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Crítica — Els encantats: Retrato de madre sufriendo con hombres de fondo

El tercer largometraje de Elena Trapé muestra la crisis de una mujer que debe lidiar con la separación y reestructurar la vida.

Marla Jacarilla

Els encantats

Año 2023

País España

Dirección Elena Trapé

Guion Elena Trapé
Miguel Ibáñez Monroy

Producción Coming Soon Films
Encantats Films AIE

Reparto Laia Costa
Daniel Pérez Prada
Ainara Elejalde
Aina Clotet
Pep Cruz

Fotografía Pau Castejón

Montaje Sofi Escudé

Música Anna Andreu

Distribución A contracorriente films

Duración 108 min

Fecha de estreno 2 de junio de 2023

Sinopsis

Irene acaba de divorciarse y tiene una hija de cuatro años de la que no es capaz de separarse ni un fin de semana; es por ello por lo que la custodia compartida, que no tiene más remedio que aceptar, provoca un nuevo colapso en su inestable vida. Intentando buscar una salida, se refugia en el pueblo donde pasó su infancia. Pero esta huida sólo servirá para acelerar la catarsis que la obligará a enfrentarse a sus problemas.

Els encantats

Año 2023

País España

Dirección Elena Trapé

Guion Elena Trapé
Miguel Ibáñez Monroy

Producción Coming Soon Films
Encantats Films AIE

Reparto Laia Costa
Daniel Pérez Prada
Ainara Elejalde
Aina Clotet
Pep Cruz

Fotografía Pau Castejón

Montaje Sofi Escudé

Música Anna Andreu

Distribución A contracorriente films

Duración 108 min

Fecha de estreno 2 de junio de 2023

Sinopsis

Irene acaba de divorciarse y tiene una hija de cuatro años de la que no es capaz de separarse ni un fin de semana; es por ello por lo que la custodia compartida, que no tiene más remedio que aceptar, provoca un nuevo colapso en su inestable vida. Intentando buscar una salida, se refugia en el pueblo donde pasó su infancia. Pero esta huida sólo servirá para acelerar la catarsis que la obligará a enfrentarse a sus problemas.

Una de las reivindicaciones habituales del feminismo contemporáneo es la mayor representatividad de personajes femeninos que no encarnen un ideal de perfección absoluta o un cliché. Del mismo modo que el cine está lleno de personajes masculinos egoístas, malvados, torpes, egocéntricos, inseguros o ridículos, deseamos que el imaginario femenino se vaya ampliando hasta mostrar, por fin, personajes de todo tipo. Es aquí donde Els encantats juega un papel importante, ya que su protagonista femenina –y absoluta– dista mucho de ser una heroína o, siquiera, alguien a quien admirar profundamente.

Tras su interpretación en Cinco Lobitos –por la que ganó el Goya a la mejor actriz protagonista–, Laia Costa encarna de nuevo a una de esas madres sufrientes que nos demuestran que la maternidad no es cosa fácil, ni idílica. Irene acaba de divorciarse de Guillem y tiene una hija de cuatro años, Joana, de la que no es capaz de separarse ni un fin de semana; es por ello por lo que la custodia compartida, que no tiene más remedio que aceptar, provoca un nuevo colapso en su ya de por sí inestable vida. Es arisca y maleducada con su ex, con su madre, con su nueva pareja e incluso con quienes se supone son sus amigos.

Colgada todo el tiempo del teléfono móvil, insegura respecto a sus emociones, sobrepasada por un creciente sentimiento de culpabilidad, subida a una constante montaña rusa emocional, intenta sin éxito adaptarse al inevitable cambio y asimilar lo que la sociedad acostumbra a considerar un fracaso –es decir, un divorcio–. Acumula rabia en su interior, estalla constantemente y actúa de forma egoísta con aquellas personas a las que quiere.

Se trata, al fin y al cabo, de una madre en crisis que destila humanidad dando pasos en falso allá por donde va. Es un personaje al que nadie querría parecerse, pero con el que todos nos podemos sentir profundamente identificados. Un personaje que dista mucho de ser perfecto, un personaje que no es en absoluto un cliché.

Irene, en su desesperación ante un devenir que no es capaz de afrontar, decide refugiarse en el que fue su pueblo de infancia. Porque, como dijo en su tercera novela el escritor Ray Loriga: «Siempre hay alguien que quiere ir al sitio del que todos los demás se escapan». Y ese sitio en cuestión es Antist, diminuta localidad en La Vall Fosca (Lleida). Zona antaño poblada de campesinos, pero cuyos habitantes en la actualidad se pueden contar con los dedos de una mano.

Allí se encontrará con Agustí, amable vecino y confidente que realiza con constancia el mantenimiento del pueblo y sus alrededores; con Gina, a quien un cáncer ha obligado a madurar más rápido de lo habitual; con Eric, que llega al pueblo por sorpresa albergando la secreta esperanza de afianzar una relación a la que cualquier espectador avezado probablemente no vea demasiado futuro. Y es este encuentro con su pasado y presente el que generará, cual caja de Pandora, la catarsis final, conversación telefónica mediante. Porque el pueblo que Irene ha idealizado en algún rincón de su mente no le servirá para huir de su vida, sino más bien al contrario. El pueblo le recordará que no tiene más remedio que enfrentarse a sí misma y aceptar los cambios, sean cuales sean.

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