Marianela Maldonado — La crisis de Venezuela me convirtió en documentalista
Hay muchas maneras de retratar la realidad de una sociedad en crisis. La que ha escogido la directora venezolana en el que es su primer documental después de una carrera como guionista, es la de contar la Historia a través de las historias. A lo largo de diez años, el film sigue a dos niños y una niña del barrio de Las Brisas, en Valencia, la tercera ciudad de Venezuela, donde luchan por alcanzar su sueño de poder dedicarse profesionalmente a la música. Un sueño que es reflejo involuntario del sueño y la pesadilla de un país entero.
Niños de Las Brisas es el primer documental de Marianela Maldonado, pero no es su primer trabajo en el cine. Como guionista, ha colaborado con distintos directores y directoras, aunque sin duda su trabajo más importante ha sido el guion del corto Pedro y el lobo, que ganó el Óscar al mejor cortometraje de animación en el año 2008. Marianela estaba más acostumbrada a la ficción, pero como dice en algún momento: “la crisis de Venezuela me convirtió en documentalista”. Aunque hace años que vive fuera, en Londres, Barcelona y actualmente Los Ángeles, la cineasta nunca ha perdido el contacto con su país y más concretamente con su ciudad natal, Valencia. Marianela conocía, como todo el pueblo venezolano, el programa musical del maestro José Antonio Abreu llamado El Sistema, un programa de educación musical que desde hace cincuenta años ha conseguido acercar la música a miles de criaturas venezolanas de todas las clases sociales. Por eso tuvo la curiosidad de conocer una orquesta surgida gracias a este programa: la Orquesta del Barrio de Las Brisas, uno de los lugares más violentos y peligrosos de la ciudad, donde, sin embargo, encontró a estos dos niños y una niña que sueñan con poder dedicarse profesionalmente a la música. Dissandra tenía 12 años, Edixon 15 y Wuilly 17. Cuando empezó a seguir sus primeros pasos, la directora no podía imaginar que iba a estar con ellos y ella a lo largo de diez años. Diez años en los que llegaron a la edad adulta y sufrieron las consecuencias de una devastadora situación política y economía, y diez años en los que el sueño que una vez pudo ser, no sólo para ellos y ella, sino para todo el país, acabó por ser una auténtica pesadilla.
Para realizar el documental contó con la colaboración de las familias y la complicidad de los niños y la niña que la llamaban siempre que había algo que les parecía importante para sus vidas y para la película: una audición, un concierto, el exilio, el cuartel, un viaje a Salzburgo, las protestas en las calles. Uno de los principales retos de un documental de seguimiento como este es saber cuándo acabar. Marianela lo supo cuando Wuilly, convertido en símbolo de las protestas contra el régimen de Maduro, fue detenido y torturado y, al liberarlo, se le prohibió tocar. Wuilly consiguió llegar a Nueva York y fue ese el momento en que Marianela pensó que era el final. Sus tres protagonistas habían sobrevivido, con daños de todo tipo, pero sin perder la ilusión y el amor a la música. Niños de Las Brisas es la prueba de que, desde las historias pequeñas, se puede contar y entender la Historia con mayúsculas. De todo esto pudimos hablar con Marianela Maldonado cuando estuvo en Barcelona en una presentación del film organizada por Casa de América Catalunya, dentro de la campaña de promoción para la candidatura al Goya a mejor película iberoamericana, que congregó en la sala a una gran cantidad de emocionado público venezolano.