Isabel Peña — Palabra de mujer
“Hay algo un poco ombliguista en pensar que las películas son del director o la directora. Las películas las hace una familia muy grande”.
Esta semana se estrena El llanto, de Pedro Martín-Calero. En principio no pensábamos hablar de la película, ya que está dirigida por un hombre. Pero cuando nos dimos cuenta de que estaba escrita con Isabel Peña, con producción ejecutiva de Fernanda del Nido y Cristina Zumárraga, fotografiada por Constanza Sandoval, con dirección artística de Luciana Kohn, y montada por Victoria Lammers, pensamos que, en realidad, era una película “hecha por mujeres”.
El llanto cuenta la historia de tres mujeres en dos tiempos distintos, 1998 y ahora mismo, en dos ciudades distintas, Madrid y La Plata, en Argentina. En el Madrid contemporáneo, Andrea siente que algo la acecha, la vigila, la persigue; veinte años antes, en La Plata, Camila descubre por casualidad que algo está atormentando a Marie, una mujer desconocida que le fascina. Una presencia invisible las acompaña a todas partes. En ambos tiempos, las cámaras, los móviles y los ordenadores son los elementos a través de los que se desvela el fantasma del mal, el abuso, el hombre acechante, el origen del llanto. Esta sombra amenazante hermana la historia de las tres con un hilo teñido del rojo del miedo. El llanto es una película de género de terror o fantástico, pero en realidad es una película de género travestido porque lo que subyace es un problema social: el abuso y el maltrato de las mujeres.
Tras la presentación en el Festival de San Sebastián, donde Pedro Martín-Calero ganó ex aequo la Concha de Plata a la mejor dirección, el director y la guionista estuvieron en Barcelona antes de estrenar la película en el Festival de Sitges, ocasión que aprovechamos para hablar con Isabel Peña.
De Isabel Peña sabemos que nació en 1983 y estudió guion en la ECAM. En 2008 firmó sus primeros guiones, siempre en colaboración con compañeros de la escuela, entre ellos, Rodrigo Sorogoyen, con el que trabaja mano a mano desde su primera película Stockholm del 2013. En estos diez años, Isabel ha escrito con Sorogoyen grandes éxitos del cine español: Que Dios nos perdone, El Reino, Madre, As bestas, la serie Antidisturbios y capítulos de la serie Apagón, y tiene en preparación una nueva película para el 2025. Esto no le ha dejado demasiado tiempo para otros proyectos, pero aun así ha coescrito Jaula de Ignacio Tatay, el cortometraje de Mabel Lozano, Ava, y la película de terror El llanto de Pedro Martín-Calero. Isabel ha estado cuatro veces nominada al Goya al mejor guion y ha ganado dos con El Reino y As bestas, además del premio al mejor guión en el Festival de San Sebastián por Que Dios nos perdone.
Por todo esto, su nombre es ya un referente dentro del cine español.
La primera pregunta es obligada siendo Filmtopia una web de cine hecho por mujeres:
¿Crees que El llanto es una película de mujeres, aunque esté dirigida por un hombre?
Isabel Peña: Completamente. Hay algo un poco ombliguista en pensar que las pelis son del director o la directora. Las pelis las hace una familia muy grande. Y en esta hay muchas jefas de equipo.
¿Cómo conoces a Pedro y por qué te ofrece escribir El llanto?
I.P. Pedro y yo coincidimos en la ECAM, la Escuela de Cine de Madrid. Él iba un curso por encima del mío, de hecho, él iba a clase con Rodrigo Sorogoyen y con Borja Soler. Gente que se ha convertido en esa familia de la que hablamos. Allí nos conocimos. A raíz de tener tanta gente en común, entablamos una amistad que tenía como nexo nuestro amor al cine. Hubo un momento, en una fiesta, una cena, que nos pusimos a hablar y vimos que nos apetecía mucho escribir juntos. Él me contó una idea que surgió después de leer un libro y me propuso escribirla. Yo no tenía trabajo pagado, y nos pusimos a escribir juntos. Es una película que nunca se hizo, pero nos lo pasamos muy bien escribiéndola y aprendimos mucho. Habíamos estado trabajando un año y medio, la peli no fue a ningún lado, pero sabíamos que nos volveríamos a ver. Años más tarde, me llamó por teléfono, me dijo que tenía muchas ganas de dirigir. Había hecho muchos cortos, mucha publicidad y tenía una imagen. Me preguntó si me apetecía escribirla con él y convertirla en un guion de una película de terror facilito de hacer. Poco a poco se convirtió en una peli muy compleja de producción. El llanto nace de una espinita clavada.
¿Cómo compaginas este guion con otros trabajos?
I.P. La llamada que lo originó todo fue en 2019. Empezamos a trabajar en la estructura y nos encerraron justo cuando teníamos que ponernos a escribir. Habíamos parido la estructura y los personajes, pero luego nos habíamos dividido. Él a Madrid y yo a La Plata. Pedro siempre lo dice, que a él le salvó escribir El llanto, porque fueron días muy duros. A mí me vino muy bien también. Es una película generada en el 19, escrita en el 20 y luego revisitada y revisada.
¿Ha sido diferente trabajar con Pedro de cómo trabajas con Rodrigo?
I.P. Son dos personas completamente distintas, pero la manera de trabajar no es muy diferente. Hay una primera fase de conversación y de investigación, una segunda fase que para mí es siempre la más difícil, que es la de estructura en pizarra, y luego la fase de la división en que cada uno escribe su mitad. Luego ya reescrituras. Ha sido muy parecido, pero las dinámicas son completamente diferentes. Pedro y Rodrigo son muy amigos pero son hombres completamente diferentes.
¿Qué aporta tu mirada de mujer a los guiones?
I.P. Al final soy una hija, soy una amiga, soy una novia, soy una compañera. Mi experiencia en el mundo es completamente diferente a la de un hijo, un novio, un hermano. Si lo quieres forzar, te va a salir mal y, al mismo tiempo, si lo quieres obviar, también te va a salir mal. Es mi experiencia sobre el mundo. Mi mirada también se desarrolla en el viaje en taxi que he hecho para venir aquí o hablando contigo, ¡cómo no se va a desarrollar en mi escritura!
El cine de Sorogoyen es sobre todo sobre personajes masculinos…
I.P. Entiendo lo que dices, es cierto que hay algo muy masculino en el cine de Rodrigo, también por el tipo de estructura que da el thriller. Pero no estoy de acuerdo. Madre o Antidisturbios, por ejemplo, tienen personajes de mujeres fuertes. En As Bestas, para Rodrigo y para mí, el personaje de Olga es la peli. El personaje de Antoine es el trámite para llegar a la historia de Olga que es lo que nos movía. Depende de la historia. El llanto es obvio que es una película de mujeres porque las protagonistas son tres mujeres.
¿En El llanto te has implicado un poco más que en otras películas?
I.P. Siento que me he involucrado un poco más que otras veces, pero siempre he estado involucrada. Tengo la gran suerte de que mis socios, empezando por Rodrigo, han contado conmigo y he estado muy cómoda en todas las fases, casting, montaje, pases previos. Siempre he estado implicada pero desde Antidisturbios, donde también era coproductora ejecutiva, he aprendió un montón y quiero seguir por esta línea.
¿Te gusta ir a los rodajes?
I.P. Es la parte que menos me gusta, disfruto de todo lo previo y todo lo posterior. De hecho, te he hablado de casting y de montaje. Los rodajes, cada vez me disgustan menos, cada vez me siento más cómoda. Al principio me sentía como un pez fuera del agua. Y, de hecho, algún rodaje me ha parecido muy asfixiante en el sentido de que no hay demasiado margen para el error y para la crisis. Por eso no es mi elemento, pero cada vez estoy más a gusto. Cuando he podido, como en esta ocasión con Pedro, le he acompañado una semana a La Plata o en el rodaje en Madrid, en el set.
¿Qué sientes cuando los actores improvisan sobre lo que has escrito?
I.P. No me incomoda. De hecho, Rodrigo suele hacerlo desde los ensayos. Lo hace desde un lugar completamente justo para las actrices y los actores, ellos y ellas tienen que hacer suyas nuestras palabras. Yo, como guionista, he podido escribir un diálogo hace dos años en el calorcito de mi despacho y tiempo más tarde una actriz o un actor tiene que exponerse y decirlo. ¿Cómo no va a hacerlos suyos? Tiene todo el derecho del mundo de hacerlo y además la peli va a ser mejor. Este es el caso ideal al que Rodrigo me tiene acostumbrada. Otra cosa es si es una improvisación, porque si se hace desde un lugar que no respeta el trabajo del papel, ahí sí que ya me parece que no va a ningún lado y va en detrimento de la película.
También influyen los espacios…
I.P. Totalmente. En la próxima película con Rodrigo hemos hecho un viaje de localizaciones en el que he aprendido muchísimo viendo trabajar a las jefas de equipo. Después del viaje hicimos una versión nueva del guion, porque ya habíamos visto los lugares. Hay escenas que han cambiado radicalmente. Es muy bonito no sólo reescribir aprovechando todo, sino seguir encontrando posibilidades.
En El llanto, ¿qué fue primero, hacer una película de terror o contar una historia de cómo los abusos a las mujeres acaban convirtiéndose en un monstruo que acecha?
I.P. En nuestro trabajo hay una parte de muchas horas de conversación, de investigación, de probar. Hay que invertir mucho tiempo en cosas que a lo mejor no van a ningún lado pero te permiten descubrir otras. En este caso, fue primero el deseo de hacer una peli de terror porque Pedro pensó: “Yo quiero rodar cuánto antes y el terror se hace rápido”. Nace de ese deseo/necesidad y de la imagen que Pedro tenía en la cabeza que acabó convirtiéndose en el prólogo de la película; una mujer bailando en una discoteca con luces estroboscópicas empieza a recibir golpes de algo invisible. Esto nos dejaba un casco de un barco completamente vacío. Era una oportunidad muy estimulante para llenarlo de lo que quisiéramos. En nuestras conversaciones y poniendo nuestros miedos sobre la mesa, poniéndolos en cuestión, fue como llegamos al tema de la peli. Cuando lo tuvimos, vimos claro que había que ir por ahí.
Creo que es tu primera película de género de terror, aunque el terror de El llanto no es lo que normalmente se entiende como terror.
I.P. No, yo había escrito terror antes, una peli que se llama Jaula con Ignacio Tatay, un director novel que conocí a través de la ESCAC. Tampoco es género puro y duro. Esa fue mi primera incursión en el género.
Jaula es una película del año 2022 en la que el terror nace de la extrañeza y del miedo. El miedo que tiene una niña pequeña a salir de un espacio delimitado por un cuadrado por temor a los monstruos que la acechan. Hay algo en común entre Jaula y El Llanto, el miedo a lo que no se ve, el monstruo invisible.
La estructura de El llanto es muy especial: dos tiempos, dos ciudades, un edificio que está en el pasado y el presente, un hilo invisible…
I.P. Queríamos que hubiera dos tiempos y dos espacios porque era la manera de contar cómo este dolor viaja, atraviesa océanos. Esto nos interesó en lo conceptual y desde ahí trabajamos la estructura. Lo capitular, que remite a lo literario, también le iba bien, porque es una peli de personajes. Que los personajes, Andrea, Camila, Marie, estructuren la película, nos parecía interesante. El edificio blanco en realidad es algo que está presente en la película, es la idea de la herencia o la maldición. Queríamos coger un lugar clásico del cine de terror y mirarlo desde otro punto. El edificio blanco es la casa maldita de los espíritus que suele ser negra y gótica, en una colina aislada. Nuestra casa encantada, donde está el miedo, es un edificio anodino que puede estar en cualquier lugar del mundo. Y en el 1. C están pasando cosas horribles. El auténtico terror es que no te crean y te consideren una loca.
Durante buena parte de El llanto, no sabemos qué sucede. Andrea oye el llanto sordo de una mujer, Camila y Marie también. Cuando consiguen averiguar que ese llanto viene del 1.º C del edificio blanco, el espectador sigue sin saber qué pasa allí hasta que…
¿Por qué pasa en La Plata?
I.P. Nos apetecía que ese segundo espacio fuera Argentina, por una mezcla de dos cosas. Pedro tiene una filia con Argentina, ha pasado allí dos importantes temporadas de su vida. La otra porque Mariana Enríquez ha estado en la atmósfera rondándonos la cabeza desde el principio aunque no haya nada concreto. Ella fue una especie de faro que nos iluminaba. Es un pequeño homenaje a ella. El hecho de que sea La Plata y no Buenos Aires, nos sacaba de las grandes ciudades. La Plata es una ciudad de provincias, importante, pero pequeña. Teníamos muy claro que no queríamos ir a la gran capital, si ya estaba Madrid, mejor que no fuera Buenos Aires.
Mariana Enríquez es una escritora argentina nacida en 1973. Influida por clásicos estadounidenses como Stephen King y H.P. Lovecraft, publicó su primera novela de terror a los 19 años. Bailar es lo peor se convirtió en un éxito inmediato. Ha publicado cuatro novelas, todas de un género al que El llanto está muy próximo, un terror que no nace del susto y el grito, sino de lo cotidiano y del miedo, de lo invisible y lo oculto.
¿Cuándo decidiste ser guionista y no directora, por ejemplo?
I.P. En el momento de elegir una carrera estaba superperdida. Me tiraba comunicación audiovisual, pero no estaba nada segura. En mi casa querían que estudiara derecho a toda costa. Llegamos a un pacto: periodismo. Durante la carrera de periodismo yo no paraba de leer cosas de cine, pero no me atrevía ni siquiera a plantearme que pudiera ser una realidad. Al acabar la carrera me apunté para hacer los exámenes de la ECAM en guion, y también puse fotografía. Quería probar. Empecé guion y, poco a poco, fui ganando confianza en mí misma y sobre todo tuve la suerte de haber conocido a mis compañeros de viaje.
¿Has tenido algún referente femenino como guionista?
I.P. Sí he tenido referentes femeninos, aunque he tenido que buscarlos con lupa. Por ejemplo, las pelis clásicas que escribía Lilian Hellman me fascinaban. Jane Campion, que también es guionista, o Kathryn Bigelow, fueron dos hallazgos brutales. Hay algo que me une a ellas de una forma especial. Y sin tener nada que ver con mi cine, Agnès Varda siempre me ha cautivado desde una emoción y una cosa, iba a decir dulce, pero no, porque sus pelis son muy duras. Hay algo emocional y de muchísima humanidad. Creo que esos eran mis primeros referentes, los puedo contar con los dedos de una mano. Ahora es una maravilla, me faltan dedos para poder contar todos los referentes que tengo. Isabel Coixet por ejemplo.
¡No has trabajado nunca con una mujer!
I.P. No, pero esto puede empezar a cambiar muy pronto.