ENTREVISTAS

Paula Ortiz — “Las ideas políticas de Hildegart Rodríguez hoy serían revulsivas”

‘La virgen roja’ es un drama protagonizado por Najwa Nimri, Alba Planas, Aixa Villagrán y Patrick Criado y llega a los cines pocos días después de haberse presentado en Donostia y, sobre él, hemos podido hablar con su directora.

Marta Armengou

Paula Ortiz (La novia, Teresa) firma una de las películas más esperadas de este Festival de San Sebastián: La virgen roja, la historia de Hildegart Rodríguez, una niña prodigio que fue concebida y educada por su madre como «la mujer del futuro», y que durante su breve vida se convertiría en una de las mentes más brillantes y en un referente europeo sobre sexualidad femenina.

El doctor Frankenstein y su monstruo, Pigmalión y su estatua, Gepeto y su Pinocho o Aurora y su hija Hildegart. La historia sobre la creación de un ser nuevo y perfecto sigue fascinando y despertando el interés y, por eso, es revisitado más de una vez. Se han escrito varios libros sobre la historia de Hildegart y su madre, Aurora Rodríguez Carballeira. También se han hecho películas. Después de Mi hija Hildegart (1977), que dirigió Fernando Fernán Gómez, Paula Ortiz es la encargada de volver a dar vida a esta historia de la mano de las actrices Nawja Nimri en el papel de la madre y Alba Planas como Hildegart en La virgen roja.

Hildegart es concebida y educada por su madre Aurora para ser la mujer del futuro, y se convierte en una de las mentes más brillantes de la España de los años 30 y uno de los referentes europeos sobre sexualidad femenina. A sus 18 años, Hildegart comienza a experimentar la libertad y conoce a Abel Velilla, que le ayuda a explorar un nuevo mundo emocional y desmarcarse del férreo nido materno. Aurora teme perder el control sobre su hija y hace todo lo posible por impedir que Hildegart se aleje. Cuando tiene la sospecha de que Hildegart se aleja de ella en busca de libertad, no soporta la idea de perderla y mata a su hija mientras duerme poniendo fin al “proyecto Hildegart”. Su muerte significaba el fin de una de las promesas más importantes del feminismo español, y de las reivindicaciones sociales, sexuales y políticas de la época. Hildegart era un referente nacional e internacional. Una niña prodigio que con 19 años ya estaba licenciada en Derecho, escribía columnas en periódicos y conocía multitud de idiomas. Ortiz pone en imágenes una historia tan extraordinaria como terrible, a la vez que reivindica la figura de Hildegart Rodríguez.

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