Crítica — Such Brave Girls: Riámonos de nosotras mismas cuando todo vaya mal

A estas alturas, la mayoría de gente cinéfila es bastante consciente ya de que la productora A24 no da puntada sin hilo. La responsable de éxitos indiscutibles de crítica y taquilla como La bruja (2015), A Ghost Story (2017), The Florida Project (2017), El caballero verde (2021), Todo a la vez en todas partes (2022) o Sangre en los labios (2024) entre muchos otros, apuesta esta vez por el genio incontestable y el humor –tan negro como políticamente incorrecto– de la británica Kat Sadler, creadora y protagonista junto a Lizzie Davidson (su hermana tanto en la serie como en la vida real) de Such Brave Girls, miniserie de seis episodios que narra las peripecias de una familia extremadamente disfuncional. 

¿Se puede hacer comedia sobre un tema tan serio como es la salud mental? Si me hubiesen hecho esta pregunta hace unos años, probablemente habría respondido que no. Porque hace unos años hablar de salud mental se consideraba un tabú, y las personas que recibían tratamiento psicológico o psiquiátrico parecían quedar estigmatizadas de por vida. A día de hoy, por suerte, la situación ha cambiado, al menos parcialmente (y en algunos países, claro). Así que mi respuesta tras ver estos seis capítulos de Such Brave Girls es, sin duda, un contundente SÍ, escrito con mayúsculas. Se puede hacer comedia con un tema tan serio como la salud mental. Sobre todo, si se trata de una comedia tan honesta y libre de prejuicios como Such Brave Girls.

Sadler concibió la serie durante la pandemia y decidió que sus propias crisis y experiencias –ella misma fue ingresada en un centro psiquiátrico– servirían de materia prima para escribir el guion. Un guion con un humor corrosivo que se ceba, principalmente, en la inestabilidad –económica pero especialmente psicológica– de su trío protagonista. Una madre (encarnada por Louise Brealey) obsesionada por ligarse a un tipo anodino cuyo único interés es poseer un enorme y lujoso casoplón, una hija menor que persigue, cual stalker de manual, a un novio traficante que apenas se sabe su nombre, y una hija mayor (la propia Sadler) encantada de revolcarse constantemente en el fango de la depresión, ansiosa por ir a terapia e incapaz de admitir que se siente atraída por una mujer. Tres mujeres narcisistas que nunca parecen actuar guiadas por el sentido común. Tres mujeres que, con su anómalo comportamiento, tan solo buscan desesperadamente un modo de sobrevivir en los tiempos que corren y sí, también algo parecido al amor, aunque no sepan muy bien lo que es. 

Comparada a menudo con series como Girls, Fleabag, Sugar Rush o Derry Girls, Such Brave Girls conjuga, con muy mala leche y bastante descaro, angustias vitales, egocentrismo desmesurado, una exploración de la sexualidad un tanto accidentada, problemas de autoestima, banalidad constante y relaciones tóxicas. Y de fondo, atravesándolo todo, la idea de que una familia no tiene necesariamente que responder a un canon. La idea de que ese concepto de familia perfecta e idealizada omnipresente en nuestras vidas, probablemente no sea más que un constructo imposible que perseguimos con más esperanza que conocimiento de causa. Porque, ¿alguien ha conocido alguna vez a alguna familia que se pueda considerar perfecta?