Crítica — Un sol radiant: Los últimos días

Hace más de un año, en la edición del D’A Film Festival Barcelona del 2023, sorprendió por su frescura y su sólida factura una película firmada colectivamente por cinco jóvenes alumnas de la UPF: Mónica Cambra Domínguez, Ariadna Fortuny Cardona, Clàudia García de Dios, Lucía Herrera Pérez y Mònica Tort Pallarès. La película era Un sol radiant y obtuvo por unanimidad el premio Talents del festival. Era una de las películas sorpresa del año, pero incomprensiblemente su estreno se ha ido retrasando hasta ahora.

El film es un proyecto colectivo en su concepción y realización, pero el trabajo entre las cinco implicadas se ha repartido sin que ninguna sobresalga sobre las otras. La película es absolutamente redonda y a todas se les debe reconocer el trabajo, unas en la dirección, otras en el guion, en el montaje o el sonido. También la fotografía es de una chica, aunque no aparezca entre las cinco que firman el proyecto.

Un sol radiant tiene un guion espléndido. La idea de cómo se puede vivir los últimos cinco días del mundo no es nueva, podemos recordar Melancolía de Lars Von Trier, donde la situación es parecida. Pero lo que sí es nuevo es cómo lo plantea y resuelve Un sol radiant. Sin perder el punto de vista de Mila, su familia y sus pocos amigos vivirán esos días y esas noches a la espera de lo inevitable. Una espera que Mila intenta llenar con la preparación de una fiesta de despedida. Pero no es fácil escapar de la tensión, no es sencillo pensar que no habrá un mañana. Y cada uno de los personajes, sin olvidarnos del abuelo, intentará llevarlo lo mejor posible.

Hay tres elementos fundamentales, además del guion, para que todo funcione. El primero son las tres protagonistas: Mila, la inolvidable Laia Artigas de Verano 1993, ha crecido y se ha convertido en un ser de luz, el auténtico sol radiante de este film es ella, sus silencios y sus miradas; Ingrid, su hermana, nos descubre a Nunu Sales, una joven actriz con mucho futuro por delante; y Nuria Prims asume el papel de la madre que no sabe cómo proteger a sus hijas de algo que se le escapa. 

El segundo elemento es la fotografía y la localización. La casa en medio del bosque, el pueblo y las montañas son el escenario perfecto para contar esta historia que sucede en cinco días. Cinco días en los que las equilibradas relaciones del primer desayuno, se van deshaciendo a medida que se acerca el final. La fotografía refleja muy bien este proceso de disolución con dos momentos culminantes: las dos secuencias en las escaleras con la madre y las hijas reunidas con el abuelo.

El tercero y muy importante, porque normalmente no se cuida todo lo necesario, es el sonido y el silencio: el Sonido del aire, el sonido del miedo, el sonido de la vida, y los silencios llenos de sonidos. El sonido y la música son dos de los aspectos que hacen que Un sol radiant transmita la sensación de final inevitable.

El sol radiante del título se puede extrapolar a estas cinco jóvenes mujeres que han sabido aprovechar las enseñanzas de Celia Rico, Carla Simón o Roser Aguilar, tres de los nombres que citan como tutoras en los créditos del film. Un gran debut.