Crítica — La imatge permanent: De canciones populares, plátanos canarios y autenticidad proletaria
Laura Ferrés ganó la Espiga de Oro de la Seminci con esta película insólita que navega entre dos tiempos y conecta a dos mujeres relacionadas por un secreto del pasado. Un bicho raro dentro del cine español contemporáneo, que combina rigor formal con un sentido del humor innegable.
La imatge permanent
Año 2023
País España
Dirección Laura Ferrés
Guion Laura Ferrés
Producción
Fasten Films
ICEC
ICAA
TV3
Le Bureau
Volta Producció
Reparto
María Luengo
Rosario Ortega
Saraida Flames
Claudia Fimia
Fotografía Agnès Piqué Corbera
Montaje Aina Calleja Cortés
Distribución La Aventura
Duración
104 min
Fecha de estreno 17 de noviembre de 2023
Sinopsis
Antonia, una madre adolescente, desaparece en mitad de la noche, dejando atrás a su bebé. Cincuenta años después, Carmen, una solitaria directora de casting, conoce por casualidad a Antonia, una vendedora ambulante de carácter auténtico, indómito, con la que forjará un vínculo inusual.
La imatge permanent
Año 2023
País España
Dirección Laura Ferrés
Guion Laura Ferrés
Producción
Fasten Films
ICEC
ICAA
TV3
Le Bureau
Volta Producció
Reparto
María Luengo
Rosario Ortega
Saraida Flames
Claudia Fimia
Fotografía Agnès Piqué Corbera
Montaje Aina Calleja Cortés
Distribución La Aventura
Duración
104 min
Fecha de estreno 17 de noviembre de 2023
Sinopsis
Antonia, una madre adolescente, desaparece en mitad de la noche, dejando atrás a su bebé. Cincuenta años después, Carmen, una solitaria directora de casting, conoce por casualidad a Antonia, una vendedora ambulante de carácter auténtico, indómito, con la que forjará un vínculo inusual.
Como ya sucedía en Los desheredados, cortometraje documental con el que Laura Ferrés lo ganó prácticamente todo en 2017 (mejor cortometraje en la Semaine de la Critique del Festival de Cannes, Goya al mejor cortometraje documental, Gaudí al mejor Cortometraje), uno de los temas centrales que atraviesa La imatge permanent es la cuestión de clase. En su insólito y sorprendente primer largometraje, premiado con la Espiga de Oro en la Seminci de Valladolid, la cineasta del Prat de Llobregat le da una nueva vuelta de tuerca a las reflexiones políticas que nutrían, de forma esquiva y un tanto misteriosa, Los desheredados y asume una perspectiva que tiene tan en cuenta la diferencia de clase como la opresión y la desigualdad de género, o las experiencias de las personas migrantes. Ferrés aborda todas estas cuestiones desde las antípodas del realismo social (casi un género, en sí mismo, dentro del cine español), o desde esa estética naturalista que pretende representar de forma verosímil la realidad. La imatge permanent funciona, de hecho, absolutamente a la inversa de ese paradigma, utilizando la rigidez bressoniana de sus actrices no profesionales o el estatismo de los planos con los que filma las localizaciones reales como un modo de evidenciar la relación ambigua y contradictoria entre realidad y artificio, entre vida y ficción, en vez de ocultarla o difuminarla.
«EL FILM ES, POR MUCHAS CUESTIONES ―Y EL BOICOT CONSCIENTE A LAS CONVENCIONES DE ESE REALISMO SOCIAL TAN EXTENDIDO EN NUESTRA CINEMATOGRAFÍA ES SÓLO UNA DE ELLAS ―, UNA RARA AVIS, O UN PERRO VERDE, EN EL CINE ESPAÑOL»
La imatge permanent es, por muchas cuestiones ―y el boicot consciente a las convenciones de ese realismo social tan extendido en nuestra cinematografía es sólo una de ellas ―, una rara avis, o un perro verde, en el cine español; el ejemplo de un tipo de cine hecho con absoluta libertad y que parece mirar más allá de nuestras fronteras, a algunas de las muestras más fértiles, y más radicales, de cierto cine de autor contemporáneo. En el par de planos generales que, en el espléndido primer segmento del filme, muestran a un grupo de mujeres cantando canciones populares, ya sea bailando en un granero, ya sea sentadas alrededor de la cama de una adolescente que acaba de dar a luz, Ferrés parece evocar el cine del añorado Terence Davies; y en su sorprendente división en dos tiempos, con ese corte de montaje abrupto que fulmina la distancia entre pasado y presente, la película recuerda al Lázaro feliz de Alice Rohrwacher y a otros tantos filmes contemporáneos bicéfalos, partidos en dos. De todos modos, buscar referentes o precedentes para una propuesta tan única como La imatge permanent es, tal vez, un ejercicio estéril. Laura Ferrés filma a sus dos personajes centrales, Carmen y Antonia, con una combinación de empatía y distancia que otorga a la película un tono absolutamente inusual: entre la sátira política (como cuando Carmen, que trabaja como directora de casting, propone en una reunión con los representantes de un partido político que el leitmotiv de su campaña debería ser “izquierdismo no practicante”), la comedia proletaria y brechtiana a lo Kaurismäki, y el melodrama familiar.
La historia de Carmen y Antonia, esas dos mujeres de generaciones distintas que se encuentran por casualidad y a las que las une un secreto enterrado en el pasado, sirve como excusa a la cineasta para reflexionar también sobre la naturaleza múltiple de las imágenes; Ferrés combina, de hecho, ficción con testimonios e imágenes documentales, imágenes creadas por inteligencia artificial, fotografías o anuncios de campañas políticas, lo que otorga al filme un cierto carácter híbrido, abierto a la mezcla, alejado ya totalmente de esa noción tradicional del cine como huella de lo real. Aunque en el poema que Carmen lee en voz alta a Antonia se afirma que, en el universo, desde su origen, todo tiende a separarse, Ferrés parece romper una lanza a favor de sus dos personajes centrales al mostrar a ambas fundiéndose en un abrazo en un hermoso plano hacia el final de la película. Puede que, como canta Antonia, el tiempo no cure todas las heridas, pero tal vez haya gestos, y reencuentros, ciertamente sanadores.