FILMS

Crítica — Ellas hablan: Tomar decisiones

Cómo hacer frente a los abusos sistemáticos de los hombres.

Nuria Vidal

Ellas hablan (Women talking)

Año 2022

País Estados Unidos

Dirección Sarah Polley

Guion Sarah Polley
Miriam Toews
(basat en una
novel·la de Miriam Toews)

Producción Hear/Say Productions
Pla B Entertainment

Reparto Rooney Mara
Claire Foy
Ben Whishaw
Jessie Buckley
Frances McDormand
Judith Ivey
Sheyla McCarthy

Fotografía Luc Montpeller

Montaje Christopher Donaldson
Roslyn Kalloo

Música Hildur Guônadóttir

Distribución United Artists Releasing

Duración 104 min

Fecha de estreno 23 diciembre 2022

Sinopsis

En el año 2010, las mujeres que integran una colonia religiosa menonita en una zona remota de Bolivia se reúnen una noche para encontrar entre todas una salida tras sufrir continuas agresiones sexuales por parte de los hombres de la comunidad.

Ellas hablan (Women talking)

Año 2022

País Estados Unidos

Dirección Sarah Polley

Guion Sarah Polley
Miriam Toews
(basat en una
novel·la de Miriam Toews)

Producción Hear/Say Productions
Pla B Entertainment

Reparto Rooney Mara
Claire Foy
Ben Whishaw
Jessie Buckley
Frances McDormand
Judith Ivey
Sheyla McCarthy

Fotografía Luc Montpeller

Montaje Christopher Donaldson
Roslyn Kalloo

Música Hildur Guônadóttir

Distribución United Artists Releasing

Duración 104 min

Fecha de estreno 23 diciembre 2022

Sinopsis

En el año 2010, las mujeres que integran una colonia religiosa menonita en una zona remota de Bolivia se reúnen una noche para encontrar entre todas una salida tras sufrir continuas agresiones sexuales por parte de los hombres de la comunidad.

Todo empezó con una noticia en los diarios: “La tranquilidad y la confianza mutua que caracteriza a la colonia menonita de Manitoba, situada al este de Bolivia, se ha convertido en miedo y confusión después de que se confirmaran las sospechas sobre una violación sexual masiva que ha continuado durante los dos últimos años. Los menonitas, una comunidad cristiana de cerca de 2000 habitantes, se caracterizan por ser religiosos conservadores que rechazan cualquier tipo de indicio de modernidad en su vida. Pero la calma dio paso al terror cuando el pasado 24 de junio siete hombres, la mayoría de ellos jóvenes, fueron detenidos de forma preventiva acusados de la presunta violación de sus propias vecinas. Utilizaban una sustancia química para dormir a sus víctimas. En los últimos años, muchas niñas amanecían desnudas y notaban hechos extraños, pero no se atrevían a contárselo a sus padres. Algunas mujeres de la comunidad atribuían los hechos a  ‘un acto del diablo’, por lo que las violaciones continuaron sin que nadie las denunciara” (de los periódicos de 2009).

Quizás fue el nombre de la colonia Manitoba, o quizás fue el recuerdo doloroso de su propia infancia vivida en una comunidad religiosa menonita, el caso es que esta noticia impulsó a la escritora canadiense Miriam Toews a escribir una novela como  “una reacción a través de la ficción a estos hechos reales en un acto de imaginación femenina”. Publicada en el 2018,  la historia empieza un día en el que, ante la inminente vuelta a la colonia de los hombres acusados de las violaciones, ocho mujeres se reúnen en un pajar para decidir que tienen que hacer: quedarse y aguantar, quedarse y pelear, o marcharse. Durante dos días, discuten, hablan, se enfrentan, valoran todas las opciones. Estas discusiones son recogidas en las actas de la asamblea por August Epp, el maestro de la comunidad, el narrador de la historia. Utilizar a August, un hombre marginado en la colectividad, le permite a la escritora ofrecer un punto de vista distanciado, no carente de humor, y más que de humor, de ironía. Ella sabe muy bien de lo que habla y eso le da la libertad de reírse de lo que dicen y lo que hacen estas ocho mujeres de dos familias y de tres generaciones. Las acotaciones de August en el texto, siempre entre paréntesis, y su amor incondicional por Ona, la más inocente, la más inteligente, la menos previsible de las ocho mujeres, marcan el ritmo y el tono de esa reunión en la que se tratan de una manera sencilla, simple y cotidiana, temas terribles como la violación sistemática, los malos tratos, las relaciones de poder y una religión opresiva que no les permite respirar. La novela se lee de un tirón como si estuvieras con ellas en ese granero compartiendo sonrisas, miedos y esperanzas.

Sarah Polley, una de las actrices favoritas de Isabel Coixet, protagonista inolvidable de La vida secreta de las palabras Mi vida sin mí, ha aprendido mucho de ella. Entre otras cosas, ha aprendido que las historias bien contadas no necesitan enfatizar los mensajes y que el guion es la base fundamental de una película. Polley descubrió la novela de Toews y, a través de la novela, la noticia de la comunidad boliviana. Para escribir el guion, Polley buscó la colaboración de la propia autora, lo que le dio libertad para hacer una adaptación con algunas variaciones. De entrada, en la película no sabemos nunca dónde estamos, aunque la referencia a la constelación de la Cruz del Sur sitúa la historia en el hemisferio sur; tampoco sabemos en qué momento pasa la acción hasta que oímos una voz lejana que desde un coche llama al censo del 2010. Al conocer a las ocho mujeres allí reunidas no tenemos idea de las relaciones familiares que hay entre ellas, tan solo vemos sus distintas maneras de aproximarse al problema que las ha llevado a encontrarse en ese pajar. Pero las diferencias más importantes con respecto al libro son dos: el cambio de narrador, August está ahí como escribiente y testigo, pero no tiene voz propia, y el tono de las discusiones. No hay ni una gota de humor, de ironía ni de distancia en el film de Polley, todo es importante, todo es trascendente. Por eso es mucho más teatral que literario, mucho más abstracto que realista. La reunión y lo que allí se habla se convierten en una metáfora de la situación de las mujeres en el mundo y de las tres opciones que tienen frente a una sociedad que las margina, las humilla o las violenta. Esta trascendencia es lo mejor y lo peor de una película que se sostiene en sus personajes, Greta y Ágata, las dos ancianas, Mariche y Ona, las dos hijas mayores, Mejal y Salomé, las dos hijas menores, Autje y Netje, las dos adolescentes.

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