Crítica — La hija eterna: Los fantasmas de un vínculo maternofilial
Joana Hogg nos regala un cuento gótico en el que Tilda Swinton interpreta el doble papel de madre e hija.
La hija eterna (The eternal daugther)
Año 2022
País
Reino Unido
Estados Unidos
Dirección Joanna Hogg
Guion Joanna Hogg
Producción
A24
BBC Film
Element Pictures
JWH Films
Reparto
Tilda Swinton
Joseph Mydell
Carly-Sophia Davies
Fotografía Ed Rutherford
Montaje Helle Le Fevre
Distribución
Elástica Films
Filmin
Duración 96 min
Fecha de estreno 12 de mayo de 2023
Sinopsis
Una mujer y su anciana madre han de enfrentarse a secretos enterrados desde hace tiempo cuando vuelven a su antigua casa familiar, una antigua gran mansión que se ha convertido en un hotel prácticamente vacío y lleno de misterio.
La hija eterna (The eternal daugther)
Año 2022
País
Reino Unido
Estados Unidos
Dirección Joanna Hogg
Guion Joanna Hogg
Producción
A24
BBC Film
Element Pictures
JWH Films
Reparto
Tilda Swinton
Joseph Mydell
Carly-Sophia Davies
Fotografía Ed Rutherford
Montaje Helle Le Fevre
Distribución
Elástica Films
Filmin
Duración 96 min
Fecha de estreno 12 de mayo de 2023
Sinopsis
Una mujer y su anciana madre han de enfrentarse a secretos enterrados desde hace tiempo cuando vuelven a su antigua casa familiar, una antigua gran mansión que se ha convertido en un hotel prácticamente vacío y lleno de misterio.
Desde su primer largometraje Unrelated (2007), buena parte de la filmografía de Joanna Hogg se construye alrededor de plasmar la experiencia femenina como una sensación de extrañeza, de no acabar de encajar del todo en el orden establecido de las coses. En La filla eterna, este sentimiento de cierta alienación se concreta en el vínculo maternofilial de Julie, una protagonista que es hija pero que no se ha convertido en madre. Y se contextualiza dentro de una práctica actualizada y autoconsciente del terror gótico, el género que tradicionalmente ha recogido los miedos femeninos en relación con el ámbito doméstico y con la opresión que suponían los mandatos patriarcales. Julie quiere pasar un fin de semana único con su madre, Rosalind, y la invita a una estancia en un hotel que hace años había sido la mansión familiar. Espera generar un recuerdo especial con la madre antes de que sea demasiado tarde, invocando la memoria de la infancia feliz en aquella residencia.
En la ficción gótica tradicional, solemos acompañar una protagonista en su experiencia frustrante ante la llegada a un nuevo hogar que se le presenta hostil. En La filla eterna, Julie también siente ya de entrada que no es bienvenida en aquel hotelito. Joanna Hogg maneja los recursos del género desde una cierta sutileza irónica. La recepcionista del establecimiento es una joven millennial que recibe a las protagonistas con cierto desdén, con una actitud sin duda alejada del cuidado pulcro y obsesivo con el que Julie ha preparado un fin de semana que desea perfecto. La chica pone en evidencia que Julie y su madre forman parte de otra época y cómo su privilegio de clase resulta extemporáneo incluso en su antigua casa familiar. Hogg introduce otros elementos propios del terror gótico que inyectan pequeñas dosis de inquietud en la que tendría que haber sido una estancia ideal: se oyen ruidos extraños, a Julie le cuesta encontrar cobertura telefónica cosa que acentúa la sensación de aislamiento e incluso parece que hay un espectro que vigila desde las ventanas.
A todo ello se le suma la perturbación que provoca el recurso más experimental que propone la directora: Julie y Rosalind, hija y madre, están encarnadas por la misma actriz, Tilda Swinton. Esto supone todo un tour de force interpretativo por parte de la británica, sobre todo en una película que funciona també como drama de cámara claustrofóbico sin apenas otros personajes presentes. Pero, al mismo tiempo, introduce un componente de desestabilización que nos hace dudar de la existencia real de dos protagonistas con identidades diferentes. ¿Y si Rosalind no fuera más que una proyección espectral del fantasma de la maternidad generado por las frustraciones subconscientes de Julie?
«BAJO LA APARIENCIA DE UNAS FORMAS EXQUISITAS Y UN TANTO FRÍAS, EL CINE DE JOANNA HOGG ESCONDE UNA PULSIÓN EXPERIMENTAL MÁS PROPIA DEL CINE DE LA MODERNIDAD, ASÍ COMO UN HUMOR NADA EVIDENTE»
El hecho de que una única actriz dé vida a los dos personajes propicia que Joanna Hogg recurra al plano/contraplano para resolver muchas secuencias. Pero esta solución de puesta en escena que podría parecer inevitable también nos acaba hablando de la dificultad de Julie para converger con su madre, que observa con cierta condescendencia los esfuerzos de su «hija eterna» para mimarla como precisamente hacen las madres con sus hijas.
Bajo la apariencia de unas formas exquisitas y un tanto frías, el cine de Joanna Hogg esconde una pulsión experimental más propia del cine de la modernidad, así como un humor nada evidente. En La filla eterna, la directora británica construye una miniatura gótica que le permite jugar deliciosamente con las convenciones del género, al mismo tiempo que entronca con toda una tradición de ficciones que plasman la incomodidad de las mujeres a quien se les recuerda, desde el ambiente hostil de una casa, que no encajan en un modelo concreto de hegemonía doméstica y familiar. Hogg acaba proponiendo el cine como un territorio final de conciliación con los fantasmas del pasado, del presente y del futuro. Y, de pasada, añade otra capa a el atractivo de su film al acabar convirtiéndolo en un posible apéndice de su díptico The Souvenir, por ser un trabajo con tintes de autoficción desde un dispositivo metacinematográfico alrededor de una protagonista llamada Julie que bien podría ser su alter ego.
Dirigida per Joanna Hogg