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Crítica — La amiga de mi amiga: Las chicas están (muy) bien

La ópera prima de Zaida Carmona es una comedia refrescante de enredos lésbica que combina la aparente ligereza del cine de Rohmer con el espíritu indie de Go Fish, de Rose Troche.

María Adell Carmona

La amiga de mi amiga

Año 2022

País España

Dirección Zaida Carmona

Guion Zaida Carmona
Marc Ferrer

Producción JaJaJa Industrias

Reparto Zaida Carmona
Rocío Saiz
Alba Cros
Thaïs Cuadreny
Aroa Elvira

Fotografía Alba Cros
Claudia Mallart

Montaje Eric Montagudo

Música Masonieria
Rocío Saiz
Aroa Ay

Distribución Filmin

Duración 89 min

Fecha de estreno 22 de abril de 2023

Sinopsis

Zaida, una treintañera a la deriva que acaba de romper con su novia, Gabriela, vuelve a Barcelona para pasar tres semanas en el apartamento de unas amigas. En ese tiempo, conocerá a dos chicas por las que se sentirá atraída: Lara, una cineasta de aire intelectual que está saliendo con su mejor amiga, Rocío, y Aroa, una joven música y artista. Una “comedia de enredos bollera a cinco bandas” que recuerda tanto al cine de Rohmer como al filme de culto Go Fish!, de Rose Troche.

La amiga de mi amiga

Año 2022

País España

Dirección Zaida Carmona

Guion Zaida Carmona
Marc Ferrer

Producción JaJaJa Industrias

Reparto Zaida Carmona
Rocío Saiz
Alba Cros
Thaïs Cuadreny
Aroa Elvira

Fotografía Alba Cros
Claudia Mallart

Montaje Eric Montagudo

Música Masonieria
Rocío Saiz
Aroa Ay

Distribución Filmin

Duración 89 min

Fecha de estreno 22 de abril de 2023

Sinopsis

Zaida, una treintañera a la deriva que acaba de romper con su novia, Gabriela, vuelve a Barcelona para pasar tres semanas en el apartamento de unas amigas. En ese tiempo, conocerá a dos chicas por las que se sentirá atraída: Lara, una cineasta de aire intelectual que está saliendo con su mejor amiga, Rocío, y Aroa, una joven música y artista. Una “comedia de enredos bollera a cinco bandas” que recuerda tanto al cine de Rohmer como al filme de culto Go Fish!, de Rose Troche.

Puede que Zaida Carmona tome prestado tanto el tono aparentemente ligero como el título de su fresca e irresistible ópera prima de un conocido filme de Éric Rohmer, El amigo de mi amiga, pero su espíritu radicalmente independiente y su voluntad de retratar el universo y la diversidad de la experiencia lésbica como un microcosmos utópico clausurado sobre sí mismo la emparenta también con algunas de las obras clave del new queer cinema de los noventa, como la canónica Go Fish!, de Rose Troche. Justamente, Eulàlia Iglesias apuntaba en un texto reciente en Caimán Cuadernos de Cine la posible existencia de un nuevo cine queer catalán que tendría en esta primera película de Carmona, pero también en la prolífica filmografía de Marc Ferrer, coguionista de La amiga de mi amiga, su principal ejemplo. A La amiga de mi amiga y a filmes como Nos parecía importante, Puta y amada, La maldita primavera o ¡Corten!, todos ellos dirigidos por Ferrer, se les podría añadir el reciente estreno del documental Alteritats, de Nora Haddad y Alba Cros, esta última coprotagonista, a su vez, de la película de Zaida Carmona.

La amiga de mi amiga se aproxima y, a la vez, se distingue de la obra de Marc Ferrer, su referente más cercano, por una cuestión de forma, pero también de contenido. Las similitudes son evidentes: tanto Carmona como Ferrer componen con sus filmes una suerte de mapa vital y autobiográfico que se nutre de los espacios (las calles de Barcelona, los bares, los cines y los pisos compartidos en los que sobrevive la joven generación dedicada a las industrias creativas) y las personas (todas actores y actrices no profesionales) cercanas a la propia existencia de los cineastas.

Es un cine hecho a mano ―autoproducido, de bajo presupuesto y próximo al underground― y en primera persona poblado por amigas, conocidos y figuras públicas vinculados a los autores, que hace de la precariedad autoconsciente y de un cierto feísmo estético, más evidente en el caso de Ferrer que en el de Carmona, que se beneficia de la pulcra dirección de fotografía de Alba Cros, su principal apuesta formal y, en cierta medida, también política. Las diferencias son menos obvias, pero fundamentales: frente al espíritu lúdico, camp y cercano al pastiche que nutre la obra de Ferrer (y que convierte filmes como ¡Corten! en artefactos absolutamente excéntricos e imposibles de definir), el objetivo de Zaida Carmona con La amiga de mi amiga es esbozar, desde la ligereza cómica, pero también desde un interesantísimo juego entre ficción y vida, los enredos sentimentales y las angustias existenciales no tanto de su generación como, sobre todo, de la comunidad específica a la que la cineasta pertenece.

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