurado Joven. En la Seminci de Valladolid volvió a ser destacada y, en el Festival de Gijón, ganó el premio al mejor largometraje español antes de culminar su recorrido por festivales en el D’A Film Festival Barcelona de este año dentro de la selección de Un impulso colectivo. 

Estrenada en distintos países europeos, esta obra ejemplo de cine underground en el mejor sentido de la palabra, no lograba encontrar distribuidora en España, por lo que sus artífices decidieron prolongar la anomalía de un film independiente hasta encargarse ellas mismas de la distribución. Gracias a eso nos llega ahora a (algunas) pantallas.

Cuando la vimos en el D’A, escribimos en Filmtopia: “Mezcla de thriller y sex comedy, On the Go no tiene ningún reparo en romper todas las reglas establecidas, en una celebración queer que pone en el centro el tema de la fertilidad femenina, auténtico MacGuffin de un film extravagante y mordaz”. Inspirado lejanamente en el mítico título de 1982 Corridas de alegría de Gonzalo García-Pelayo, On the Go

es una comedia gamberra, feliz y arriesgada que juega a muchos niveles: el de la sirena que quiere volver al mar, el del amor perdido, el de la presión de la maternidad, el de la venganza contra la sociedad explotadora.

Sus protagonistas son una extraña pareja formada por Milagros (Julia de Castro), una DJ de 37 años que quiere explorar su última oportunidad de ser madre, y su amigo Jonathan (Omar Ayuso), un joven de 24 años que sufre un desengaño en las redes. Tras prenderle fuego a un pub de muy dudosa moralidad,  emprenden un viaje de huida en un precioso Chevrolet Corvair blanco del 67, acompañados de una extraña sirena china que se hace llamar Reina de Triana (Chacha Huang).

Lo que les pasa en ese viaje con banda sonora de los nuevos grupos de rock andaluces, es lo que cuenta esta fábula queer, un canto a la amistad en la que se cruzan estrambóticos personajes, peligros reales y ayudas místicas y fantásticas en su búsqueda del santo grial, es decir, el semen del hombre ideal para crear juntos una perfecta familia disfuncional.

Nacida en Ávila, Julia de Castro es escritora, compositora y actriz de teatro y cine con una clara tendencia a tratar temas de sexo con total frescura sin perder nunca un punto de vista feminista. María Gisèle Royo es una productora venezolana, montadora y documentalista, con varios premios en su filmografía. Ambas se conocieron en Roma gracias a una beca de la Academia de España. La unión de estas dos mujeres tan distintas produce una chispa inesperada de creatividad y realidad que, curiosamente, es profundamente andaluza, aunque ninguna de ellas lo sea por nacimiento.

Desde el principio, las dos directoras y guionistas  tenían claro que querían hacer un remake del film de culto Corridas de alegría, al menos en cuanto a divertirse en el rodaje. Pero a medida que escribían y, sobre todo, en el proceso de realización, se fueron alejando poco a poco del modelo para construir algo completamente nuevo. Tan underground e independiente como el film de García-Pelayo pero revisitado desde el coño, como ellas mismas lo definen.

Todo el proceso ha sido largo pero ha valido la pena. Rodado en 16 mm, en planos de toma única, a menudo completamente improvisados según las condiciones del rodaje, el film incorpora todas sus imperfecciones al producto final. La película ha sido comparada por alguna parte de la crítica con Pepi, Luci, Bom y otras chicas del montón, de Pedro Almodóvar, pero lo que es cierto es que estas chicas no son del montón y están on the go, o sobre la marcha, para renovar la comedia española.