Crítica — Piezas: Un puzle emocional compuesto por nueve piezas aparentemente inconexas

Piezas nace de un deseo de contar no una sino varias historias. La directora explica: “Siempre me ha interesado la crítica social porque, en muchos casos, la gente no se detiene a pensar por sí misma. Repiten lo que escuchan de su partido político, su religión o las tradiciones familiares. Mi objetivo es invitar a la reflexión sobre temas cotidianos que suelen ser incómodos y que, por lo general, preferimos no ver”.

Nueve personajes son los protagonistas de nueve pequeñas piezas casi de cámara, rodadas en planos secuencia. Aparentemente las historias de Matías, Cristina, Nina, Marina, Mónica, Paula, Irene, Natalia y Ana no tienen nada que ver entre sí. Son cortos monólogos, o como mucho un diálogo, en los que los personajes ponen en evidencia un problema social.

Matías, el único protagonista masculino, es un cocinero argentino que denuncia la xenofobia; Cristina, una prostituta casera con una hija, da un giro inesperado al final de la historia; Nina es una bailarina que recibe la noticia de que tiene un cáncer justo cuando su amante la abandona; Marina y Alex simbolizan otro tipo de maltrato doméstico entre una madre y su hijo; Mónica es el ejemplo de la violencia de género; Paula, modelo anoréxica, sufre trastornos de alimentación; Irene es una madre adolescente incapaz de cuidar a su bebe; Natalia es humillada con un brutal acoso sexual en una entrevista de trabajo y Ana es la reaccionaria y conservadora dueña del restaurante donde trabaja Matías.

Poco a poco, mientras conocemos a los personajes,  vamos descubriendo las sutiles relaciones que los unen, piezas separadas y perdidas que acaban por dibujar un puzle de nuestra sociedad  en la que ninguno de estos personajes encaja.

Piezas no es teatro filmado. El uso del espacio es muy cinematográfico, desde la minúscula cocina donde trabaja Matías hasta la minimalista oficina en la que Natalia es acosada por un hombre invisible, los lugares donde se desenvuelven los personajes están muy pensados y  a menudo fragmentados por una pared que divide el plano. La fotografía juega con la luz, los colores y las texturas.

Diez actores y actrices se involucran en estas piezas con monólogos explosivos, dolorosos, opresivos. Y sin embargo no deja de haber un cierto humor, una cierta ironía y distanciamiento. Piezas no quiere dar lecciones, sólo exponer situaciones.

Estrenado en el Festival de Moscú, el film ha tenido una larga carrera por festivales internacionales en los que ha conseguido un total de 11 premios. Piezas es una película incómoda e irregular en sus historias, a la que no se le puede negar valentía y riesgo tanto en los temas como en la forma de rodarla. Una rareza sin duda.