Catherine Corsini — Los difíciles retornos
“Tenemos la impresión de que somos amables con alguien, pero en realidad no le escuchamos, no le miramos”.
El nombre de Catherine Corsini viene siendo habitual en las pantallas desde que hace casi treinta años estrenó La nueva Eva, una película manifiesto. Corsini es una de las directoras francesas con más personalidad, y con una gran diversidad de intereses. Se ha ocupado de la enseñanza en distintas escuelas de cine, ha trabajado en talleres con mujeres en la cárcel, tiene un discurso feminista muy bien estructurado y adora hacer cine. Pero un cine que no siga las normas más convencionales. Es lo que ha hecho en Regreso a Córcega donde cuenta una historia ligeramente inspirada en su propia madre y en ella misma, pero encarnadas en la ficción por actrices negras en papeles que escapan a los que habitualmente representan en el cine. El resultado es un film sobre la familia, sobre el hacerse mayor, sobre la confianza de unas personas en otras y el descubrimiento de nuevas formas de quererse. Una película de verano que hace pensar y reflexionar. Regreso a Córcega se presentó en el D’A Film Festival Barcelona de este año y allí pudimos tener una larga charla con la directora.
Intérpretes no racializados
Justamente yo no quería estigmatizar a las personas negras reduciéndolas a interpretar siempre la misma historia, sino mostrarlas a través de un tema intimista, un tema universal como es la familia, las fracturas que hay en ella, las mentiras, las dificultades de una madre soltera, viuda, la manera como educa a sus hijas y a veces las cosas que no te atreves a decir. De hecho cuando empecé a pensar en esta historia, le dije a mi madre que su papel lo iba a interpretar una actriz negra y ella me contestó: “Espero que sea amable”. Le dije, no te preocupes, es muy amable. Pienso que era interesante sacar a las intérpretes racializadas de los suburbios, de los problemas de los suburbios y hacerlas interpretar papeles que podrían haber hecho actrices blancas. Para mí era una cuestión de principios desde el primer momento.
Prestar atención a la otra persona
Quise escribir con una joven guionista, ella misma es una mujer racializada. Su madre se llama igual que la actriz en la película, se llama Khédidja. Mi amiga me contó que su madre había sentido muchas veces pequeños roces, pequeñas cosas en relación con su color de piel. A veces una manera de ser condescendientes. Y, por ejemplo, la confusión con Khédidja es algo que ella ha vivido incluso en gente que la conoce bien y que cada vez que decía su nombre cometía un error. Creo que es interesante mostrar el hecho de que no prestamos suficiente atención. Tenemos la impresión de que somos amables con alguien, pero en realidad no le escuchamos, no le miramos. Equivocarse en el nombre quiere decir que marcamos diferencias con el otro, una falta de consideración, una falta de respeto, de escucha. Sí, son cosas como estas las que han tejido la narración.
Fracturas
Yo quise que la hija mayor fuera una chica muy buena en sus estudios, a punto de entrar en el Instituto de Ciencias Políticas. Y vemos que incluso en esta escuela tan famosa en Francia, hay muchos problemas de enfrentamientos entre los anticolonialismos, en la manera cómo se enseña. Estamos hoy, incluso en el interior de grupos que están escindidos, que no están de acuerdo con muchas cosas, estamos en un momento en el que cada persona se vuelve sobre sí misma, sobre su intimidad. Toda la gente está muy fracturada por todas partes. Quería mostrar una sociedad que sufre de esto en muchos lugares.
Nuevas familias
Es una película que habla de la familia, de esa familia que al principio vive el drama de la muerte del padre, lo que les obliga a reformular una especie de gineceo entre ellas tres. Esta familia se construye sobre mentiras, sobre cosas no explicadas, sobre el hecho de que esta mujer no sea aceptada en Córcega, donde las personas siempre son extranjeras unas de otras, porque es una sociedad muy arcaica. Frente a estos arcaísmos tienen que ser una especie de familia modelo. Como consecuencia del drama, las hijas reaccionan de formas distintas, se asumen de forma distinta. En la otra familia, la madre ha muerto. Por eso se encuentran las dos adolescentes para recomponer otro núcleo, otra entidad amorosa, familiar. Hoy asistimos a muchos cambios, transformaciones de cómo hacer una familia con modelos diferentes. Lo que es nuevo en estas familias de hoy es que son familias que hablan, que se dicen todo, que cuentan de dónde vienen y son capaces de crear una familia nueva porque han apartado de ellas las mentiras. Mientras que las familias de antes trataban de llenar las grietas con mentiras, cuando las mentiras no crean más que ausencia, confusión y fallos. Yo pienso que las nuevas familias intentan no caer en este mundo. A partir del momento en que se le dice la verdad a las criaturas, cuando han nacido, que es lo que pasa, se les libera del peso de la culpabilidad, del peso que recae en las madres. Las madres son siempre culpables, son siempre el pozo de miserias de las criaturas porque nunca hacen suficientemente bien las cosas. A partir del momento en que se dice, se explica, se cuenta por qué estamos aquí, que se ha hecho, porque se ha hecho una elección amorosa, el juicio desaparece. Evidentemente las criaturas respiran mejor, se sienten admitidas, se sienten amadas. Yo creo que eso es muy importante.
Transformarse
En una familia, todo el mundo tiene su lugar, se les asigna un lugar. Es muy duro salirse de la estigmatización de una familia en la que siempre se ha señalado los caracteres: tú eres así, tú fuiste así. Salir de este lugar donde se te impone algo y llegar juntas, la madre y las dos hijas, a comprender y a transformarse, después de pasar momentos muy violentos. Hay un momento en el que la hermana mayor detesta a la pequeña que es completamente idiota, y la otra sufre de este desprecio. Ver cómo, a pesar de los celos, llegan a hacer el camino para apreciarse siendo tan diferentes, llegan a comprenderse, es un trabajo de una vida. Es el trabajo que ellas hacen ese verano porque de golpe hay muchas cosas que afloran y surgen de las mentiras. De golpe, todo explota. Eso las transforma, las conmueve. Como yo creo en la inteligencia de los seres, creo en la manera de transformarse y es lo que quiero contar con el abrazo del final. Ellas han atravesado todo este camino y salen mucho más fuertes.
Las tres actrices
Aïssatou Diallo Sagna estaba en La fractura, ella era la enfermera principal y ganó un César a la mejor actriz secundaria. Yo tenía ganas de seguir trabajando con ella. Ella continúa con su trabajo en el hospital. Vive con sus tres hijos y sigue trabajando en los servicios públicos. Para el resto, hice un casting muy, muy complicado, porque convencer a jóvenes actrices negras, hacer que mujeres jóvenes negras desconocidas vinieran a un casting, cuando a menudo se sienten ninguneadas, olvidadas, costó muchísimo. Pusimos muchos anuncios, intentamos muchos caminos para atraer a las chicas al casting, pero no salió nada. Entonces me puse a revisar películas donde hubiera jóvenes actrices y allí descubrí a Esther Gohourou, que interpreta a Farah. Esther aparecía en Guapis (Mignonnes) y es absolutamente prodigiosa. En cuanto la vi, me dije que tenía que hacer la película con ella. Es excepcional. Lo que fue más complicado fue encontrar una actriz para el personaje de Jessica, una chica que ha conseguido llegar, que debía parecer seria pero no aburrida, extremadamente inteligente. Era un papel muy complicado. La pequeña es divertida, funciona sola. El otro era un papel más difícil. Siempre está dándole órdenes a su hermana, regañándola. Encontré a esta chica (Suzy Bemba) extremadamente preparada, continúa sus estudios en paralelo, es una actriz increíble. El grupo se constituyó así. Trabajamos mucho juntas, tuvimos tres semanas de ensayos, llegamos a crear las relaciones para contar la historia de esta familia. Se trataba de que ellas llegaran al rodaje ya con un background, una historia, que les permitiera estar cómodas. Con Suzy hicimos un trabajo especial para interpretar las escenas de droga. Hizo falta que trabajara sobre el cuerpo, que mentalizara el hecho de estar en otra realidad. Ese fue un trabajo muy importante y ha sido muy bueno para la película.
El principio fue difícil
Cuando empecé, efectivamente era muy complicado. Hice varios cortometrajes. En el cortometraje había una especie de igualdad entre los chicos y las chicas, pero muy pronto, me di cuenta que los chicos continuaban y las chicas se paraban. Como en las escuelas. En las escuelas de cine había tantas chicas como chicos, pero los chicos hacían películas y las chicas no. Son scripts o montadoras, tenían muchos problemas para llegar a la realización. Cuando hice mi primera película, Poker, fue una pesadilla. Lloraba todas las noches, volvía a casa y lloraba. Tenía un equipo sólo de hombres que me miraban siempre por encima del hombro. Incluso los actores. Fue muy complicado. Después hice mucha televisión para mantener mis ganas de hacer cine, porque después de mi primer film quería dejarlo todo. Tenía un sentimiento de no ser legítima. El único cumplido que me decían era: “Catherine Corsini filma como un hombre”. Era horrible. Sobre todo al principio yo quería ser actriz, pero como actriz me encontraban poco femenina. La verdad es que tuve que pelearme, porque formo parte de una generación donde he visto a muchas de mis colegas dejar de trabajar. Yo tuve la suerte de ser testaruda.
Equipos femeninos
En mi segundo largometraje, Les amoureux, me dije que sólo trabajaría con gente que me gustara, con gente que yo hubiera escogido. Por suerte, esta película tuvo una buena visibilidad crítica, no funcionó con el público, pero si con la crítica. Luego vino La nueva Eva, con la que conseguí una notoriedad crítica y al nivel industrial, porque la película funcionó muy bien. Fue con La nueva Eva cuando empecé a trabajar con equipos más femeninos. En La nueva Eva escogí a una directora de fotografía, Agnès Godard, que ya había trabajado mucho. Desde entonces siempre he trabajado con directoras de fotografía, cada vez más con directoras de arte. He trabajado mucho en la mezcla. Hoy en Francia está instituido que si hay paridad en los equipos, hay un bonus para la producción para impulsar a la gente a trabajar cada vez más con equipos femeninos, pero sigue siendo complicado.
Falta mucho para la igualdad
Me acuerdo que a partir de La nueva Eva se habló mucho sobre el movimiento del nuevo cine femenino, la nueva ola del cine femenino, pero estábamos en el 18% de mujeres directoras en Francia. Todo el mundo encontraba que era genial, extraordinario. Hoy hay cifras de control y hemos llegado al 35%. Todo el mundo dice que ya estamos en la igualdad, pero no, no es la igualdad. Hemos visto hace poco, gracias a los César de este año, que ha habido una gran marea de mujeres cineastas, estupendo. Intentamos que en las comisiones haya una paridad que sea respetuosa en la elección de proyectos. El dinero iba a los hombres porque eran los hombres los que decidían, y ellos se reconocían más en historias de hombres que de mujeres que encontraban poco interesantes. Hemos logrado ya una paridad en las comisiones, lo que significa que hay un cambio, como hemos visto en los César donde vimos el gran éxito de Justine Triet y otras mujeres que han aparecido. Se suele decir que el cambio es concreto, es real. El cambio está ahí porque hemos trabajado y hemos usado todos los útiles posibles, pero falta aun un aspecto, el aspecto de la diversidad. Desde antes de empezar, yo sé que una película como Regreso a Córcega tendrá menos financiación, porque tenemos actrices poco conocidas, actrices negras. La gente no irá a ver la película porque no quiere. Incluso hay países donde me han dicho, con actrices negras no, no funcionará. Es una realidad. Pero hay que continuar avanzando. Yo me siento un poco como el aguijón, siempre intentando mover las cosas. La representación de mujeres homosexuales se vio con Un amor de verano o La fractura, que estuvo en Cannes en competición oficial y obtuvo el premio Queer Palm. Pero no es una película militante, muestra una pareja homosexual como todo el mundo. Son estas cosas sobre las que yo trabajo, no dejo de lado estas cuestiones.
Moverse, cambiar, buscar
Este año quiero ir a la CinéFabrique, una escuela que hay en Lyon que tiene mucha más diversidad y un buen nivel como escuela de estado, intento moverme por otros lugares. Cuando estás en un sitio tienes que dejar el lugar para gente más joven, cambiar, moverte. No hacer como los políticos que se quedan mucho tiempo en el mismo puesto. Yo tengo ganas de diversificarme. Por ejemplo, recientemente he hecho cursos de guion en la prisión de mujeres de Fleury-Mérogis con mujeres jóvenes. Fue una experiencia extremadamente interesante con detenidas que tenían historias extraordinarias para contar y que justamente necesitan las palabras de las mujeres. Porque muchas veces, estas mujeres están en la cárcel porque han sido instrumentalizadas por los hombres. Se han visto obligadas a proteger a sus hombres, han hecho cosas. Es también darles fe en lo que son, respetarlas, intentar sacarlas de una especie de visión donde el hombre es más poderoso y ellas deben sacrificarse. Yo intento moverme, ir a los lugares menos conocidos donde me digo que hay un trabajo por hacer muy importante.