Věra Chytilová — Una margarita en un mundo gris
La distribuidora independiente Atalante estrena en una versión restaurada en 4K Las margaritas, el film manifiesto de la cineasta checa Věra Chytilová, uno de los títulos fundamentales del cine de vanguardia y feminista del siglo XX. Con este motivo nos ha parecido oportuno hacer un filmorretrato de su directora, una mujer rebelde y avanzada a su tiempo y a su contexto político y social, muy desconocida para las nuevas generaciones.
Presentada en el Festival de Cannes 2022, como parte del programa Cannes Classics, y en Berlinale Restrospective en 2023, Las margaritas deslumbró a los que nunca la habían visto por la frescura de su crítica y la enorme carga de rebeldía contra un sistema opresor en todos los sentidos. La vitalidad, la energía y la capacidad de reírse de cualquier cosa y de todo el mundo, hacen que este film no sólo siga estando vigente sino que sea más necesario ahora mismo, cuando nuevos aires de represión empiezan a extenderse por todo el mundo.
Pero Věra Chytilová no es una mujer de un solo título, por mucho que Las margaritas la convirtiera en una figura imprescindible. Pionera del cine checo moderno, directora vanguardista avanzada a su tiempo, Věra Chytilová es una de las figuras fundamentales del cine europeo de la segunda mitad del siglo XX.
Věra Chytilová nació en 1929 en Ostrava, en el norte de la antigua Checoslovaquia, República Checa actual. Estudió filosofía y arquitectura antes de trabajar en los estudios de cine Barrandov de Praga como actriz, guionista y ayudante de dirección. Su entrada en el mundo del cine fue casi por casualidad, Věra Chytilová era una mujer muy guapa que llamó la atención de dos directores que le ofrecieron un papel en un film muy comercial, El panadero del emperador. Fue así como descubrió el cine.
En 1957 entró en la FAMU, la famosa escuela de cine y televisión de Praga, donde era la única mujer en las clases de dirección. Allí, coincidió con los directores más importantes de la nueva ola del cine checo: Milos Forman, Jiří Menzel, Jan Němec y Ivan Passer. Strop, su trabajo de graduación, ganó un premio en el Festival Internacional de Cortometrajes de Oberhausen en 1962.
FUE UNA MUJER LIBRE QUE DETESTABA LAS ETIQUETAS, MUY COMPROMETIDA CON SU TIEMPO, HA DEJADO UNA PROFUNDA IMPRONTA EN EL CINE MODERNO
En el 2011, en una entrevista recogida por la distribuidora de Las margaritas, Věra Chytilová recordaba su paso por la FAMU: “Cuando ingresé en la Academia de Cine de Praga me preguntaron por qué quería hacer cine, y respondí: ‘Porque no me gustan las películas que se hacen hoy’. Me parecían aburridas, demasiado académicas, demasiado perfectas. Porque yo misma soy imperfecta. Lo que me divierte es la improvisación, inventar cosas más allá de lo que está en el guion. Siempre supe que no existen las reglas. Y que necesito saberlo todo de antemano, principalmente para no respetarlo”.
En 1963 dirigió un mediometraje y su primer largo, Hablemos de otra cosa, en el que daba voz, en un montaje en paralelo, a dos personajes muy poco habituales en el cine checo: un ama de casa en crisis matrimonial y una atleta olímpica en crisis profesional. A punto de graduarse, fue la única mujer en el filme colectivo Las perlas del fondo del agua, basado en historias de Bohumil Hrabal.
1965 es un año decisivo en la vida y la carrera de Věra Chytilová. Ese año empieza a pensar en hacer un largometraje, Las margaritas, y conoce a dos personas fundamentales en su vida. “Cuando conocí a Jaroslav Kučera durante la preparación de Las margaritas, enseguida comenzamos a reflexionar sobre un tema que nos permitiera probar todas las posibilidades del lenguaje cinematográfico. Porque éramos conscientes de que el cine debería expresar cosas que son indecibles en otros lenguajes artísticos. Teníamos la impresión de que a menudo las películas no eran más que teatro filmado, y que no intentaban actuar sobre el espectador, sobre su evolución y su desarrollo, de una manera visual. Luego conocimos a Ester Krumbachová, que tenía su propia visión, sus propios sueños. Ese encuentro fue esencial para mí. Fue entonces cuando entendí que cada escena debe estar concebida semánticamente, cada una con su significado. Y así comenzó una estrecha colaboración entre tres personas que no se conocían al principio, pero que llegaron a entenderse muy bien profesionalmente”.
Las margaritas la consagró como una de las figuras más importantes del cine europeo. “En Las margaritas quería capturar el estilo de vida de dos chicas jóvenes que quieren divertirse, y que, al hacerlo, rozan los límites de la existencia y destruyen ciertos valores. Basamos la película en la siguiente confrontación: algo puede ser estéticamente hermoso y al mismo tiempo ser una imagen de aniquilación. Sin espíritu, nada es posible. La misma cosa puede ser positiva o negativa, todo depende del punto de vista y de lo que se quiera transmitir. De cualquier manera, todo comienza con el nacimiento y termina con la muerte. Lo que importa es lo que se encuentra entre los dos. Ahora bien, ¿es sólo diversión y juegos? ¿O hay algo más? Y si es así, ¿de qué se trata, puesto que todo nos habla del vacío?”.
Sátira política, y muy libre en su estructura de collage narrativo, Las margaritas está protagonizada por dos chicas desacomplejadas que, ante la rigidez de las formas en que los distintos poderes se expresan y el absurdo del mundo perverso y corrompido que las rodea, deciden ser más perversas y corruptas que nadie. Su amoralidad, inconformismo y provocación, así como su experimentación visual, muy cercana al cine de Godard, y su ruptura de la continuidad lineal, hicieron que, pese a su fama, fuera prohibida por el gobierno checoslovaco. Pero el film se abrió el camino internacional y se convirtió en uno de los títulos referenciales del feminismo en Europa, incluyendo España, donde se estrenó en 1968.
Las margaritas, con su humor absurdo y una fuerte carga crítica contra el patriarcado y el autoritarismo, mostraba el deseo por un cambio que llegó con la Primavera de Praga. La invasión de los tanques soviéticos en la ciudad en agosto de 1968 fue el fin de la utopía y provocó que algunos de los mejores directores de la nueva ola del cine checo se marcharan del país. Chytilová tuvo la oportunidad de irse, pero decidió quedarse y seguir luchando desde dentro contra la dictadura comunista.
Acusada de nihilismo y formalismo, por parte de las autoridades que aplastaron con los tanques el soplo de libertad de la Primavera de Praga, Věra Chytilová tardó cuatro años en dirigir el siguiente filme, Comemos el fruto de los árboles del paraíso, presentado en Cannes en 1970. La película provocó una nueva reacción de la censura y la obligó a un silencio de siete largos años en los que se vio obligada a renunciar a su carrera. “Cuando me prohibieron trabajar, tenía dos hijos pequeños, lo que me ayudó. Vivíamos con mis padres, y mi padre acababa de sufrir un infarto, así que tenía que llevarlo a sus sesiones de rehabilitación. Tenía muchas cosas que atender, pero en mis ratos libres solía ir a protestar al Comité Central del Partido Comunista. Porque no tenía nada que perder: mi riqueza estaba en casa”.
En 1976, logró un permiso para rodar El juego de la manzana, donde contó con la participación de uno de sus mejores amigos, el director Jiří Menzel. Las margaritas ya estaba lejos, pero ella seguía empeñada en hacer “películas con un significado. De lo contrario, no me interesaría contar historias. La trama es sólo una concesión necesaria al público, para engancharle, para atraer incluso a la persona más tonta. Pero incluso las personas menos tontas deben encontrar en ella algo que les satisfaga. En ese sentido, la historia debe llevar el significado de la película. ¿Por qué hacemos películas? Porque hay problemas en nuestras sociedades”.
Durante un viaje a Londres y Nueva York en 1981, rodó de forma improvisada el documental Chytilová versus Forman, en el que los viejos amigos intentan contestar a la pregunta: ¿Quién tenía razón, los que se fueron o los que se quedaron? En 1984, dirigió un importante documental, Praga: el corazón inquieto de Europa. Siguió trabajando hasta el 2006 y, aunque sus convicciones y su estilo combativo, crítico y feminista se mantuvieron firmes hasta el final, su cine no logró ningún reconocimiento fuera de su país. Retirada por completo, Věra Chytilová falleció en Praga en el 2014, a la edad de 85 años.
Vista ahora su filmografía surrealista y experimental puede parecer algo ingenua, pero es indudable que Věra Chytilová fue una mujer libre que detestaba las etiquetas. Muy comprometida con su tiempo, ha dejado una profunda impronta en el cine moderno. “Creo que el cine debe ser útil. Debe contribuir a nuestras vidas, ayudarnos a ver nuestros problemas, a comprender las cosas”.