Irene Iborra — Volver a jugar haciendo cine de animación
“En stop-motion, como trabajas con materiales, estás expuesta a accidentes. La imperfección y el accidente son cosas que me gustan mucho, porque reflejan la vida, lo real, lo orgánico.”
A veces el trabajo te da oportunidades de volver a jugar. Irene Iborra lo sabe muy bien: ella juega todos los días con sus personajes y en su ciudad en miniatura. Porque Irene Iborra está rodando una película de animación en stop-motion, lo que significa una película con marionetas animadas, espacios minúsculos y una ciudad en pequeñito que reproduce el extrarradio barcelonés donde sus personajes se mueven. Olivia y el terremoto invisible se rueda en una nave del barrio de Sant Martí de Barcelona. Allí estará un equipo de muchas personas trabajando hasta el mes de noviembre, entre muñecos y casitas.
Olivia y el terremoto invisible es una adaptación de la novela de Maite Carranza, La película de mi vida, un precioso libro publicado en el 2017 que lleva más de 25.000 ejemplares vendidos. Cuando Olivia, una niña de 12 años, su hermano pequeño Tim y su madre Ingrid se ven obligados a dejar su casa por culpa de un desahucio, Olivia se inventa el rodaje de una película para su hermano, mientras descubre entre terremotos y películas imaginarias el enorme poder de la amistad y la solidaridad.
Irene Iborra es la primera directora en España al frente de un largometraje realizado con esta técnica. En la producción ha contado con la colaboración de dos de los artistas de stop-motion más reconocidos del mundo, César Díaz y el británico Tim Allen, animadores de Wes Anderson y Tim Burton. Las voces las han puesto, entre otros, Emma Suárez y Jordi Évole.
Un caluroso día de este verano, visitamos el rodaje de Olivia y el terremoto invisible, y pudimos ver las maravillas de la creación de la vida de estos personajes animados y los fascinantes espacios urbanos donde transcurren sus aventuras. De todo esto nos habla la directora en la entrevista que le hicimos.