Crítica — Siempre nos quedará mañana: La historia en blanco y negro
El debut en la dirección de la actriz Paola Cortellesi es un claro homenaje al cine neorrealista de la posguerra al mismo tiempo que una reivindicación de la lucha de las mujeres italianas por sus derechos.
Siempre nos quedará mañana (C'è ancora domani)
Año 2023
País Itàlia
Dirección Paola Cortellesi
Guion
Furios Andreotti
Giulia Calenda
Paola Cortellesi
Producción Wildside
Reparto
Paola Cortellesi
Valerio Mastandrea
Romana Maggiora Vergano
Fotografía Davide Leone en B/N
Montaje Valentina Mariani
Música Lele Marchitelli
Distribución BTEAM Pictures
Duración 118 min
Fecha de estreno 26 d'abril del 2024
Sinopsis
Año 1946, en un barrio popular de una Roma aun devastada por la guerra, Delia aguanta como puede a su violento marido, a su odioso suegro y a sus deslenguados hijos. Sólo le ilusiona la próxima boda de su hija mayor, Marcella, y un deseo que podrá cumplir porque siempre nos quedará mañana.
Siempre nos quedará mañana (C'è ancora domani)
Año 2023
País Itàlia
Dirección Paola Cortellesi
Guion
Furios Andreotti
Giulia Calenda
Paola Cortellesi
Producción Wildside
Reparto
Paola Cortellesi
Valerio Mastandrea
Romana Maggiora Vergano
Fotografía Davide Leone en B/N
Montaje Valentina Mariani
Música Lele Marchitelli
Distribución BTEAM Pictures
Duración 118 min
Fecha de estreno 26 d'abril del 2024
Sinopsis
Año 1946, en un barrio popular de una Roma aun devastada por la guerra, Delia aguanta como puede a su violento marido, a su odioso suegro y a sus deslenguados hijos. Sólo le ilusiona la próxima boda de su hija mayor, Marcella, y un deseo que podrá cumplir porque siempre nos quedará mañana.
Sorprende un poco que una actriz como Paola Cortellesi, rostro habitual en el cine más popular italiano, haya escogido un tema como este para su debut como directora. Cortellesi acaba de cumplir cincuenta años y quizás eso explique que no le interesara contar una historia generacional sino remontarse a años atrás, a la generación de sus abuelos, los sufridos italianos perdedores en la segunda guerra mundial. Y entre ellos, las mujeres italianas, doblemente perdedoras ante la intolerancia y la violencia de un machismo instaurado en la sociedad.
Cortellesi se ha mirado con mucha atención los films clásicos del neorrealismo italiano, especialmente Bellisima de Visconti, para reflejar el ambiente que reinaba en Italia en la inmediata posguerra. Recurrir al blanco y negro no es en este caso sólo un ejercicio estético o formal: una historia como la de Delia y su familia sólo se podía contar en blanco y negro.
Se puede decir que el guión pone demasiado acento en los tópicos del machismo italiano más irredento: violencia doméstica, superioridad masculina, humillación y desprecio de la mujer… Cortellesi juega esa carta desde la ironía, el cinismo y la distancia que provoca un tipo de machismo que ya no es el de nuestro tiempo, pero que sirve no sólo de recordatorio de una sociedad en la que las mujeres no existían, aunque fueran el sostén de los hogares, sino también como espejo deformante para ver cómo estos comportamientos siguen presentes ahora mismo, aunque se manifiesten de otra manera.
RECURRIR AL BLANCO Y NEGRO NO ES EN ESTE CASO SÓLO UN EJERCICIO ESTÉTICO O FORMAL: UNA HISTORIA COMO LA DE DELIA Y SU FAMILIA SÓLO SE PODÍA CONTAR EN BLANCO Y NEGRO
Otra cosa que se le puede reprochar al guion es la pequeña trampa con la que juega todo el film, el equívoco que provoca una misteriosa carta entre una posible historia de amor y un final inesperado. En todo caso, es un reproche menor porque ese equívoco ayuda a dibujar el personaje de Delia, el auténtico protagonista de la historia.
Paola Cortellesi se ha reservado para ella el papel de Delia en un reto difícil de asumir desde la dirección porque Delia está prácticamente en todos los planos. La suerte que tiene la actriz/directora es la de contar con un conjunto de intérpretes que la apoyan en todo momento. Valerio Mastandrea compone un marido en camiseta que sale directamente de films como Divorcio a la italiana; el veterano Giorgio Colangeli asume el papel del odioso Ottorino postrado en la cama y Romana Maggiora Vergano compone una Marcella que anuncia el cambio que iba a producirse en la sociedad en un futuro, que Delia y sus coetáneas contribuyeron a crear con su resistencia y su lucha callada.