Antonella Sudasassi Furniss — “No soy una mujer, soy una persona”
“‘Memorias de un cuerpo que arde’ es una historia que va a producir un montón de emociones y sensaciones y que además puede permitir empatizar con las madres, las abuelas y las historias de nuestras antepasadas.”
Después de acercarse a la niñez en su primer cortometraje y a la vida adulta de una joven madre en El despertar de las hormigas, la costarricense Antonella Sudasassi cierra su trilogía sobre el sexo escuchando las voces de mujeres mayores que recuerdan y reviven su vida sexual con la libertad que da el anonimato. Memorias de un cuerpo que arde es un film difícil de definir. Su directora afirma, y tiene razón, que es “una película”. Una película que utiliza un mecanismo de representación muy especial. Teniendo como guía las grabaciones que durante la pandemia realizó con distintas mujeres de entre 60 y 80 años, Antonella escribió un guion muy cerrado en su estructura. Un guion que desde el principio deja claro que estamos ante una representación cuando vemos llegar a la casa donde sucede toda la historia a la mujer que va a asumir el papel de todas las demás mujeres en ese relato de múltiples capas. Premiada por el público en los distintos festivales donde se ha presentado, Memorias de un cuerpo que arde es una película que conecta fácilmente con las mujeres de cualquier parte del mundo porque lo que se cuenta en ella son memorias colectivas y compartidas. Es un experimento apasionante formalmente y en sus historias tan cotidianas como extraordinarias. Con Antonella Sudassasi Furniss pudimos hablar en su reciente visita a Barcelona pocos días después de la ceremonia de los Premios Goya, donde la película estuvo nominada a mejor película iberoamericana.